ZOLINA: CAPITEL NÚMERO 11 DEL PETRUS MUSEUM
Por Simeón Hidalgo Valencia (29-08-2014)
Hace unos días comentaba el zafarrancho que montamos en la iglesia de
Zolina, con permiso del párroco, D. Eugenio Lekumberri, para poder reproducir
uno de sus capiteles que, como ya saben mis lectores, tienen todos los visos de
pertenecer a la escuela del maestro cantero Petrus de Guerguitiáin.[1]
Después del trabajo silencioso del moderno y joven cantero Joseba
Lekuona en su taller de Noáin, me llama para decirme que ya lo tiene terminado
y para quedar para llevarlo al valle de Izagaondoa con el resto de la colección
que se mostrará en el PETRUS MUSEUM, cuya sede se prepara poco a poco en la
Casa Zandueta de Lizarraga.
Aquí lo tenéis diseccionado para que se aprecie en todos sus detalles.
Por ellos podemos ver cómo hay un cambio en la estética de este cantero o de su
escuela. Manteniendo la sencillez de su trazado juega aquí con los zarcillos de
la vid cruzándolos a manera de cruz de San Andrés tanto en las caras laterales
como en la parte central de su cara frontal.
En las dos esquinas de los encuentros de las caras mantiene la tónica
de su estilo, colocando sendos zarcillos de la vid enfrentados y dentro de ellos
labra una semiesfera que, como hemos visto en el caso de Vesolla, bien pudiera
representar a la hogaza de pan, siguiendo la simbología del alimento, muy
frecuente en la temática petrina, que se relaciona para el cristiano con el
cuerpo de Jesús.
En otros lugares hemos visto dentro de los zarcillos la propia firma de
Petrus, con el ya famoso “PETRUS ME
FECIT”, o el racimo de uvas, o la espiga de trigo, o la runa de la vida, o
el símbolo del cordero, o la hogaza de pan, o la rueda solar de ocho radios interpretado
a la vez como un Crismón, o la corriente de agua, o unas palomas, o unos
pájaros carpinteros, o la cara de un clérigo bendiciendo a la pareja que tiene
a sus lados, o forma con ellos los ojos del rostro de Jesús.
Es un estilo sencillo, popular, sincero, en contacto con la Naturaleza
de la que se inspira sirviéndose de los elementos cotidianos que veían sus
contemporáneos por lo que la comprensión de estos símbolos les resultaría muy
fácil de interpretar. Bastaba fijarse en el motivo central enmarcado por los
zarcillos para saber que a ese detalle había que dar importancia. Un lenguaje
comprensible para los analfabetos del siglo XII-XIII, aunque bastante difícil
de comprender para los cibernéticos ilustrados humanos del siglo XXI.
El PETRUS MUSEUM, en el que trabaja la Asociación Grupo Valle de
Izagaondoa, quiere facilitar a las gentes de hoy su lectura y comprensión para
lograr que el mensaje de esta escuela de canteros medievales no se pierda
después de los 800 años transcurridos desde su ejecución. En ello trabajamos
con ilusión, pues es quizás el mejor Patrimonio que tenemos en el valle y es
nuestro deber darlo a conocer. Quizás se pueda convertir, con el tiempo, en el
motor de su propio renacer.
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