ARTÁIZ
– EL NACIMIENTO
Por
Simeón Hidalgo Valencia (08-12-2013 / 28-10-2020)
Las campanas de la iglesia repican con sones de alegría anunciando a los cuatro vientos la buena nueva. ¡Por fin, la señora Esperanza ha dado a luz! Nueve meses de reposo obligado por el médico han permitido que el niño se haya gestado sin problemas y que a eso de la media tarde la comadrona haya anunciado que todo estaba bien.
-Es un niño. Él y
su madre se encuentran perfectamente.
Es un misterio el
de la vida que incluso al hombre más duro de carácter le hace tierno y sensible
cuando acoge entre sus fuertes brazos a criatura tan pequeña y débil, sangre de
su sangre y carne de su carne. Un beso sobre la frente del nuevo ser le recibe
con júbilo en la familia y un silencioso abrazo une a los esposos. Son padres
primerizos y todo un nuevo mundo se abre ante ellos centrados en su retoño.
...
Las campanas de la
iglesia repican con sones de alegría anunciando a los cuatro vientos que un
nuevo cristiano forma parte de los miembros de la Iglesia. Las aguas
bautismales han cubierto el cuerpecito desnudo del nuevo vecino, a quien se le
ha puesto el nombre de Miguel Martín.
-Miguel Martín, yo
te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo...
Los padrinos hablan
en nombre del niño y juran delante de los asistentes a la ceremonia que
renuncian a todo mal y afirman que creen en Jesús, en sus enseñanzas y en los
dogmas de la Santa Madre Iglesia.
A la salida de la iglesia espera la chiquillería del
lugar dispuesta a recoger las monedas y caramelos que los padrinos lanzan al
aire. Es el primogénito de la casa y son generosos, pues no se contentan con
céntimos o reales, sino que alguno de los niños más mayores, a base de
empujones y trompazos, ha recogido hasta tres monedas de duro, amén de no sé
cuantas perras y céntimos y tiene sus bolsillos llenos de caramelos, almendras
y peladillas. En la casa hay música y fiesta y chocolate caliente con buenos
churros y pastas y copas de coñac para los hombres y de anís para las mujeres.
Es el primogénito de la casa y todos los vecinos del pueblo están invitados.
Hasta Don Miguel, el párroco, ha acudido a la invitación y se ha agregado al
coro espontáneo que entona canciones populares.
También los músicos del alero de la portada de su querida iglesia han acudido y han amenizado la fiesta para dar la bienvenida a este nuevo ser.
...
-Conviene que nos acerquemos y contemplemos el siguiente canecillo desde todos los puntos de vista, sobre todo desde nuestra derecha, les comento a los asistentes. Veremos una escena que no es muy frecuente contemplarla tan explícita, tallada en la piedra.
Los asistentes hacen un movimiento de abanico hasta
descubrir que la mujer que en este canecillo se representa está pariendo. A
simple vista lo que mejor aprecia la mayoría es que está desnuda. Sólo cuando
les pregunto si es un desnudo integral se dan cuenta de que su cabeza se
mantiene cubierta al estilo de su época. Los que tienen mejor vista llegan a
distinguir entre las piernas de la mujer la forma ovalada de su sexo dilatado y
la gran cabeza del recién nacido.
- ¡A ver quién descubre lo que este niño lleva en la
mano!
Si difícil para algunos era distinguir al niño recién
nacido, el nuevo reto que les propongo resulta casi imposible de conseguir.
Sólo los más ingeniosos, que se han traído hasta unos pequeños prismáticos o su
moderna réflex con teleobjetivo, aciertan a ver que algo alargado asoma por
debajo de la cabeza infantil. Alguno más decidido y sin reparos dice que es el
cordón umbilical, algún otro que lleva un pene enorme para un crío, otra más,
en tono de broma, nos recuerda lo del venir al mundo con un pan bajo el brazo y
la mayoría me mira resignada pidiéndome la solución.
Para ver estos detalles con claridad me he
confeccionado un bloc de fotos tamaño Din A-4 y los visitantes se arremolinan a
mi alrededor para observar de cerca la lámina correspondiente y salir de dudas.
- ¡Ahora lo veo!, exclama alucinada una señora. ¡Pero
es imposible! ¡Nos amenaza con un puñal!
Se arma un pequeño barullo de revueltos comentarios:
¡Un recién nacido asesino desde su nacimiento! ¡Esto es alucinante! ¡Lo nunca
visto! Hasta uno de los niños presentes, sorprendido al verlo busca la
seguridad en su madre y le dice:
-Ama, ¿A que no nacemos así?
-No, mi amor. Es la imaginación del artista que lo
hizo así para decirnos algo, le dice la madre.
Aprovecho la respuesta de la madre y les pregunto: - ¿Por
qué el artista lo ha hecho así? ¿Qué quiere decir?
-Realmente nadie nacemos con un puñal en la mano, les
comento... ¿O sí? Debemos tener en cuenta que lo que aquí vemos en estas tallas
son como metáforas que hay que saber interpretar para dar con el mensaje
adecuado y comprender de esta manera lo que hay detrás de lo que físicamente
vemos. Eso es lo importante.
Hay quien comenta sobre esta mujer que es una mujer
casada, como denota la cabeza cubierta, que ha cometido adulterio con el
paisano desnudo que está a su lado y como consecuencia de este pecado ha parido
su propio mal y se basa en la carta de Santiago, como si esta fuera la tesis de
dicha carta.
Cuando vamos a las fuentes y, como yo, te lees el
escrito de Santiago, se ve que la tesis es otra. Santiago defiende que la fe y
las obras son necesarias para ser un buen creyente seguidor de Jesús. La fe sin
obras es una fe muerta.
Personalmente veo aquí la figura de la madre
originaria que según la Biblia pare al nuevo ser en pecado. El famoso pecado
original, con que la Iglesia dice que todas las personas nacemos. Así que
realmente nacemos a la vida portando el mal y la muerte. Es decir, nacemos
espiritualmente muertos, igual que este niño que ha nacido con el mal en su
mano representado por el puñal. Desde el punto de vista del cristianismo,
claro. No olvidemos que estamos en el siglo XII en una época netamente
cristiana, por lo que... ¿No estaremos ante la representación del mismo pecado
original?
¿Pero se queda ahí el mensaje?
-Para completarlo volvamos a observar el canecillo de la parturienta.
- ¿Qué lleva en su mano derecha?
- Un cántaro, dice una señora mayor.
- Un puchero de barro como el que hay en casa de mi
abuela, dice un joven.
- ¿Para qué sirve, ya sea el cántaro ya sea el
puchero? Vuelvo a preguntar.
- Para llevar el agua o para hacer la comida, se oye
desde el fondo.
- La imagen del cántaro o del puchero es importante
tenerla en cuenta y no dejarla de lado al interpretar este canecillo, ya
que sirven para contener o preparar el
alimento básico para la vida. Por lo que tenemos a la mujer que cumple su
función como madre al dar la vida y al mantenerla con el alimento, pues en este
canecillo simbólicamente se está representando el nacimiento de cada uno de
nosotros con el pecado original y a su vez el nacimiento espiritual que se nos
ofrece por la misma madre, a través de las aguas del bautismo, que es el
alimento que la Iglesia, como buena madre, nos proporciona.
Ésta, creo yo, les digo, pudiera ser una
interpretación más acertada para comprender a esta señora y lo que hace, que de
modo alguno es una adúltera. Si lo vemos con ojos y mentalidad reprimida
veremos sólo el mal representado en él, pero su desnudez nos comunica el propio
nacimiento en el espíritu. Veremos un puchero idéntico al que lleva esta mujer
en uno de los canecillos bajo el alero de la cabecera de la iglesia,
insistiendo en la misma idea del alimento espiritual.
- ¿Por qué hago esta interpretación?, les pregunto, y
yo mismo me respondo delante de los visitantes.
- Lo que aquí vemos representado corresponde posiblemente al último cuarto del siglo XII. Si ampliamos el abanico geográfico por la comarca y vamos a contemplar la portada de la iglesia de Santa Eulalia en el cercano Lizarraga, cuya portada corresponde al siglo XIII, descubriremos que en la ménsula izquierda del guardalluvias según miramos, también se representa a una mujer, en este caso una reina, en el momento del parto del infante. Los laterales moldurados del guardalluvias se convierten es manos en sus extremos que sujetan al niño por sus muñecas y ayudan a la reina en el parto. La parturienta agarra con fuerza con su mano derecha la muñeca del brazo derecho del guardalluvias y se apoya en él. Con la mano izquierda se agarra la túnica y la mantiene recogida por encima de sus rodillas. Es como si la misma iglesia materialmente hiciera de comadrona para traer al mundo a uno de sus nuevos hijos. En la comarca de Izaga la Iglesia se aprovecha de estas representaciones para catequizar a sus habitantes y decirles que a lo que han de aspirar es a ser buenos hijos de la Santa Madre Iglesia.
-Puede ser así
también, desde luego, pero personalmente le veo más sentido a la visión que les
he dado, pues no hay que olvidar que estas tallas se hicieron en el siglo XII,
época en que estas imágenes eran muy normales verlas por muchas de las iglesias
que se construían y que podemos aún contemplar en pueblos cercanos. Además, en
esa época estaban habituados a verlas, pues estos aspectos eran normales en su
vida diaria. Es más tarde cuando estas escenas empiezan a inquietar y a
eliminarse y se censuran por una corta visión literal de lo que aquí se
contempla. Hemos dicho desde el principio de la visita que mucho de lo que aquí
vemos son metáforas que si las leemos literalmente nos parecerán aberraciones,
pero si las sabemos interpretar más allá de su literalidad podremos descubrir
su auténtico mensaje.
- Es lo que han hecho con el hombre de la derecha, que le han mutilado el miembro viril, que a juzgar por lo que ahora se ve, sería bien hermoso, dice una señora entre los comentarios afirmativos de los asistentes.
-Pues ahí donde lo
ven, resulta claro que alguien, seguramente para evitar tentaciones a los
muchachos y muchachas del pueblo, mandó cortar. Aunque se aprecia claramente
que lo que quedan son los testículos, alguien en internet escribe que esta
pieza representa a un hombre que ha defecado en su orinal y que lo está
recogiendo. Sorprendente, ¿no?
-Leyendo este
canecillo vemos que, como la mujer, el personaje que representa está desnudo,
aunque no del todo pues su pie izquierdo lleva una bota. Se está masturbando y
esparciendo su semilla. Después, cuando demos la vuelta al edificio
contemplando el resto de los canecillos del alero nos encontraremos con una
pareja, un hombre y una mujer, que se abrazan amorosamente. También nos encontraremos
con unos enormes genitales masculinos.
Aquí su visión nos
puede resultar más cruda y fuerte si no conectamos con la auténtica intención
del comitente de la iglesia, que no parece ser otra que comunicarnos que la
sexualidad es parte de la creación de Dios que nos ha dado un claro mensaje
desde los comienzos del libro del Génesis: “Creced y multiplicaos y dominad la
Tierra”.
Con estas imágenes
se nos quiere decir, en una época en que el estado matrimonial se veía como
inferior al estado del celibato, que por otra parte muchos clérigos no lo
cumplían, que también la procreación y la relación sexual forma parte del plan
divino y así se escribe en las fachadas de muchas iglesias de la época, frente
a corrientes que se consideraron heréticas que tomaban con todo rigor el
celibato aún para los no clérigos.
La música mala. El
sexo malo. ¿Todo es malo? ¿Todo es pecado? Pues la misma iglesia del siglo XII
o al menos los que estas tallas mandan hacer, no piensan lo mismo y defienden,
frente a los puros y perfectos, que el sexo y la procreación son algo natural,
bueno y querido por Dios.
-¿Qué hacen, pues,
estos personajes de la parturienta y del hombre masturbándose?, me pregunto
delante de mi auditorio.
-Participar en el plan creativo de Dios, me contesto. Y por ello hay música y fiesta. Y por ello se baila y se canta. Y por ello se hacen y traen niños al mundo, aunque vengan con un puñal en su mano.
-Nacerán a la vida espiritual a través del bautismo y vivirán en la luz, aunque tengan que luchar desde su infancia contra los males que les acecharán a lo largo de su vida para mantenerse en la luz. Pues al fin y al cabo la vida es lucha y como buenos cruzados venceremos con la fuerza de la fe en Jesús, pensaban en el siglo XII y así lo reflejan los canteros tallistas en esta iglesia de San Martín de Artáiz.
...
Pero dejemos para más tarde el estruendo de las espadas sobre los escudos enemigos y el toque del olifante dirigiendo a los ejércitos.
Guardemos silencio.
Nuestro recién nacido podrá descansar protegido por
Miguel desde lo alto de la cumbre de Izaga y por Martín el obispo del Camino,
sus dos guardianes, que por algo con sus nombres se le ha bautizado.