lunes, 22 de junio de 2015

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - I

LA IGLESIA DE SAN MARTÍN DE GUERGUITIÁIN - I


Por Simeón Hidalgo Valencia (22-06-2015)

Escribí con fecha del 25-09-2014 un artículo con el mismo nombre realizado con ocasión del Equinoccio de Otoño, que después de las observaciones realizadas el día 21 de Junio de 2015 con ocasión del Solsticio de Verano tengo que corregir en algunas de las afirmaciones o supuestos que comentaba entonces.

Reescribo con los nuevos datos el artículo porque lo que vi y comprobé en la madrugada del día 21 de Junio del presente pienso que no da lugar a la duda y lleva la cuestión a una más justa realidad.



*EQUINOCCIO DE OTOÑO (23 de Septiembre de 2014)

Fue al despuntar el alba del día 23 de Septiembre de 2014, cuando me presenté en el despoblado de Guerguitiáin. El objetivo era comprobar la orientación de la iglesia de San Martín y de paso observar el efecto de la luz equinoccial sobre la misma, eso que se ha dado en llamar “el milagro de la luz”.

Era algo que tenía pendiente y que en fecha tan señalada podría observar, siempre y cuando el tiempo climatológico fuera propicio y permitiera al sol brillar desde el primer momento de su aparición por el horizonte.

Aunque ya la puerta del edificio estaba cerrada con cadena y candado no eché en falta el no poder entrar porque al observar la alborada me di cuenta de que el primer rayo de sol no iba a penetrar por el ventanal del ábside e indicar con su luz el eje de la iglesia y de que el maestro Petrus no replanteó este edificio en época equinoccial, fuera con la llegada de la primavera, fuera con la del otoño, como es el caso.

De todas formas pude comprobar su orientación teniendo como punto de referencia el día y el momento en que el eje de la Tierra estaba en su punto central y se encaminaba a recorrer los 23,5º hasta el solsticio de invierno. En la escuela estudié que era este el momento para orientar las veletas. El Este apuntando al lugar de la salida del sol y el Oeste hacia el lugar de su ocaso y también para saber orientarnos teniendo como referencia al sol. [1]

Las nuevas tecnología de los móviles a través de la aplicación de la brújula me sitúa la iglesia de Guerguitiáin en los 42º 40´ 58´´ N y los 1º 23´ 17´´ O  y me señala, al situarme debajo de la ventana del ábside, que el eje de la iglesia está a los 68º NE. Lo anterior se puede comprobar en cualquier momento del año, pero hoy, 23 de Septiembre, día en que ha comenzado el otoño, cuento con el dato de la aparición del sol, al que veo asomar tímidamente a mi derecha, en el punto del Este.

Al observar la fotografía siguiente se puede ver el momento en que en un día nublado como hoy asoman los miedosos rayos apuntando hacia la zona de la sacristía. 

  
Amanecer desde Guerguitiáin el día 23 de Septiembre de 2014. 


Como vemos en este croquis de la planta de la iglesia de San Martín de Guerguitiáin su eje se encuentra en torno a los 68º NE, por lo que el sol, no llega a entrar al amanecer por el hueco de la ventana del ábside en los equinoccios ni en el solsticio de invierno, pues con  los ángulos de orientación siempre el sol del amanecer incide a la derecha de la ventana absidial. En los equinoccios a unos 23º de la misma, que marca el Este, y en el solsticio de invierno a unos  113º sureste.





 *SOLSTICIO DE VERANO (21 de Junio de 2015)

Al terminar la preciosa celebración del solsticio de verano en Guerguitiáin  el día 20 de Junio pasado, a la que acudieron más de 80 personas, como iba ya preparado, pues quería comprobar si realmente la iglesia de San Martín de Guerguitiáin fue replanteada por el maestro Petrus en este momento, allá por los finales del siglo XII, me quedé a pasar la noche en el despoblado lugar.

Solo con mi propia soledad, en medio del silencio, descubrí lo que este paraje exento de contaminación lumínica me mostró en una noche limpia y despejada en la que reviví mis años de adolescencia y juventud contemplando la grandeza y enormidad de un cielo cubierto por millones de estrellas formando la Vía Láctea.

Ese momento misterioso de fecundo orgasmo  vino precedido por los primeros astros que divisé, a duermevela entre las últimas luces del ocaso y la llegada de la oscuridad,  presididos por la diosa Luna en creciente, escoltada por Venus, la diosa del amor, lucero de la noche y del alba, y por Júpiter, padre de todos los dioses,  que dirían los antiguos.


Jugando con los dioses estuve hasta que Morfeo me venció, pero en este juego me dio tiempo a situarlos a mi gusto en el escenario abierto, buscando los puntos de mira más sugerentes y pensé en las noches en que el maestro Petrus paseó observando en silencio la Naturaleza nocturna de este lugar y sobre todo en la noche previa al replanteo que iba a realizar al día siguiente.





Pienso que, como yo, se fijó en estos dioses que cierran la Primavera y anuncian la llegada del Verano y se dijo para sí que había de plasmarlos en las tallas que para la portada de la futura iglesia de San Martín haría por encargo del señor del lugar.


Su vigilia se extendió hasta encontrar el momento en que Luna, Venus y Júpiter se reúnen a decidir sobre el destino de los mortales y para mostrarles, por si acaso, el camino por si lo quieren seguir, aunque para seguirlo no se lo pondrá fácil pues tendrán que descubrirlo ellos mismos. Él lo escribirá con su lenguaje de símbolos sobre la piedra para que dure por los siglos. Alguien vendrá que lo sepa descifrar, se dice a sí mismo.

No sé si lo pienso, lo sueño o lo veo realmente, cual una aparición, pero allí hay alguien encorvado cincelando con ritmo musical el instante elegido. A la luz tenue de una pequeña hoguera el profundo silencio de la noche se rompe con el martilleo continuo que despierta e ilumina mi mente y me hace salir fuera del coche para ver quién es el causante de mi desvelo. No veo a nadie, pero oigo la cadencia delicada de la maza sobre el cincel. Sobre mi cabeza millones de ojos escuchan también y parpadean para enfocar el origen de ese extraño martilleo en el silencio de la noche.

Los dioses han seguido cada cual su camino después de posar para esa extraña sombra encorvada apenas visible ya. La llama se ha apagado y sólo el rescoldo amarillento me lo hace adivinar. El encorvado deja sus bártulos de oficio y se retira a descansar hasta que el canto de los pájaros anuncien el nuevo alba y recen los laudes  los monjes del lugar.

Algo hay en medio del camino. Lo toco. Adivino siluetas y me parece que siento  grabado a los dioses huidos. Avivo el fuego mortecino y en el fugaz resplandor contemplo la obra adelantada de un capitel para la iglesia que se replantea en unas horas.


Sí, aquí están petrificados los dioses de la noche. La Luna, Venus y Júpiter y junto a ellos el dios supremo que rige el día. El Sol… y un pajarito y tres hojas rodeadas por la mitad de la mandorla y unos zarcillos de vid y… una firma.

“Petrus me fecit” llego a leer.



Como ha podido ha plasmado a los dioses a la manera que los ha visto reunidos.

 ¿Pero es sueño o es realidad?

Voy a tocarlo de nuevo y mis manos penetran el vacío y un canto me llega melodioso de los pájaros del bosque  y un horizonte se ilumina.

Me despierto.

Es el alba del día 21 de Junio de 2015.



(…continuará)




[1] http://sac.csic.es/unawe/Animaciones/Movimientos%20de%20la%20Tierra.pdf

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