jueves, 25 de junio de 2015

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - IV

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - IV


Por Simeón Hidalgo Valencia (25-06-2015)


Momentos mágicos, sin duda, los expuestos en las entregas anteriores dedicadas a la iglesia de San Martín de Guerguitiáin, en lo referente a su alineación con relación al sol.

En este último voy a tratar de ser más “objetivo” y “racional”, si es que en algo lo podemos ser los humanos dado que desde mi punto de vista tanto la objetividad como la racionalidad son conceptos relativos, así que a quien Dios se las dé Santa Bárbara se las bendiga.

Quienes me conocen un poco saben que doy más valor e importancia a lo que se oculta a la física mirada y trato de ir más allá de lo aparente y externo y preguntarme por lo que en cada realidad externa se esconde.  Quizás sea porque hace años me encontré con esa otra realidad, la más importante, que no es visible a simple vista pero que está ahí esperando a que la descubramos y que me hizo vivir desde entonces  mirando hacia el interior.

Pero como el exterior está ahí con sus leyes físicas y de todo tipo, según la disciplina de que se trate, voy a procurar atenerme a ellas, aunque habrá más de un lector que lo pueda hacer mejor que yo.

¿Qué he logrado saber sobre la iglesia de Guerguitiáin en estos momentos en que se cierran y se abren las puertas solsticiales?



1º Sé que el maestro Petrus, el que dejó su firma en el capitel último del lado este, fue sin duda uno de los que trabajó en este lugar. Parece ser que fue quizás el maestro constructor principal porque se permitió transgredir la norma del anonimato imperante en su época y escribió “Petrus me fecit” e hizo de esta firma el centro del propio capitel.


2º Sé que el maestro Petrus fue un gran observador de la Naturaleza y de los diferentes entornos en que se movió, como refleja constantemente en los capiteles que talla y a raíz de la experiencia solitaria que pasé en Guerguitiáin en la noche del 20 al 21 de Junio, he llegado a la conclusión que a la vez era gran observador de los astros y que como a mí y a tantos millones de personas, como ha salido reflejado en todos los medios mundiales, le llamó la atención hace más de 800 años la conjunción de los planetas Venus y Júpiter con la Luna y así lo reflejó en uno de los capiteles de la portada, quizás el que contiene a su vez más carga teológica si se sabe leer el interior del mismo, aunque aparentemente no haya ningún símbolo religioso cristiano.


3º Sé que conocía el movimiento de los astros y que también fuera posible que conociera la oscilación de la Tierra a lo largo del año, pero aunque siguiera la norma imperante del Geocentrismo, para el caso obtuvo el mismo resultado a la hora de replantear la iglesia en el momento del Solsticio de Verano y como ha comentado mi amigo en este mundo de la nube informática, Rafael Fuster, supo conjugar la pura Astronomía con la Arquitectura. Los resultados están a la vista ahora que se han quitado los impedimentos que en un momento lo ocultaron.
  


  
4º Sé los puntos de referencia que tuvo para realizar su obra. Puntos que yo he situado por mi propia observación sobre el terreno y sé que uniéndolos con el tercero que es la propia iglesia, el ángulo formado es prácticamente el correspondiente a la oscilación de la Tierra en su Movimiento de Precesión.


...  

La verdad que me siento estos días muy contento con lo que he descubierto de san Martín de Guerguitiáin y de haber sido el primero en admirar este prodigio luminoso después de muchos años oculto.

Ojala sirva lo que os he transmitido para que esta iglesia, a pesar de que actualmente está en un despoblado y la mayoría de sus casas se han derrumbado; a pesar de que hay vecinos de Izagaondoa, nadie es profeta en su propia tierra y eso mismo le pasa al maestro Petrus, que siguen pensando y defendiendo que mejor no se hubiera restaurado porque ahí quién va a ir, dicen; a pesar de que la propia Corporación, (gestora de este bien cultural que pertenece al Valle de Izagaondoa, por lo que la propiedad es de todos los vecinos, no lo olvidemos) poco se preocupa con los hechos de hacer un proyecto viable que devuelva a Guerguitiáin a la vida partiendo de la obra restaurada de la iglesia de San Martín; ojala digo, sea uno de los motores del desarrollo cultural, social y económico del Valle de Izagaondoa y de su comarca.

Personalmente creo que estoy contribuyendo a ello en lo que puedo, aunque no sea el único, claro, pero a cada cual lo suyo.


Personalmente lo que he escrito y transmitido en estas cuatro entregas sobre San Martín de Guerguitiáin lo he dado gratis, sin otro interés de que Guerguitiáin no se pierda y porque yo mismo, gratis lo he recibido como don de la Naturaleza.

miércoles, 24 de junio de 2015

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN- III

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - III


Por Simeón Hidalgo Valencia (24-06-2015)


GUERGUITIÁIN (21 de Junio de 2015 a partir de las 4,30 horas solares)

Qué pena que todas las personas que estuvieron celebrando el solsticio de verano ayer, día 20, no disfrutaran con lo que yo vi y sentí a lo largo de la noche y de los primeros momentos del día 21.

El trino de los pájaros saludando la alborada me despertó de mis sueños y me volvieron a la realidad. Tal era la belleza de esta amanecida, que no tiene ni punto de comparación con la que hice en el equinoccio de otoño el día 23 de Septiembre de 2014.

En Septiembre con el equinoccio apenas hubo unos instantes en que asomó el sol. Sin embargo lo de hoy ha sido para guardarlo en la retina y en lo más hondo de la conciencia y del misterio, porque lo que vi y experimenté nunca lo había visto ni experimentado.

¡Bien merecería convocar al personal para la amanecida del próximo 21 de Junio del próximo 2016, aunque si no se dan las condiciones atmosféricas de hoy, el embrujo de la amanecida no se verá. ¿O no son condiciones atmosféricas las que se requieren para poder verlo?


Pero bueno, lejos queda aún el próximo año y sabe Dios lo que este espacio de tiempo nos deparará. Por ello, siguiendo al sabio griego Horacio viviré el momento a tope porque la vida es breve y no sé cuándo vendrá la Parca Morta y corte el hilo de mi vida. ¡Y bien que viví el momento y saqué fruto del mismo!


Quizás porque estaba solo conmigo mismo, quizás porque le salí al encuentro sin poner condiciones, abierto a lo que sucediera en esa madrugada, quizás porque es verdad eso de que en el silencio se manifiesta el Ser Supremo como un susurro de luz, lo cierto es que escuché el silencio y se me manifestó el Ser Supremo que da la vida a esta Tierra y me encontré con su halo misterioso circular de dorada luz.

Había visto fotos del típico y tópico rayo de luz que entra por la ventana absidial e ilumina el recinto sagrado, incidiendo sea en el altar, sea en su trayectoria en algún capitel o punto determinado buscado intencionadamente tal efecto por el maestro constructor de turno, siguiendo la sabiduría y el conocimiento de los antiguos constructores de Egipto, pero he de admitir que yo no vi más rayo que el que surgió repentino con la aparición del rojo sol en el horizonte.

En la alborada la iglesia de San Martín de Guerguitiáin estaba aún prácticamente a oscuras y sólo el vano alargado de la ventana abocinada de medio punto de su ábside se preparaba para el momento decisivo del nacimiento del sol. La tenue claridad de la amanecida se filtraba tímidamente por él. 


Volví al exterior y me puse bajo la ventana absidial. Eran las 4,30 solares. A partir de esos momentos sentí no poder tener el don de la bilocación para poder seguir bajo la ventana mirando al horizonte y a la vez dentro de la iglesia para ver el efecto del primer momento de la salida del sol en el recinto. Así que tuve que ir y venir raudo y veloz y a fe mía que me detuve más tiempo absorto por lo que vi en el interior.

Desde bajo la ventana ví esto y así lo muestro en imágenes sin retocar.
  








Corrí al interior de la iglesia para ver qué estaba pasando y llegué a tiempo en el que el sol se había levantado lo suficiente como para empezar a iluminar de oro la ventana, mientras el recinto salía de la oscuridad. Si no hubiera visto más que esta imagen me hubiera dado por satisfecho, pero…


… un vuelco me dio el corazón al instante siguiente en que la luz se me manifestó en su plenitud, como sol divino renacido que traspasa el alabastro sin romperlo ni mancharlo y me quedé estupefacto con tal visión. 


Silencio. Dios está aquí.



Boquiabierto me quedé como los dos personajes que el maestro Petrus esculpió en uno de los capiteles del fondo de la iglesia ante tal manifestación de gloria y poderío de la Naturaleza.

El círculo de la totalidad, el círculo del infinito, el círculo de la divinidad, el círculo protector ante todo mal estaba frente a mí y había penetrado y sacralizado el lugar. Sentí la llamada a renacer con la explosión de luz y de vida del solsticio de verano, momento en que el maestro Petrus de Guerguitiáin eligió para replantear esta iglesia para transmitir su mensaje de las creencias antiguas que rigen nuestras vidas desde el nacimiento de la humanidad, como lo dejó plasmado en la sencilla y popular portada donde las tradiciones antiguas están encriptadas bajo símbolos populares por él observados y colocados en el interior del marco formado por dos zarcillos de vid que se miran.

¡Qué grande fuiste, Maestro Petrus de Guerguitiáin! Bien mereces ser nombrado  y celebrado como HIJO PREDILECTO DE IZAGAONDOA.

Yo, al menos, así te considero.


Y otra cosa, MAESTRO,  hiciste muy bien en reivindicar tu obra, porque sólo tú has sido capaz de mostrarnos en su plenitud la luz divina.

(... continuará)



martes, 23 de junio de 2015

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - II

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - II


Por Simeón Hidalgo Valencia (23-06-2015)



*GUERGUITIÁIN (año del Señor de 1170)


Sólo el trino de los pájaros rompe el silencio. Cientos de voces anuncian la alborada del nuevo día, dispuestos a contemplar renacer una vez más al dios supremo de la Naturaleza y  levantar con ellos el vuelo. Hoy llegará al máximo su imperio sobre las tinieblas.

Su canto es más agudo que el de otros días, porque hoy han de despertar al maestro constructor, que es nuevo en el lugar. Ha llegado no se sabe desde donde, siguiendo el camino de las estrellas. Aquí se ha quedado por aceptar un encargo importante del señor de Guerguitiáin. Le ha encomendado construir una iglesia en piedra que sirva para la salvación de su alma, pero también para demostrar su poder frente a los señores de Besoia, Celigueta y Muguetazarra que rivalizan por construir la propia más grande y hermosa, según la moda del momento.

Durante el tiempo que lleva este ser extraño, lo han visto pasear por estos parajes solitarios, refugiados y medio escondidos a la sombra de la higa de Izaga donde cuatro chabolas conforman un pequeño señorío, cuyo amo quiere renovar su humilde oratorio de madera por una gran iglesia de sólidos sillares. El señor de Guerguitiáin desea sorprender a sus rivales con un gran recinto que sirva a la vez de sitio de oración y de refugio de sus gentes, de sus ganados, de sus víveres, de él mismo y de toda su familia, en tiempos de calamidades.

Lo han visto detenerse y contemplar todos los detalles del terreno, de los campos de trigo, de los majuelos, de los árboles del bosque y hasta escuchar atento el canto de algún que otro pajarillo y mirar las estrellas en las noches de luna nueva y por el día hacer garabatos con un palo sobre el terreno y borrarlos con las sandalias que calza y volver a hacer líneas y dibujos y borrarlos de nuevo, absorto en sus ideas y hasta le han observado trabajar encorvado martilleando la piedra y curiosos se han acercado a ver los motivos que tallaba.

Lo han visto los dos últimos días más activo al frente de sus ayudantes, a los que ha encomendado allanar una pequeña loma del terreno y observar más atento el horizonte al punto del amanecer. Parece que como ellos espera algo del sol.

De víspera lo han visto preparar unas varas de avellano bien rectas y clavar una de ellas en el terreno aplanado. -¿Qué irá a hacer este hombre?- se preguntan unos a otros. Parece que su trabajo comenzará de par de mañana con el alba. Por eso han entonado sus cantos más fuertes que de costumbre.

El maestro cantero se ha despertado el primero con el canto de los pájaros y a empellones ha hecho que se levanten sus discípulos. -Es la hora-, les ha dicho como saludo y se ha puesto a trabajar.

Cada cual se ha dedicado raudo a la tarea encomendada y ensayada desde hace días, pues es necesario trabajar con precisión y rapidez pues el instante es el que es y el día propicio es el que amanece hoy.

Afortunadamente la noche ha sido despejada y el cielo nocturno ha lucido con millones de estrellas en esa Vía Láctea surgida del pecho de la diosa griega Hera.

No hay tiempo que perder. Los bártulos para esta tarea están todos preparados. En la vara de avellano ya colocada de víspera en el punto indicado por el maestro se inserta la pieza circular que servirá de referencia. Otra segunda vara, igual que la ya dispuesta porta el primer ayudante oficial para entregársela en su momento al maestro. El aprendiz más adelantado, de los dos que tiene a su costa el maestro, porta la cuerda de doce nudos, colocados a la distancia de un codo uno de otro. La cal, los azadones, los picos, las estacas, los cordeles,… todo lo necesario. No falta nada.


Así esperan la salida del sol. Con el primer rayo que surja desde el horizonte buscará el maestro el eje central de la iglesia que va a levantar. Junto a él, el fraile del lugar reza a Jesús, el nuevo sol invictus, para que todo salga perfecto. 

Se hace el silencio. Se contiene la respiración. Es el momento. Se adivina un alo de luz que se eleva sigiloso pasando del tono anaranjado al blanquecino y de éste al amarillo y un punto luminoso aparece por el horizonte y de repente, ante el asombro del señor de Guerguitiáin y de los lugareños que han acudido, se escucha un ¡oooooh! de admiración.


En un instante un solitario rayo de luz de oro sale despedido directo hacia la explanada preparada.

Rápidamente el maestro busca la luz y la sombra de la vara colocada de víspera y coloca la que le entrega su oficial haciendo coincidir en una sola línea el rayo de luz despedido desde el horizonte, la vara que está fija y que ya extiende su alargada sombra hacia él y sobre ella clava la segunda vara.  Los aprendices unen las dos varas con el cordel que han desenrollado y se aseguran de que quede bien tenso sobre el suelo.

Afortunadamente el amanecer ha sido despejado y han tenido un bello  y generoso sol que ha hecho posible trazar el eje de la iglesia. La primera, principal y básica tarea ha salido a la perfección. A partir de aquí con la cuerda de 12 nudos se buscarán las escuadras y se darán las medidas para la largura y anchura del rectángulo que formará la nave del recinto y con un cordel de la mitad de la anchura de la nave se hará la semicircunferencia que delimitará el ábside. Luego habrá que repetir toda la operación para hacer el grosor de los cierres perimetrales y marcar rincones y esquinas con estacas y echar cordeles paralelos que indiquen los grosores  y empezar a excavar los cimientos y hacer la mezcla de la masa con arena, cal y agua en las debidas proporciones… pero eso para el maestro constructor es pan comido. Lo importante y básico es que  el eje de la planta de su iglesia, suya porque él la va a construir, está ya bien marcado.

El monje del lugar da gracias a Dios y a San Rodolfo por haber ganado la batalla al mal tiempo y porque el sol ha salido por el horizonte esta mañana del 21 de Junio del año del Señor de 1170 y todos, el señor de Guerguitiáin, sus súbditos y el monje del lugar bautizan al recinto que a partir de aquí se levantará y lo dedican a San Martín de Tours, para que los proteja a ellos en su peregrinaje en esta vida y a los penitentes peregrinos que llegan hasta Guerguitiáin y siguen el camino de las estrellas hasta la tumba del apóstol Santiago en los confines del fin del mundo. 




(… continuará)

lunes, 22 de junio de 2015

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - I

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - I


Por Simeón Hidalgo Valencia (22-06-2015)

Escribí con fecha del 25-09-2014 un artículo con el mismo nombre realizado con ocasión del Equinoccio de Otoño, que después de las observaciones realizadas el día 21 de Junio de 2015 con ocasión del Solsticio de Verano tengo que corregir en algunas de las afirmaciones o supuestos que comentaba entonces.

Reescribo con los nuevos datos el artículo porque lo que vi y comprobé en la madrugada del día 21 de Junio del presente pienso que no da lugar a la duda y lleva la cuestión a una más justa realidad.



*EQUINOCCIO DE OTOÑO (23 de Septiembre de 2014)

Fue al despuntar el alba del día 23 de Septiembre de 2014, cuando me presenté en el despoblado de Guerguitiáin. El objetivo era comprobar la orientación de la iglesia de San Martín y de paso observar el efecto de la luz equinoccial sobre la misma, eso que se ha dado en llamar “el milagro de la luz”.

Era algo que tenía pendiente y que en fecha tan señalada podría observar, siempre y cuando el tiempo climatológico fuera propicio y permitiera al sol brillar desde el primer momento de su aparición por el horizonte.

Aunque ya la puerta del edificio estaba cerrada con cadena y candado no eché en falta el no poder entrar porque al observar la alborada me di cuenta de que el primer rayo de sol no iba a penetrar por el ventanal del ábside e indicar con su luz el eje de la iglesia y de que el maestro Petrus no replanteó este edificio en época equinoccial, fuera con la llegada de la primavera, fuera con la del otoño, como es el caso.

De todas formas pude comprobar su orientación teniendo como punto de referencia el día y el momento en que el eje de la Tierra estaba en su punto central y se encaminaba a recorrer los 23,5º hasta el solsticio de invierno. En la escuela estudié que era este el momento para orientar las veletas. El Este apuntando al lugar de la salida del sol y el Oeste hacia el lugar de su ocaso y también para saber orientarnos teniendo como referencia al sol. [1]

Las nuevas tecnología de los móviles a través de la aplicación de la brújula me sitúa la iglesia de Guerguitiáin en los 42º 40´ 58´´ N y los 1º 23´ 17´´ O  y me señala, al situarme debajo de la ventana del ábside, que el eje de la iglesia está a los 68º NE. Lo anterior se puede comprobar en cualquier momento del año, pero hoy, 23 de Septiembre, día en que ha comenzado el otoño, cuento con el dato de la aparición del sol, al que veo asomar tímidamente a mi derecha, en el punto del Este.

Al observar la fotografía siguiente se puede ver el momento en que en un día nublado como hoy asoman los miedosos rayos apuntando hacia la zona de la sacristía. 

  
Amanecer desde Guerguitiáin el día 23 de Septiembre de 2014. 


Como vemos en este croquis de la planta de la iglesia de San Martín de Guerguitiáin su eje se encuentra en torno a los 68º NE, por lo que el sol, no llega a entrar al amanecer por el hueco de la ventana del ábside en los equinoccios ni en el solsticio de invierno, pues con  los ángulos de orientación siempre el sol del amanecer incide a la derecha de la ventana absidial. En los equinoccios a unos 23º de la misma, que marca el Este, y en el solsticio de invierno a unos  113º sureste.





 *SOLSTICIO DE VERANO (21 de Junio de 2015)

Al terminar la preciosa celebración del solsticio de verano en Guerguitiáin  el día 20 de Junio pasado, a la que acudieron más de 80 personas, como iba ya preparado, pues quería comprobar si realmente la iglesia de San Martín de Guerguitiáin fue replanteada por el maestro Petrus en este momento, allá por los finales del siglo XII, me quedé a pasar la noche en el despoblado lugar.

Solo con mi propia soledad, en medio del silencio, descubrí lo que este paraje exento de contaminación lumínica me mostró en una noche limpia y despejada en la que reviví mis años de adolescencia y juventud contemplando la grandeza y enormidad de un cielo cubierto por millones de estrellas formando la Vía Láctea.

Ese momento misterioso de fecundo orgasmo  vino precedido por los primeros astros que divisé, a duermevela entre las últimas luces del ocaso y la llegada de la oscuridad,  presididos por la diosa Luna en creciente, escoltada por Venus, la diosa del amor, lucero de la noche y del alba, y por Júpiter, padre de todos los dioses,  que dirían los antiguos.


Jugando con los dioses estuve hasta que Morfeo me venció, pero en este juego me dio tiempo a situarlos a mi gusto en el escenario abierto, buscando los puntos de mira más sugerentes y pensé en las noches en que el maestro Petrus paseó observando en silencio la Naturaleza nocturna de este lugar y sobre todo en la noche previa al replanteo que iba a realizar al día siguiente.





Pienso que, como yo, se fijó en estos dioses que cierran la Primavera y anuncian la llegada del Verano y se dijo para sí que había de plasmarlos en las tallas que para la portada de la futura iglesia de San Martín haría por encargo del señor del lugar.


Su vigilia se extendió hasta encontrar el momento en que Luna, Venus y Júpiter se reúnen a decidir sobre el destino de los mortales y para mostrarles, por si acaso, el camino por si lo quieren seguir, aunque para seguirlo no se lo pondrá fácil pues tendrán que descubrirlo ellos mismos. Él lo escribirá con su lenguaje de símbolos sobre la piedra para que dure por los siglos. Alguien vendrá que lo sepa descifrar, se dice a sí mismo.

No sé si lo pienso, lo sueño o lo veo realmente, cual una aparición, pero allí hay alguien encorvado cincelando con ritmo musical el instante elegido. A la luz tenue de una pequeña hoguera el profundo silencio de la noche se rompe con el martilleo continuo que despierta e ilumina mi mente y me hace salir fuera del coche para ver quién es el causante de mi desvelo. No veo a nadie, pero oigo la cadencia delicada de la maza sobre el cincel. Sobre mi cabeza millones de ojos escuchan también y parpadean para enfocar el origen de ese extraño martilleo en el silencio de la noche.

Los dioses han seguido cada cual su camino después de posar para esa extraña sombra encorvada apenas visible ya. La llama se ha apagado y sólo el rescoldo amarillento me lo hace adivinar. El encorvado deja sus bártulos de oficio y se retira a descansar hasta que el canto de los pájaros anuncien el nuevo alba y recen los laudes  los monjes del lugar.

Algo hay en medio del camino. Lo toco. Adivino siluetas y me parece que siento  grabado a los dioses huidos. Avivo el fuego mortecino y en el fugaz resplandor contemplo la obra adelantada de un capitel para la iglesia que se replantea en unas horas.


Sí, aquí están petrificados los dioses de la noche. La Luna, Venus y Júpiter y junto a ellos el dios supremo que rige el día. El Sol… y un pajarito y tres hojas rodeadas por la mitad de la mandorla y unos zarcillos de vid y… una firma.

“Petrus me fecit” llego a leer.



Como ha podido ha plasmado a los dioses a la manera que los ha visto reunidos.

 ¿Pero es sueño o es realidad?

Voy a tocarlo de nuevo y mis manos penetran el vacío y un canto me llega melodioso de los pájaros del bosque  y un horizonte se ilumina.

Me despierto.

Es el alba del día 21 de Junio de 2015.



(…continuará)




[1] http://sac.csic.es/unawe/Animaciones/Movimientos%20de%20la%20Tierra.pdf