viernes, 19 de agosto de 2016

ARTÁIZ. LUGAR TORREADO

ARTÁIZ. LUGAR TORREADO.

Por Simeón Hidalgo Valencia (10 de Agosto de 2016)

Quien recorra con calma las ciudades, villas y lugares de Navarra, se topará por doquier con abundantes muestras de antiguas torres medievales formando parte de casas señoriales de cabo de armería unas, de restos de antiguos castillos y palacios otras, o erguidas solitarias como vigías oteando el horizonte.

Me vienen a la memoria ejemplos cercanos como los restos de la torre circular del antiguo castillo de Leguin.

 La cercana y abandonada de Mendinueta levantada sobre la roca viva.

La desconocida torre románica de Reta, lugar que llegó a tener en su caserío hasta, al menos, cinco torres.


Las restauradas torres de Celigueta, de Liberri, Ayanz o Yarnoz.





Las reconvertidas en casas rurales de Grez y de Lerruz…




 …o en moderno centro cultural como la de Olcoz, amén de otras muchas que en cada ciudad, villa o lugar levantaron sus pudientes señores, que sería imposible de enumerar.

Todas ellas formaron una intrincada red de vigilancia y de comunicaciones destinada a asegurar la defensa del reino de Navarra en su conjunto y, más al detalle, de las parcelas de poder de cada señorío.

Una de esas torres cercanas que tenía ganas de conocer por su interior y descubrir algunos de sus posibles secretos, era la Gran Torre de Artáiz, la Dorrezarra, la Torre Vieja o la Torre Antigua del lugar de Artáiz.

Tuve ocasión de cumplir este deseo a raíz de las obras de su cubierta, pues las fuertes nevadas del invierno del año de 2015 dieron con sus tejas por los suelos. Cuando se realizaban los últimos toques, los hermanos José Javier y Argimiro Aldaba Redín, de Casa Loperena, sus actuales dueños, me permitieron inspeccionarla, sacar algunas fotografías, hacer mediciones, realizar croquis sobre el terreno y en general admirarme por lo que vi en su interior, prometiéndoles que escribiría sobre esta torre y que les informaría del resultado para su conocimiento.

Ha pasado más de un año desde entonces y, ya que estaba en tarea, he modificado el objetivo inicial ampliándolo a todo el lugar de Artáiz. Por ello, en esta investigación analizaré, hasta donde pueda, también otras torres del lugar, cuyos dueños me abrieron sus puertas para conocerlas. 

Ahora, pues, estoy en condiciones de anunciar de que este trabajo verá la luz en el otoño próximo bajo el título: “Artáiz. Lugar torreado”.

Y no son una ni dos las torres que he localizado en Artáiz, sino como mínimo, seguras, nueve, aunque pudiera conservarse huellas de alguna más.

Son las siguientes:

01.- La Torre - Dorrezarra
02.- La torre antigua del Palacio Aldunate.
03.- La torre gótica del Palacio Aldunate.
04.- La torre de la casa Agorreta. (Desaparecida)
05.- La torre de casa Ustárroz.
06.- La torre de Casa Chancho. Txantxo. Esnozena.
07.- La torre de Casa Apezarrarena -  Garcivilla.
08.- La torre  de Casa Moreca (Desaparecida)
09.- ¿La torre de Casa Loperena?
10.- La torre de la iglesia de San Martín.

Fotografía aérea de Artáiz de 1929,  con la situación de las posibles  torres.

Viendo esta fotografía cabe pensar que Artáiz, en otros tiempos fuera un lugar, si no fortificado, sí bien defendido y vigilado por tantas torres, al igual que he sugerido en otro momento del lugar de Reta, pero mientras no se haga una labor de arqueología, la afirmación de un posible recinto amurallado se queda sólo en conjetura, aunque haya un par de características arquitectónicas que abogan a su favor:

En primer lugar la propia configuración de su caserío apiñado casi en círculo y levantado sobre una loma con sucesivos taludes que salvar, como se puede apreciar sobre el terreno.

En segundo lugar los restos de las antiguas torres que se conservan hoy en día, que antiguamente serían las cabezas visibles de las familias nobles que habitaban el lugar, lugar de señorío compartido de carácter civil y religioso, que en tiempos dominaban en la zona.


Esto es un anticipo de lo que se dará a conocer en su momento, quizás a manera de libro, según cómo ande la economía. Ya veremos.

Esta investigación no la he realizado solo, sino que como con otros trabajos, por ejemplo “El molino de Urbicáin” o “Las claves de Izagaondoa” y más de un artículo de mi blog, he contado con los conocimientos documentales de mi amigo y compañero de la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa, Xabier Itulain Irurita, experto en temas de la historia y devenir de las casas de la comarca de Izaga y sus moradores. Mi agradecimiento y reconocimiento personal.

Con este trabajo las gentes de Artáiz van a ver salir a la luz parte de su propia historia, de sus casas, de sus antepasados, desde los tiempos en que allá por el siglo XII se levantó por mente preclara y manos artísticas la hermosa iglesia románica de San Martín de Artáiz, pasando por los avatares de la Guerra de la Navarrería y la destrucción de su caserío, hasta su recuperación gracias al Amejoramiento General del Fuero a partir de 1330 y el resurgir urbanístico cuya principal marca la tenemos en la gran torre antigua del siglo XIV: la Dorrezarra, que capitanea otras serie de casas-torre de las familias hidalgas del lugar.

Bien merece conocerse y valorarse que Artáiz fue, en otros tiempos de mayor incertidumbre, un lugar torreado.

jueves, 4 de agosto de 2016

DE PASEO POR ILURDOTZ - VALLE DE ESTERÍBAR - NAVARRA

DE PASEO POR ILURDOTZ – VALLE DE ESTERÍBAR - NAVARRA


Por Simeón Hidalgo Valencia (04 de Agosto de 2016)



En la tarde soleada del 1 de agosto de 2016 me acerqué con mi nuevo compañero de aventuras, Beltz, (un perrito adoptado, que desde ahora vivirá conmigo nuevas aventuras por lugares de Navarra) hasta el lugar de Ilurdotz, en el valle de Esteríbar, donde un sesteante gato me observa desde su atalaya. 



He de confesar desde un principio que lo mejor que experimenté en esta población en la que viven alrededor de 60 personas, fue la amabilidad y la atención que me prestaron los pocos habitantes que a las calurosas cinco horas de la tarde se movían ya en quehaceres por sus calles. Desde el señor que me saluda al verme turisteando delante de su casa y me indica muy amablemente dónde puedo solicitar la llave de la iglesia, dedicada a Nuestra Señora del Rosario, hasta la señora María Jesús que me recibe y ante mi petición va a consultar al recién retirado párroco, D. José Lucas Beloqui  Ilundáin, natural de Ilzarbe, que llegó por estos lares allá por 1954. A sus 87 años ya se ha ganado el retiro.

Tengo la oportunidad de conocerlo y saludarlo y escuchar su palabra ágil, cuando después de visitar la iglesia en compañía de María Jesús, le transmite mi duda de si los capiteles interiores de la nave tienen algún tipo de talla bajo la capa de yeso y pintura con que aparecen todas las paredes.

Es tal la atención y amabilidad, que después de despedirme y seguir a lo mío visitando el cementerio antiguo aledaño a la cabecera de la iglesia (“Cuanto más cerca te entierren del altar más cerca de Dios estarás en los cielos”, me comentará más tarde el párroco como creencia popular) y mientras hablo con otros vecinos a la altura de la casa de la abadía, donde la piedra que hace de alféizar de la ventana informa de que “Esta casa se izo siendo abad don Martín de Elcano, natural hijo de casa Martín delena. Año 1802”, me viene a buscar la señora María Jesús para decirme que no, que los capiteles, a pesar de la capa que los recubre, no tienen ningún tipo de decoración y a la vez me invita a hablar con D. José, que reside en su casa desde que llegó como párroco al lugar.


La fachada principal de la casa es magnífica, con balconada de madera y pétrea portalada de medio punto dovelada en cuya clave dos animales se representan en la parte superior. Más que león yo veo un perro y un ave (gallina tal vez) y debajo una leyenda: “Esta portalada izo Francisco de Epelu a Año 1780 Maleztena”.


Entramos por la puerta de la fachada posterior y ato a Beltz a la reja de la ventana y hechas las presentaciones paso un rato de tertulia con don José y sus acompañantes. Me habla de las dos piezas que para él son las más importantes de la iglesia: La talla de bulto redondo de la Virgen del Rosario y la Cruz procesional de plata del siglo XVI y dorada que, junto a las de Errea y Sarasibar, formaba el trío de cruces de plata sobresalientes del valle, pero la de Ilurdotz, que tenía unos diminutos angelitos que, revoltosos ellos se desprendieron progresivamente volando, se fue estropeando y hubo que repararla. Cuando la vieron los que hicieron el Catálogo Monumental de Navarra dijeron de ella que merecía mención especial, “a pesar de la desafortunada restauración” y no la consideraron como para mostrarla en foto en el libro, me cuenta con un deje de tristeza, pues para él era digna de aparecer.


Me comenta igualmente sobre la pila bautismal de época medieval y me dice que los añadidos del interior de la copa, como en muchas otras pilas bautismales que conozco, fueron realizados por mandato de D. Enrique Delgado Gómez, el primer arzobispo de Pamplona.


Hablando de pilas me llama la atención positivamente la pila benditera a la entrada de la iglesia con bonitos detalles tallados. Al exterior de su copa es octogonal y al interior circular con un pie de cuatro caras, todas ellas con detalles incisos.


Admiro el retablo plateresco rematado en lo más alto con la figura de bulto redondo del Padre Eterno asomándose y bendiciendo con la mano derecha y llevando el mundo en su mano izquierda, cual emperador coronado, y mirando solícito hacia los gimientes transeúntes por este valle de lágrimas, como nos decían de pequeños en la doctrina.


Pero mucho me temo que tan alto emperador del universo termine siendo vencido por la plaga de carcoma, así como el retablo de la capilla del lado norte dedicado a Santa Catalina. Es barroco y como el del altar mayor de Redín, en el valle de Lizoain-Arriasgoiti, aparece desnudo, sin policromía posterior. No le llegó el presupuesto para este paso. La carcoma se aprecia a simple vista en la madera del coro. Si no se actúa ante esta plaga y ante las grietas que presenta el edificio ya sabemos cuál será el resultado con el paso del tiempo.

Tengo que interrumpir la interesante tertulia con  D. José y sus acompañantes pues el travieso de Beltz no ha aguantado el estar esperándome atado a la fachada de la casa. Ha cortado con sus afilados dientes la correa y ha entrado en el pasillo, pero al ir a cogerlo se ha escapado a su aire, temeroso, quizás del castigo al que le han tenido sometido, pero  afortunadamente me sigue cuando le llamo y vuelve al redil. Nos despedimos y prosigo mi paseo por la tranquilidad de Ilurdotz, en tarde calurosa como la de hoy, en la que la mayoría de sus moradores se cobijan al frescor de sus hogares.


Me había comentado Héctor Lekunberri, un vecino, que en su casa, saliendo del pueblo, también hay colocada una placa parecida a las que ya he comentado y hacia allí me voy a descubrirla y ¡hete aquí! que de nuevo me lo encuentro faenando entorno a su casa. La casa “Martín de Elía rena” que ha derivado en “Martillerena”. Gran caserón señorial en cuyo tiempo contó con dos yuntas de bueyes, lo que era signo de buena posición. Hoy se dedica a la ganadería. Tiene ovejas. Me enseña el antiguo horno de pan tanto por el interior como por el exterior. Aquí lo remata una colmena antigua. También lo que queda de la antigua bodega donde se elaboraba el vino casero, aunque de poca calidad, como todos los de la comarca. Actividad ya desaparecida.


La placa que da fe de esta casa la encontró formando parte del suelo de la calle, boca abajo. Cuando la descubrió la colocó en la fachada de la casa, que conserva su portalada y puerta originales. Dice así: “Don Martín Ángel de Elcano siendo Abad de este pueblo redificó esta casa 1830”

Héctor no sólo es ganadero sino que también regenta una Casa Rural desde hace poco. “Casa Rural Etxegibel” con capacidad para 14 personas más 2 supletorias, con atención especial a personas con minusvalía, pues ha acomodado en la planta baja una habitación adaptada. 



Después de lo que he visto, de la tranquilidad que he experimentado, de la hermosa naturaleza de Ilurdotz  y sobre todo de la amabilidad y simpatía de los vecinos con los que he compartido parte de esta tarde, bien puedo recomendar esta casa rural de nombre Etxegibel. Seguro que allí encontrarán el ambiente adecuado para el descanso y el recargo de las pilas que, de vez en cuando, todas las personas necesitamos.

Interior de la iglesia de Ilurdotz.

Virgen del Rosario de Ilurdotz.

Retablo de Santa Catalina.

Pila benditera.

Estela en el antiguo cementerio.

Exterior del horno de pan y colmena antigua.