martes, 29 de julio de 2014


EL OLVIDADO CORO DE TURRILLAS  
   

Por Simeón Hidalgo Valencia (29-07-2014)
 
 

El verano del año 2010, hace ahora cuatro años, dediqué gran parte del mismo en  estudiar pacientemente el hermoso y olvidado Coro de Turrillas, lugar del valle de Izagaondoa, en Navarra, que entonces estaba expuesto al público en el Museo de la Catedral de Pamplona, en la sala dedicada a la música, convertida hoy en día en la sala de las excavaciones de la Exposición Occidens. 

Con motivo de este último montaje se desmontó el coro de madera procedente de Turrillas y de nuevo se recogió en alguno de los almacenes de la catedral, privando a los ojos de los turistas y ocultando al público en general una de las joyas gótico-renacentistas del valle de Izagaondoa. 

Presenté el 26 de Noviembre de 2010 mi trabajo y lo titulé “EL CORO GÓTICO DE TURRILLAS (VALLE DE IZAGAONDOA) y di a conocer la historia de esta pieza de arte que, según el informe que de ella hizo D. Onofre Larumbe cuando el párroco del lugar pretendía venderla a algún anticuario para sacar unas pesetas y arreglar con el dinero obtenido el tejado de la iglesia, la catalogó como pieza de arte digna de ser tenida en cuenta y afirmó: 

“Nunca tuve la fortuna de dar con uno semejante, que, cual encaje o celosía de talla, del más delicado y galano gusto, fuera a servir de ornato y buscar acogida a la sombra de una humilde parroquia, cuando tantos otros aditamentos, con menores títulos la han hallado en nuestras viejas catedrales.” 

Quien haya visto alguna vez esta pieza con sus cien pequeñas tallas de madera, algunas de ellas policromadas, convendrá conmigo en que la afirmación de D. Onofre es acertada de todo punto. Gracias a este informe el coro no se pudo vender allá por 1927, pero a pesar de ello salió desmontado hacia Pamplona en los años cincuenta del siglo XX, con la esperanza de que se restaurara y mostrara en lugar digno. Hoy día, después de más de 80 años de su pretendida venta, aún sigue esperando a que le llegue su hora para recobrar su belleza original y ser mostrado de nuevo al público. 

Yo suelo hablar de estas piezas como “el patrimonio emigrado”, pues una vez ha salido del valle ya no vuelve. Hay muchos ejemplos que se podrían citar. Bien pudiera ser éste el primer ejemplo que rompa la regla dado que el hueco dejado por el coro en la iglesia de Turrillas sigue a la espera de ser ocupado, pues no olvidemos que el coro de Turrillas es, y así fue considerado, como una obra de arte.
 

UNA OBRA DE ARTE
 

Tanto D. Fermín Istúriz, maestro carpintero y dorador, D. Onofre Larumbe, miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra, D. Elías Tormo, ponente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, así como La Real Academia de La Historia, lo califican a un nivel u otro, como obra de arte de finales del siglo XV o principios del XVI, que es preciso conservar.  

Aún alguien profano en la materia, cuando contemplaba por primera vez esta pieza objeto de estudio al verla en su momento montada en el antiguo dormitorio de los canónigos de la Catedral de Pamplona, no dejaba de sorprenderse ante tanta filigrana ornamental de lo que queda del antepecho y de la escalera. A su vez admiraba la labor de talla de los canecillos frontales y de las tallas en los extremos de los solivos que sostenían el forjado aunque la policromía posterior no llegara a tocarles. 

En este punto recuerdo de nuevo que han pasado ya más de 80 años desde su proceso de enajenación y más de 50 desde que salió de Turrillas con la promesa de que pudiera lucir en todo su esplendor en lugar apropiado donde se salvara de la destrucción, después de ser restaurado. ¿Cuánto tiempo se demorará este estudio?
 

PARTE FRONTAL 

En la vista frontal del Coro se distinguen tres partes que, por su posición, son las más expuestas a la visión del público, por lo que fueron las más decoradas. Desgraciadamente, salvo los canes, es la zona más dañada de la obra. Estas partes corresponden al antepecho, a los canes y a los espacios entre canes, o metopas, como algún experto los denomina.
 

1º- EL ANTEPECHO 

Estaba compuesto por un total de trece paneles labrados de talla gótica calada encajados en balaustres tallados, en los que se adivinan rasgos platerescos del S. XVI.
Siguen intactos los tres paneles del lado derecho.
Observando el trabajo realizado en cada uno de ellos podemos deducir que los trece paneles serían diferentes unos de otros, por lo que el ejercicio de imaginación de su creador fue altamente sobresaliente.
El denominador común de los paneles frontales es el calado inferior que sigue el mismo modelo, consistente en sendo par de ventanales góticos.
A partir de sus ojivas y del punto de arranque de los arcos interiores se diferencia cada panel, como se ve en los tres que se han conservado. Esto es lo que otorga al conjunto un dinamismo insospechado, aunque equilibrado en sus líneas y motivos centrales.
Los balaustres en los que se encajan, a juzgar por los dos que se han mantenido intactos, parece ser que seguían el mismo modelo en la labra, siendo otro elemento que otorgaba cohesión al conjunto.
 

2º- LOS CANES 


El antepecho del Coro es voladizo y está sostenido por catorce canecillos a doble nivel que presentan tallas de cabezas en cada nivel, lo que hacen veintiocho cabezas talladas en el conjunto de los canes. Son tallas labradas en madera de pino con la variedad expresiva característica de esta escuela anónima, a las que imbuyen de sentimientos. Todo un mundo de personajes, reales o ficticios, desfilan ante nosotros con variopintas miradas, gestos, muecas, burlas, sonrisas, vestimentas y tocados, actitudes y grados de malicia o santidad.  Personajes congelados en el tiempo, que intentan comunicarse con el nuestro y transmitirnos su rico bagaje  cultural.
 

Veamos algunos de ellos como ejemplo.

En el nivel superior se talla a un hombre barbado que cubre su cabeza con un gorro tipo cofia. Su actitud serena y armoniosa en vista horizontal, se transforma en seria y austera sorpresa al verlo de frente. Su rostro enmarcado por el tocado y su larga barba le otorgan aires franciscanos. Su boca curvada hacia abajo realza su seriedad.  

En el nivel inferior se plasma a un personaje de la mitología. Como vemos por sus orejas puntiagudas, que asoman a través del gorro que le cubre la cabeza, y por su rostro infantil, estamos ante la representación de un duende o duendecillo, guardián de la Naturaleza, en especial de los bosques y sus habitantes. Su rostro muestra relajación.
 

En la parte superior se representa el rostro de un monje tonsurado a la romana. Es un monje joven, barbilampiño, por lo que bien puede querer comunicar el tallista que todavía no ha recibido el sacramento del orden sacerdotal. Está muy bien trabajado. Su expresión es de total serenidad y refleja su condición de hombre de Dios que conserva aún viva la pureza fresca de la juventud. No hay expresión forzada, ni muecas en la boca, cuyos labios se muestran relajados. 

Si joven es el monje, aún más lo es la figura del nivel inferior. Muestra esta talla un rostro infantil con expresión muy similar a la vista en el duendecillo anterior. Su cabeza rapada y su frente despejada hacen que nos fijemos en sus ojos rasgados con clara y profunda mirada.
 

Los mismos rasgos juveniles se recogen en el rostro del nivel superior. El personaje imberbe está tocado con sombrero de la época, puntiagudo y elevado por delante, con típicas orejeras en espiral. Su expresión cambia de mirarle de perfil o hacerlo de frente. En esta última el rictus de su boca transmite desasosiego, quizás a la vista del rostro que contempla en su nivel inferior. 

Este personaje, visto de perfil se muestra deforme y su deformidad de monstruo inquieta y da miedo. Cuando lo contemplamos de frente, su ceño fruncido que resalta una mirada  siniestra, su deformado cráneo sin pelo, sus exagerados labios abiertos que muestra una burlona lengua, nos inquieta el espíritu como a su compañero del nivel superior.
 

Frente al personaje del nivel superior, bien parecido y tocado en su libertad simbólicamente con el gorro frigio, aparece en el inferior un ser desproporcionado a todos los niveles, con deformidades evidentes en su anatomía que reflejan todo un mundo inferior que se opone a la bondad, a la belleza y a la proporción, y que es símbolo, en definitiva, del mal presente en la vida diaria de nuestro artista. 

Este canecillo nos habla de una ética del hombre libre frente al ser esclavo de sus propias deformaciones que no son tanto físicas como morales. El autor pone ante nuestros ojos esta doble mirada para que al contemplarlas veamos nuestras propias metas.
 

Otro detalle a tener en cuenta en estas tallas es su tamaño. La del nivel superior queda empequeñecida por la inferior, en clara intención moralizante para que el fiel que observa esta imagen sienta aversión y huya en su vida de actitudes malvadas, que en definitiva es lo que representa esta imagen.
 

3º- LAS TALLAS GEOMÉTRICAS DE LAS METOPAS 

En los espacios delimitados por los canecillos, que denominamos metopas, el maestro tallista colocó adornos geométricos tallados al estilo de los paneles del antepecho. Como en lo visto hasta el momento, la creatividad imaginativa es exuberante.

Bien podríamos considerar que estamos ante una colección, exposición práctica de un  tratado sobre labores de talla de la madera. Tal es la cantidad y la variedad de motivos que el Coro de Turrillas conserva, a pesar de los que se han perdido por el paso del tiempo.

Como característica de todos ellos cabe mencionar el recurso a la simetría, tanto horizontal como vertical. 

Los correspondientes a la parte frontal del Coro eran 13 en total, pero se conservan 10. El resto se ha perdido.
 
Veamos tres ejemplos. 

Esta metopa presenta un cuerpo central circular donde se representa la flor hexapétala, aunque en vacío y a su alrededor, tangentes a la parte exterior de los pétalos, otros seis vanos ovalados. Como podemos observar es un diseño muy equilibrado, factible de ser empleado en diseño de joyería, por ejemplo.
 

Esta metopa sigue básicamente la estructura de la primera, pero completa los dos círculos interiores y coloca en sus respectivos centros flores de cuatro pétalos.
 

El maestro tallista juega ahora con el número ocho en las dos ruedas tangentes que realiza entremezclando  otras dos metopas. De una de ellas recoge la estructura calada alrededor del motivo central que lo toma de otra. 
 

La forma de estos paneles es rectangular y sus medidas oscilan entre 256mm. de largo por 165mm. de ancho. Se sujetaron a la base por medio de clavos metálicos en su contorno y a juzgar por las huellas dejadas por los que han desaparecido, también mediante puntos de pegamento. Este extremo puede darnos pistas para intentar recuperar el diseño de los tres perdidos en esta zona. 

LA ESCALERA

El barandado de la escalera que subía al Coro es lo único que queda de esta parte y él mismo está muy deteriorado, como se puede apreciar. De los cinco paneles calados que lo formaban sólo se conservan dos y no completos. Siguen el estilo de los vistos en el antepecho.
En el pilarete del arranque  también se labra un personaje que actualmente está muy deteriorado, pero que da una idea de la calidad de esta escalera cuando se inauguró. El rostro del personaje es irreconocible, pero se distingue claramente su larga cabellera cubierta hasta la mitad por un gorro. Se aprecian también sus brazos.
Parece ser que los paneles correspondientes a esta zona eran diferentes, sin el denominador común analizado en el antepecho, pues de los dos conservados solamente el primero sigue la estructura de los del antepecho, pues repite en su parte inferior los ventanales comentados en su momento. 
 

EL FORJADO DEL CORO 

 
El forjado del coro está sostenido por tres vigas. Las dos primeras son de roble y la del fondo es un tronco de árbol, posiblemente un chopo. Las tres vigas están forradas por paneles para darles el aspecto de vigas perfectamente trabajadas cuya sección sería rectangular. Entre las vigas se reparten transversalmente 18 solivos en cada tramo, lo que hace un total de 36 solivos en los que se apoyará el solado del coro. Lo asombroso de estos solivos es que están tallados en sus dos extremos, salvo uno de ellos que lo hace sólo en uno, por lo que nos encontramos con 71 tallas. Los fieles que ocuparan el espacio de la iglesia bajo el Coro podían admirar una serie de animales, caras monstruosas y diabólicas, así como algún rostro humano, que sin duda distraerían su atención de los rezos que se realizaban, mientras intentaban adivinar de qué personaje se trataba. 

Hay que resaltar, una vez más, la explosión creativa  del maestro tallista. Estas tallas no están policromadas, por lo que conservan su originalidad. En ellas se puede apreciar el trabajo del artista quien tiene en cuenta el veteado de la madera para realzar la expresión de cada una de las figuras. El vaciado que realiza en algunas de ellas, por ejemplo en ojos y boca, realza sentimientos al jugar con las luces y las sombras, tratando de influir en el espectador. 

Veamos algunos ejemplos.  

Es un ave. Por su plumaje muy bien trabajado, así como por sus ojos y pico, se podría pensar en que se representa un ave rapaz, por ejemplo un águila, aunque se puede pensar también en un búho, si nos fijamos en sus grandes ojos redondos. Como en casi todas las tallas también en esta ocasión se han tallado tres garras en sus patas.  


 
 
Son bastantes las tallas en las que se representa algún simio, como el que se muestra. Todas las partes de su anatomía están muy bien perfiladas.
 

 
 
 
 
 
También se colocan rostros con distintas expresiones. Éste representa una cara humana con facciones muy pronunciadas. Calva, frente prominente, sin orejas, boca abierta en forma de media luna,… que recuerda la careta triste que representa una de las caras del teatro. Expresión que se repite alguna vez más.
 

Figura monstruosa frecuente también en las tallas de la zona de los solivos. Aquí el carácter maligno y diabólico de este tipo de rostros se acentúa con la expresión de su boca mostrando unos dientes puntiagudos amenazantes y fieros. Es una de las cuatro tallas que en todo el Coro muestran los dientes. Además sus orejas puntiagudas y su frente lobulada realzan aún más su aspecto negativo. 


Frente a la anterior la talla opuesta del mismo solivo es un rostro humano joven imberbe, cuyos rasgos se asemejan a varias de las talladas en los canecillos del antepecho. Su cabellera se peina con raya en medio. En esta parte del coro sólo hay con este tres rostros humanos. 

 

LAS TALLAS GEOMÉTRICAS ENTRE SOLIVOS
 

Además de los trabajos de talla que hemos analizado, tanto en el antepecho, como en la escalera, canecillos, metopas y solivos, la decoración del Coro se completaba con los calados adosados a los frontales de las dos primeras vigas, que eran, por lo que se puede adivinar por las huellas dejadas en la madera, del mismo estilo que las metopas y calados que veremos a continuación. Todos ellos se han perdido, aunque en algunos casos, con paciencia, se podrían recuperar siguiendo las huellas antes comentadas. 

También en los espacios frontales entre talla y talla de los solivos se aplican paneles calados de unos 17 x 17cm. En cada viga hay 17 espacios que denominaremos también metopas, que se adornan con motivos geométricos calados. En la viga central se conservan 14 y en la viga del fondo solamente 6. 

Los motivos que se representan tienen un marcado dinamismo, pues se tallan “ruedas solares” o “ruedas de la vida” más o menos adornadas. Aunque se mantiene la creatividad del maestro es en esta zona donde se repiten más los motivos expuestos, ya giren hacia la derecha o hacia la izquierda. 

Veamos algunos modelos.

Este calado se encuentra en la 1ª metopa de la viga central así como en la 7ª.  Básicamente se puede reducir a una cruz griega o a los cuatro puntos cardinales, que adornados giran hacia la derecha. La representación ancestral de la cruz gamada, ya sea esvástica o sauvástica, está presente, así como la versión de la misma en el lauburu.
 

Este modelo se reproduce varias veces. Representa una doble cruz dentro de un círculo, conformando una flor de ocho pétalos. Igualmente se recoge aquí un símbolo antiquísimo representado por todo el mundo.  También se puede hablar de una rueda solar o rueda de la vida con todo su simbolismo en la vida de las personas a través de su Historia.
 

 
 
Estos dos ejemplos se basan en el motivo primero y el movimiento de su giro, hacia la derecha o hacia la izquierda, crea el círculo de la vida espiritual dentro del cuadrado que representa la materia.

Aparecen varias veces representados.
 

PISTAS PARA  LA PUESTA EN ACTIVO DEL CORO DE TURRILLAS
 

Una vez más nos encontramos con la dura realidad. Una obra de “arte popular”, espera la decisión para que se restaure. Salió de un pueblecito de montaña hacia Pamplona, como se califica a Turrillas en los informes de la época, para evitar su venta y posible salida de Navarra y de España. En su momento se recomendaba que lo adquiera la Diputación de Navarra, por ser pieza de valor artístico singular y una vez restaurado se expusiera en lugar adecuado donde se le pudiera admirar. Todavía hoy sigue esperando a que le llegue el turno. 
 

¿MERECE LA PENA INVERTIR DINERO EN LA RESTAURACIÓN DEL CORO DE TURRILLAS? 

 Evidentemente que sí.
 

¿HAY VOLUNTAD DE HACERLO?  

A esta pregunta no tengo yo que responder, pero desde estas líneas animo al Arzobispado de Pamplona y a la Institución Príncipe de Viana a que pongan el mismo celo que en su momento demostraron las personas e instituciones que redactaron informes sobre el Coro de Turrillas para evitar su pérdida, porque lo catalogaron como obra de arte, y tal, que alguno de ellos lo consideró digno de lucir en una catedral.

No pido tanto. Me conformaría con que se restaurara y con que volviera a lucir con dignidad en sitio apropiado. Hoy está recogido en algún lugar del Museo Diocesano.
 

¿ES POSIBLE SU RESTAURACIÓN TOTAL? 

En esto de la restauración se barajan criterios diferentes. Unos pueden apuntar a actuar en lo que hoy día se conserva, consolidándolo y mostrándolo. Otros serían partidarios de restaurarlo en su totalidad. Yo me conformaría con que por lo menos se actuara en lo que hoy se conserva, que no es poco.  

De todas formas si se emprendiera su restauración total pienso que la tarea no sería difícil, dado que se puede echar mano de los coros de la misma escuela de maestros tallistas montaron en Najurieta o en Petilla de Aragón, que son del mismo estilo.

En lo referente a las metopas se podrían recuperar algunas de ellas siguiendo las huellas dejadas sobre la tabla que sirve de fondo y que recubren las vigas que sostienen  todo el entramado.

Hoy día hay tecnología para esto y mucho más, por lo que a la pregunta hay que contestar con un rotundo sí. Sí es posible hoy día restaurar en su totalidad el Coro de Turrillas.
 

¿DÓNDE COLOCARLO?  

Pues quizás habría que barajar la posibilidad de que volviera a la misma iglesia de Turrillas. Es su lugar natural. El espacio que ocupó en su día sigue libre. Los medios técnicos actuales lo harían posible con relativo poco presupuesto.
 

¿QUÉ PUEDE SUPONER PARA EL VALLE DE IZAGAONDOA RECUPERAR SU PATRIMONIO? 

Tal como yo lo veo, su vida o su muerte identitaria. Por ello también puede plantearse, dentro de los planes de dinamización económica para esta zona deprimida de Navarra, que el Coro de Turrillas regrese al Valle y que luzca y atraiga a visitantes, como lo hacen otras piezas únicas del patrimonio del Valle de Izagaondoa.
 

¿QUÉ PAPEL TIENEN LOS VECINOS SOBRE SU PATRIMONIO? 

Pienso que el papel de todos los vecinos sobre su patrimonio es fundamental. Aunque se tenga mucho y rico patrimonio en el Valle, si no se saca a la luz y se pone en valor, difícilmente se conocerá y se acometerán acciones para recuperarlo y sacarle rendimiento. Mucho de nuestro patrimonio está como enterrado, no porque lo cubra la tierra, sino por nuestra propia apatía que espera cruzada de brazos a que nos lleguen soluciones de fuera, cuando el primer paso lo tenemos que dar nosotros mismos. 

Afortunadamente algo se ha empezado a mover y cada vez son más los que se animan a salir de su pueblo y conocer los demás lugares de su Valle y admirarse de lo que hay en Idoate, Lizarraga, Zuazu, Reta, Ardanaz, Iriso, Turrillas e Induráin, o en los despoblados de Mendinueta, Beróiz, Urbicáin, Izánoz o Guerguitiáin, así como en nuestras cumbres de Leguín e Izaga. Cada vez son más los que por amor a su tierra estudian su historia, su arte, su flora y fauna, sus casas, sus tradiciones y costumbres y se animan a comunicárselo a sus vecinos. ¿No es positivo conocer lo mucho y bueno que tenemos? 

Este trabajo está en esa línea y desde éstas animo a todos los izagaondoarras a trabajar en la recuperación de su patrimonio y ponerlo en valor, mirando por el bien general del Valle, reclamando siempre de sus representantes en el consistorio, sean quienes fueran, amplitud de miras, más allá de las limitadas ideas partidistas, y acciones conjuntas para conservar, recuperar y transmitir lo mucho de valor que tienen. El Coro de la iglesia de Turrillas es una de las varias joyas patrimoniales únicas en Navarra que pertenecen al Valle de Izagaondoa.  

También animo a ampliar el círculo y contar con los valles vecinos. “La unión hace la fuerza” y “muchos pocos haremos un mucho” y dado el potencial patrimonial que posee esta comarca, si nos movemos, entre todos tendremos un futuro. Si no, el otoño en que vivimos como zona dará paso a un gélido invierno de silencio y soledad.  

La categoría indiscutible del Coro de Turrillas con sus paneles calados y tallados a dos caras, sus canecillos y metopas y sus 100 tallas en todo su conjunto, parece que ejerció cierta fascinación en los alrededores, que se refleja en sendos antepechos de los coros de Najurieta y Alzórriz en el Valle de Unciti y en el de Larrángoz en el Valle de Lónguida, vecinos del Valle de Izagaondoa y llegó, como se ha comentado, hasta Petilla de Aragón.