UN
QUINQUENIO PARA ZOROQUIAIN. (VALLE DE UNCITI) NAVARRA.
Por
Simeón Hidalgo Valencia (09 de noviembre de 2018)
Al poco de enterarme de que en el
despoblado lugar de Zoroquiain había un grupo de personas que estaban
realizando un proyecto de volver a darlo vida, me personé a ver si contactaba
con alguna de ellas para que me contara sus inquietudes y planes para este
lugar del Valle de Unciti.
Lo conocía de años
atrás y siempre que me acercaba a él me embargaba la misma sensación que otros
muchos pueblos ya abandonados y arruinados, que son las rúbricas palpables de
la sentencia de muerte dictada de antemano para muchos de los que componen el prepirineo
navarro.
En medio de su
desolación, ruina y abandono, algunos de ellos, al menos, han visto su vida
prolongada al recibir jóvenes “okupas” que al menos han mantenido y mantienen
hoy en día el pábilo encendido de la llama de la esperanza, pero eso de “okupa”
para algunos oídos suena muy mal y por ello alguien me preguntó en su momento
que si también en Zoroquiain eran “okupas” los que pretendían llevar adelante
el proyecto de volver a darlo vida.
Cuando me personé en el
pueblo me encontré con Iosu, un joven dinámico y optimista que me informó con
ilusión del plan de vida que ese grupo denominado y registrado como Asociación
Vecinal “Errekazar” querían realizar.
No, no eran “okupas”
pero, aún así, para más de una persona era algo raro y sospechoso el que hubiera gente dispuesta a
comprar una casa arruinada con la idea de recuperarla e irse a vivir a un
despoblado.
…
El soleado domingo, día
21 de octubre, después de investigar de nuevo dentro del aljibe del castillo de
Monreal, me acerqué de nuevo hasta Zoroquiain, pues quería ver de primera mano
los avances realizados, tanto en las calles del pueblo, como en las casas y
sobre todo en el Centro Social, antigua iglesia del lugar comprada al Arzobispado
de Pamplona.
Cuando llego, lo
primero que diviso es la fuente del pueblo con su aska restaurada que da de
nuevo agua a la comunidad. Junto a la fuente el colorido de unos juegos
infantiles sobre un recinto de arena. Camionetas aparcadas. Al fondo de la
calle principal hay unos niños con sus jóvenes madres. Una cama elástica para
recreo y diversión de los mismos. Movimiento y trajín terminando las últimas
tareas en una tarde que declina. El trabajo se desarrolla en el Centro Social y
el cambio externo e interno se nota a simple vista. Se trabaja en auzolan. Se
trabaja en equipo y cual hormigas cada cual está en su tarea. Comparto saludo
con cada miembro del colectivo y Iosu, desde el tejado de la cocina del Centro
Social, me saluda. Está a punto de rematar la tarea y cuando acaba, baja. Nos
saludamos y me pone al día de los avances logrados en el tiempo que llevan con
el proyecto.
-¿Cuántos años hace que
empezasteis?
-Ya hemos hecho los
cinco años.
-¡Ya cinco años! ¡Cómo
pasa el tiempo! Oye. Veo que hay un par de casas que están en venta.
-Sí. Una es de unos del
grupo que han tomado otro camino.
-Bueno. A ver si tenéis
suerte y se anima alguien más a venir a Zoroquiain.
Después me invita a ver
el interior de la antigua iglesia y a subir hasta la torre y allí el trabajo
realizado se hace más evidente. Este proyecto de recuperar la antigua iglesia
como Centro Social del colectivo Errekazar dentro del programa MECNA del
Gobierno de Navarra va dando sus frutos y marca la senda y en este caso es, a
mi parecer, un ejemplo a seguir por otros organismos para que de manera ágil
posibiliten la recuperación de un lugar que de despoblado quiere pasar a la
categoría de habitado.
Las imágenes hablan por
sí solas y ver el antes y el después de algunas de ellas se convierte en el
mejor certificado de que se va en serio.
Zoroquiain – Zorokiain ya
tiene vida y está habitado, aunque de las chimeneas de sus casas no salga aún
el humo que indique que en su interior hay un hogar caliente y acogedor.
¿Cuándo podrá mi amigo
Iosu encender el fuego de su hogar en Zoroquiain-Zorokiain?
Iosu nos presenta el proyecto:
Iosu nos presenta el proyecto:
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