DICIEMBRE: EL FIN Y EL PRINCIPIO
Por Simeón Hidalgo Valencia
(01-12-2014)
“… NON NOS ENGAÑEN,
PUES SE VA LA VIDA APRIESSA
COMO SUEÑO…”[1]
¡Qué razón tenía el gran Jorge Manrique!, pues es voz común que el
tiempo, a medida que nos vamos haciendo mayores, se acelera y cada vez oímos y
decimos lo de que “parece que fue ayer” cuando iniciábamos el presente año que
ahora se acaba.
La verdad es que no es el tiempo lo que se va. Lo que se nos va es la
vida aprisa y sentimos que llegados a un punto de la misma parece se
desparrama, cual arena, entre los intersticios de los dedos de nuestras manos,
hasta que cae el último grano en nuestro particular reloj o aparece la última hoja de nuestro librillo,
esa “hoja roja” anunciándonos del fin de la vida.
Así pasa con este año 2014. Hemos llegado a su final y es hora de hacer
recuento minucioso y detallado con sus haberes y deberes esperando se nos
conceda la oportunidad de iniciar un ciclo más en esta espiral de eterno
retorno que nos brinda la Naturaleza.
Iniciamos Diciembre, el décimo mes del primitivo calendario romano, que
como ahora, sigue siendo el último de cada ciclo.
En él, paradójicamente, se inicia de nuevo la vida. El sol comienza de
nuevo su ciclo creciente con el solsticio de invierno y en su caminar, la vida
aletargada se muestra tímidamente en pequeños brotes hasta que explote con
vigor con la primavera.
Llega Diciembre, que es fin y que es principio. Por eso los nuevos y
buenos propósitos. Por eso la celebración por lo que en este año hemos vivido.
Por eso en los calendarios medievales, como vemos en el de la Catedral de
Pamplona y en el del Valle de Izagaondoa, lo que se nos muestra es la
celebración de la vida a través del banquete de fin de año.
La mesa puesta con ricas viandas, con pan recién horneado, con el vino
de la buena cosecha, con la carne del cordero sacrificado.
Que no nos engañen, pues se va la vida aprisa como un sueño… por lo que
a cada momento de cada día de nuestra vida deberíamos exprimirlo al máximo,
mientras vamos pasando las hojas diarias de nuestro propio almanaque, pues no
sabemos cual será la última que cierre nuestro paso por este mundo.
“Carpe diem” mientras tanto, dicho sea con el mayor, auténtico y
solidario sentido humano.
[1] Coplas de D. Jorge
Manrique a la muerte de su padre; estrofa XII; Año 1477 http://www.poesi.as/index1.htm
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