IZAGAONDOA - EL
PLACER DE VOLAR
Con el día tan soleado y despejado que hizo ayer, 2 de febrero, me acerqué hasta Reta, en Izagaondoa, después de unas semanas de intenso frío, pues añoraba pasear por sus tranquilos, silenciosos y relajantes caminos.
Cuando me acercaba observé que a la altura
de la Peña Izaga un par de parapentes emulaban el vuelo ascendente de los
buitres y aprovechaban las corrientes del aire para volar. ¡Un sueño que todos
llevamos en nuestro interior! ¡Poder volar! ¡Sentir el placer de surcar el
espacio nadando por el aire, vencer a la gravedad que nos ata al suelo y poder contemplar
el mundo a vista de pájaro sería una experiencia única!
Después de saludar a mis familiares salí
acompañado de Txari y de Apur, mis amigos perrunos, para dar un paseo camino
del monte y observar el vuelo de estos pájaros modernos y como en otras
ocasiones me puse a dar vueltas en mi cabeza sobre las muchas posibilidades que
tiene esta zona de Navarra para practicar el deporte en contacto con la
Naturaleza.
Recuerdo cuando, camino de Mendinueta, me topé una tarde con una carrera “Mushing” con meta en Ardanaz o los años en que se realizó la “Izaga Trail”[1] y cuando desde la asociación Grupo Valle de Izagaondoa realizamos el día de la bicicleta para recorrer el valle desde Idoate hasta Guerguitiáin, sin olvidarme del polo de atracción que es la Peña Izaga para las muchas personas montañeras que acuden hasta su cima.
Quizás haya que pensar en darle más vida
deportiva a esta Comarca de Izaga aprovechando su belleza natural con el polo
de atracción de Izaga, poniendo todos los medios para mantenerla y no
estropearla. Abrir Izagaondoa al deporte de Naturaleza y volar, volar alto
abriendo los pueblos al conocimiento de las gentes, dando a conocer los muchos
y buenos recursos que esta comarca posee, sea en patrimonio cultural, sea en
patrimonio natural.
Para ello hace falta sensibilización y
unión, me digo a mí mismo. Unión y sensibilización entre los distintos equipos
municipales, quienes deberían ser los primeros interesados y animadores vecinales
para que estos recursos se convirtieran en uno de los motores del propio
desarrollo, pero, pienso que a lo mejor quiero alcanzar la luna… ¡pero no me da
miedo soñar ni volar, así que puede ser que algún día…!
…Mientras me hacía estas reflexiones se
fue poniendo el sol y los hombres voladores aterrizaron en el campo. También yo
y mis amigos perrunos dimos media vuelta para saludarles y terciar unas
palabras con ellos mientras recogían su material.
Así conocí a Patxi, el instructor de la escuela de vuelo de Monreal que me habló con ilusión de los años que lleva surcando los cielos, desde sus inicios y que me mete el gusanillo de volar.
- ¿Te gustaría volar?
-Claro que me gustaría, pero no sé si para
mí es recomendable. Por el corazón y tal. Pero tendría que hacer mejor tiempo
pues por ahí arriba tiene que hacer un frío…
Le pregunto que desde dónde despegan y me
dice que hoy lo han hecho desde un pequeño desnivel donde se forman corrientes
ascendentes y han hecho como los buitres, aprovecharlas.
-Pensaba que subíais hasta la peña y desde arriba os lanzabais.
-Otras veces sí, pero desde que pusieron
la cadena y las puertas en el camino de subida está más difícil. Yo quiero
hacer las cosas legales, pero a pesar de las varias instancias que he echado en
el ayuntamiento todavía no me han contestado a ninguna.
…
¡Qué manía de poner puertas al campo!,
digo. Así no avanzamos. ¡Qué menos que te contesten!
El sol se pone y nos despedimos. Mientras
bajo a Reta pienso que sería fabuloso poder tener esta experiencia. ¡Quizás
algún día será!