lunes, 4 de agosto de 2014

SALINAS DE IBARGOITI: UNA MIRADA AL PASADO PARA TENER FUTURO


SALINAS DE IBARGOITI: UNA MIRADA AL PASADO PARA TENER FUTURO
 
Por Simeón Hidalgo Valencia (04-08-2014) 
 

Ayer domingo, día 3 de Agosto, me acerqué de par de mañana hasta el lugar de Salinas en el valle de Ibargoiti, para asistir a la jornada de La Trilla, que desde hace XVII años celebra esta localidad navarra de la comarca de Izaga. 

Bajo la mirada atenta de la cumbre de la Higa y bajo la vigilancia del antiguo castillo de Monreal trabajaron los labradores durante siglos sometidos a sus señores hasta hace relativamente pocos años y como se plasmaba en los calendarios medievales el mes de Julio se dedicaba a la siega del cereal y el de Agosto a la trilla del mismo. Hoy estas labores no tienen punto de comparación con aquellos tiempos, aunque los que somos más mayores las hemos conocido unos  y realizado otros, sin ningún tipo de maquinaria más que con el propio esfuerzo y las herramientas tradiciones. Hoy es una fiesta. 

-“La empezamos a organizar un grupo de amigos para dar a conocer a nuestros hijos y a los jóvenes lo que se hacía en el campo en época pasada y para rememorar estos trabajos antiguos”, me comenta Josetxo Esparza, después de hacer la presentación del acto ante el nutrido público asistente que se incrementaría a lo largo que avanzaba la jornada. 

Yo, como uno más, no me perdí este acontecimiento y lo quise plasmar en imágenes, pues el valor de lo que este grupo de amigos de la trilla hace cada año merece ser tenido muy en cuenta. Recordar lo que se fue, revivir los estilos de vida de un pasado cercano y dárselo a conocer a los más jóvenes es, al fin y al cabo, salvaguardar el propio futuro y hacer de este patrimonio etnográfico el motor para la propia pervivencia de los más o menos 100 habitantes que tiene Salinas. 

Con su propio ánimo y la colaboración de jóvenes y mayores, así como con el apoyo del propio Concejo y del Ayuntamiento han podido llevar a cabo esta jornada dedicada a La Trilla. Iniciativa particular que los propios organismos públicos han sabido reconocer y apoyar, que atrae cada año a muchos visitantes. Mi enhorabuena y todos mis ánimos para seguir adelante con esta labor que paso a describir. 

LA SIEGA A MANO:
 

Hoy es una demostración la que nos hizo Pablo Aranguren segando unos metros a mano con la clásica hoz del segador, protegida su mano izquierda con la zoqueta y sus antebrazos con los manguitos. Fueron unos metros de faena y ya el sudor empapaba su rostro curtido por los años.  

-“Tu padre y el mío, me comenta Azucena, una de mis primas, segaban también a mano con la hoz” y considera ya muy moderna la primera máquina segadora que ahora nos parece una antigualla, pero que facilitó mucho las labores de recolección del cereal. 

A medida que el segador iba segando las espigas las amontonaba para que otro hiciera las gavillas y las atara y se formaran los “fascales” o montones de gavillas bien apiladas con las espigas hacia arriba.

Atando la “gavilla”.
 
Un “fascal” ya preparado.  

LA SIEGA A MÁQUINA:
 

No cabe duda de que las rudimentarias primeras segadoras fueron una primera revolución para el campo, pues facilitó la labor, aunque con esto de la industria moderna muchos segadores tuvieron que buscarse la vida en otros quehaceres para poder sacar el jornal.  Ahora unos pocos se valían para realizar la misma labor. La máquina segaba, hacía las gavillas y las depositaba ya atadas en rengleras en el campo. Después se llevarían en carros y carretas tirados por las caballerías o por yuntas de bueyes o vacas hasta la era, para proceder a la trilla y separar el grano de la paja.

   

Lo que hoy es un espectáculo, antiguamente era algo muy serio, que daba de comer a muchas familias, fueran amos o jornaleros y la mecanización del campo trajo consigo a la vez la propia emigración hacia las ciudades, pues la creciente industria exigía más mano de obra y se produjo el fenómeno de la emigración de la postguerra hacia las zonas más industrializadas de España y los pueblos, también en Navarra, se empezaron a despoblar a ritmos acelerados. No hay que ver cómo están los valles de la comarca de Izaga: Unciti, Izagaondoa, Urraúl Alto y Bajo, Lizoáin-Arriasgoiti y hasta el mismo Ibargoiti. 

Cosas del progreso, diría alguno, pero de no hacer algo más que lo que se viene haciendo pronto se duplicarán nuestros despoblados y se convertirán en lugares fantasmas y sólo nos quedará el recuerdo de lo pintoresco de antaño ya mostrado en sus lienzos costumbristas por Antonio Loperena en la zona de Las Bardenas Reales.
 

 LA TRILLA:


He de confesar que me acerqué hasta Salinas con la ilusión, entre otras, de ver una vez más repetida la imagen que desde niño llevo grabada en mi memoria, que es la faena de la trilla con caballerías en las eras del pueblo, imagen que me acompaña desde que uno de mis tíos, el querido tío Vicente, cuando yo tenía unos seis años me dejara las riendas y subido en el trillo diera vueltas al recinto para separar el grano de la paja. Ni que decir tiene que poco duré dentro de él, pues las mulas tuvieron más fuerza que yo, pero es algo que recuerdo con mucha claridad e ilusión.

Con la misma ilusión, me imagino, que los niños actuales al subirlos encima del cereal y llevarlos en la carreta desde el campo hasta el actual campo de fútbol reconvertido para la jornada en moderna era, donde se colocó la aparatosa máquina trilladora, que como la segadora revolucionó el paisaje agrícola en el mes de Agosto, pues ella separaba el grano de la paja y llenaba los sacos de grano.

Luego había que atar los sacos, cargarlos para llevarlo a casa, pesarlo para ver la cantidad cosechada… y con la paja hacer los fardos para alimento y cama del ganado.
 

 
 
Tareas que hoy día ocupan a muy pocas personas y que están muy lejos de los supermodernos tractores y cosechadoras con aire acondicionado, programadas las de última generación con GPS para hacer ellas solitas la faena sin conductor que lo dirija. Por algo se hizo en su día la concentración parcelaria, pues estos nuevos adelantos requerían de mayores extensiones de tierras de cultivo. 

 

Día de La Trilla en Salinas de Ibargoiti. Día festivo. Día de reflexión sobre la situación de nuestros pueblos. Día de recordar lo que fuimos y hacer de nuestro propio patrimonio el motor con GPS de nuestro propio desarrollo, para evitar que los pueblos queden solitarios y vacíos. 

Salinas tiene y da a conocer lo que fueron a través de su Día de La Trilla y han logrado atraer a muchas personas que han aportado también su grano económico al coste de la fiesta que servirá en parte para potenciar y hacer que la próxima edición atraiga a más visitantes y turistas para conocer lo que Salinas fue y comprobar que su futuro está asegurado. 

La Comarca de Izaga, zona agrícola por excelencia, tiene muchos recursos para salir adelante, desde este ejemplo de Salinas, hasta el Camino de Santiago, su arte medieval, románico y gótico, sus rutas del agua, sus ferias antiguas… que de ponerse a trabajar en común con un plan serio de revitalización turística de la zona volvería a levantar cabeza al valorar sus propias posibilidades y su futuro dejaría de ser sombrío. 

Pienso para mí que en esta empresa los agricultores tienen mucho que decir, más allá de los propios lindes de sus campos.  

 

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