YO CIERRO, YO ABRO.
Por Simeón Hidalgo Valencia (30-12-2014)
Hace un par de meses mi amigo y socio fundador de la Asociación Grupo
Valle de Izagaondoa, Mikel Zuza Viniegra, terminaba su artículo titulado
“Albaniaondoa” agradeciéndome el que le hubiera hecho recordar al infante Don
Luis I de Beaumont, hermano del rey de Navarra Carlos II, a propósito del
escudo pintado en la iglesia de San Martín de Ardanaz de Izagaondoa
correspondiente, parece ser, al tal Don Luis de la dinastía Evreux. Además
invitaba a sus lectores a que se acercaran a visitar este testimonio único en
Navarra realizado, junto al resto de las pinturas murales, a mediados del siglo
XIV. [1]
Ahora soy yo quien le agradece el haber despejado la laguna que sobre
dichas armas tenía, pues aunque era clara la dinastía, no así la rama de la
misma que avaló con su autoridad de infante gobernador del reino de Navarra la
del mismo señor de Grez, cuyas armas aparecen al mismo nivel que las de Navarra
– Evreux de Don Luis, y como él también invito a mis lectores a que se acerquen
hasta Ardanaz de Izagaondoa a contemplar este caso único junto al único,
también en Navarra hasta el momento, calendario o almanaque medieval pintado en
uno de los arcos fajones de la bóveda de la iglesia, descubierto y recuperado
tras las obras del 2002.
Aunque sabemos de otros almanaques medievales navarros, éste y el
tallado en las claves de piedra del claustro de la Catedral de Pamplona son los
dos que se pueden contemplar en su lugar de origen. Otros, como los pintados en
los frontales de madera de los altares de las iglesias de Góngora y Arteta se
encuentran en la actualidad en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y
parece que uno más también emigró de Navarra hasta Turín formando parte de la Colección
Gualino de la Galleria Sabanda.
He logrado las imágenes del frontal del antiguo altar de Arteta en
visita virtual por la página web del citado museo catalán y, como en los
calendarios de Ardanaz y de la Catedral, el mes de Enero, IANVARIVS, lo preside
la figura del dios romano JANO al que se representa con sendas llaves en sus
manos, como señor del tiempo que es. “Yo cierro. Yo abro”, parece decirnos en
los tres casos. Sea desde la representación bicéfala de la clave del claustro
catedralicio, sea desde los tres rostros pintados en Ardanaz y Arteta o
esculpidos en Artáiz, Iriso y Garitoain.
Y ha sido la lectura del último artículo del genial Mikel que titula “OBRA” [2] quien me ha hecho
cambiar el rumbo inicial que había dado al presente escrito antes de cerrar,
cual Jano, el presente año y abrir el nuevo en este ciclo irremediable de la
vida.
Y he visto aquí representado el poder superior, el dios, el sino, que rige
el destino de los humanos. He descubierto a los humanos obligados a caminar por
la senda que los poderes superiores, los dioses y los sinos, les ponen delante.
Si se apartaran de ese camino irremediablemente serán castigados y
condenados, porque el poder tiene la llave y la llave da el poder. Por ello, a
su antojo, poder superior, dios o sino, cierra a cada momento el pasado y abre el porvenir. Por ello, los humanos
ofrecen sacrificios al poder, al dios o al sino, y se alían a él solicitando un
tiempo nuevo venturoso lleno de paz y de felicidad, abriendo las puertas del
castillo o templo del poder sólo en tiempos de necesidad.
Pero un gesto lo cambia todo cuando el poder superior, el dios, el
sino, se da cuenta de que trazando el camino no ha creado más que viles
esclavos que le obedecen por miedo y quiere experimentar qué sienten esos
humanos a los que desde los comienzos del tiempo ha regido, desde la altura de
su sólido y seguro almenar, por mandamientos de obligado cumplimiento, y se
decide a poner remedio.
Baja el poder superior, el dios, el sino, los peldaños de piedra de su
atalaya sin olvidarse de las llaves y pisa por primera vez la tierra que desde
su aparición pisan los humanos, se pone a su nivel y hasta inclina reverente
hacia ellos su rostro ofreciéndoles las llaves. Piensa que es el mejor regalo
que les puede hacer.
-Que
sean ellos los que ostenten el poder, los que dispongan de las llaves y abran y
cierren a su gusto, se dice.
-Que sean ellos los que marquen
su propio camino y su propio destino, repite.
- Quizás así, cuando regrese a la
seguridad de mi torre y los contemple desde lo alto veré la felicidad en sus
rostros.
Desde su propio poder y libertad los humanos han trazado, desde
entonces, múltiples caminos que andan y desandan. Han probado infinitas
cerraduras y han logrado abrir algunas puertas por las que entran y salen. Han construido
sus propias sociedades y todo un mundo de ideas, de creencias y de relaciones.
Ahora, cual nuevos Janos, poseemos las llaves. Tenemos el poder y como
en estos tiempo se dice “Podemos”.
¿Qué nos impedirá trazarnos los caminos?