lunes, 14 de julio de 2014

LAS MANDALAS DEL CLAUSTRO DE SANTA FE - URRAÚL ALTO - NAVARRA


LAS MANDALAS DEL CLAUSTRO DE SANTA FE – URRAÚL ALTO - NAVARRA
 

Por Simeón Hidalgo Valencia (14-07-2014)



Aunque hoy día se anuncia y se conoce al complejo de Santa Fe de Epároz, en el valle navarro de Urraúl-Alto, como una moderna Hospedería[1], no se ha de olvidar su origen ancestral como lugar de espiritualidad retirado del mundo, pero muy en contacto y en sintonía con la Naturaleza. 

Por algo sería, cuando allá por el siglo XI los monjes franceses de Santa Fe de Conques aceptaron acudir a refundar el monasterio denominado de Baratzagaitz, en el lugar de Epároz. 

Por lo que he investigado no se puede afirmar al cien por cien ni el año en que los monjes de Conques lo reciben en donación, ni en qué año concreto emprenden la construcción de la iglesia, ni tampoco si fue el obispo Pedro de Roda, antiguo monje de Conques, quien se lo otorgó. 

Según leamos, unos afirman que fue el obispo de Pamplona, Pedro de Roda, el que en 1080 lo dona a los frailes franceses de Santa Fe [2]: 

“Según dice Ollaquindía, esta basílica fue construida por los monjes de Sainte Foi de Conques (Francia), de quienes depende este conjunto a partir del siglo XI. Antes, había aquí un lugar sagrado (quizás una ermita, o un hospital), regentado probablemente por monjes benedictinos, y conocido con el nombre de Baratzagaitz (huerto grande). Pero de él nada se sabe con certeza hasta el año 1080, en que fue donado por el obispo de Pamplona, Pedro de Roda, al monasterio francés de Conques.” 

Si consultamos las referencias de cuándo fue investido obispo de Pamplona D. Pedro de Roda, otros nos harán ver que no se coincide con el año de 1080. El historiador D. José Goñi Gaztambide habla del año de 1084 [3] y tanto la Gran Enciclopedia Navarra como el Episcopologio de Pamplona fechan su obispado desde 1083 a 1115, [4]. La conclusión parece ser que difícilmente hubiera podido donarlo con anterioridad a 1083.

Fuera como fuese, lo cierto es que aquí se levantó una iglesia a finales del siglo XII o comienzos del XIII con la austeridad características de los monjes cistercienses, que sería el núcleo principal de las dependencias monasteriales, que con el tiempo fueron renovándose hasta llegar al conjunto que hoy se conserva, formado principalmente por la iglesia, el hórreo del siglo XV, el claustro del siglo XVII, la antigua cocina y la zona de las celdas de los religiosos, hoy transformadas en hospedería. 

Decía al comienzo que no hay que olvidar el origen ancestral de este enclave como lugar de espiritualidad, lo que queda claro y evidente por su iglesia medieval que sigue acogiendo a los habitantes del valle de Urraúl Alto, pero no voy a hablar de este ámbito espiritual, sino de otro aledaño a la iglesia, como es el claustro, que en su estructura externa actual data del siglo XVII.  

Que el claustro de los monasterios es un lugar de paseo, de reflexión y meditación silenciosa de los monjes es algo ya conocido, pero por pocos experimentado. Cuando uno tiene la ocasión de poder disfrutar de su silencio, sin prisas, con calma, llega a degustar de la paz interior y en la meditación encuentra y desbroza su propio camino. Si en parte nos sobrecogen estas construcciones cuando las visitamos como turistas, sea el claustro gótico de la catedral de Pamplona, sea el románico de Silos, sea el de Santa Fe, mucho más moderno y sobrio, qué será cuando en su silencio y soledad podamos parar el tiempo y meditar.
 

 Pues bien, el claustro de Santa Fe es ese otro ámbito de espiritualidad diseñado conscientemente para la meditación, si nos atenemos a los dibujos realizados con cantos rodados en el suelo de sus alas sur y oeste que parecen ser contemporáneos a la construcción del mismo. Desde el primer momento que los vi, allá por el año 1978, me llamaron la atención por su perfecta factura, pero ha sido en el año pasado de 2013, cuando tuve ocasión de acercarme de nuevo a este lugar para preparar una charla que iba a impartir sobre el patrimonio del valle de Urraúl Alto, cuando me llamaron la atención sus diseños y al instante identifiqué algunos de ellos con diseños encontrados en los sillares medievales.

Además, caí en la cuenta de que en ninguno de los claustros que conozco se podía ver, como en el ala oeste del de Santa Fe, un banco de piedra corrido adosado al muro de cierre invitando, al visitante ahora, antiguamente al monje, a sentarse en él. ¿No podían descansar en los vanos de los arcos que dan al jardín? ¿Por qué entonces y para qué la existencia de este banco corrido?
 
 
La explicación puede estar en los diez dibujos del suelo que en la visita realizada el día 28 de Junio pasado tuvimos ocasión de visionar uno por uno y captar algo de su mensaje. Instintivamente los asistentes a la visita transitaban por esta ala del claustro dejando a la vista los dibujos.

Cuando después de la excelente comida que nos sirvieron acudimos al claustro para un reparto de regalos nos sentamos como aparece en la fotografía. Entonces descubrí la posible función del banco de piedra a lo largo de esta parte del claustro: la de sentarse con calma y en el silencio y paz de espíritu meditar delante de los dibujos del empedrado. 

Así es. Meditar, pues lo que tenemos delante no son simples dibujos y diseños al azar, realizados como meros adornos, sino que pudieran tener un objetivo superior para la mente de los que los diseñaron y mandaron realizar.

¿Qué son estos dibujos del empedrado del claustro de Santa Fe? 

Sencillamente: Mandalas = Círculos. 

¿Qué es una mandala? 

“(Voz sánscrita que significa círculo). En el tantrismo hindú y budista, diagrama simbólico que representa la evolución y la involución del universo en relación con el punto central. (El hombre que medita sobre el mandala sigue los movimientos  de esta evolución e involución. Los mandalas están pintados en colores sobre papel o tela, o bien dibujados sobre el suelo…)”[5] 

Si analizamos las diez mandalas representadas en Santa Fe, veremos que todas ellas tienen la misma base estructural. Un cuadrado con un círculo inscrito y dentro de él un motivo simbólico con el mismo centro, del que parte todo el diseño y en el que se concentra toda su esencia.  

Veamos a continuación, partiendo de la mandala más cercana a la entrada al claustro situada a la derecha de la entrada occidental de la iglesia, cada una de ellas. 

MANDALA 1:
 
Dentro del cuadrado exterior se inscribe el círculo que da cabida a un sencillo dibujo de dos ángulos agudos que se entrecruzan. Cualquiera que no sepa leer este símbolo no lo dará importancia y como mucho admirará su conjunto y comentará su perfecto estado y equilibrio, pero por desconocimiento, como nos pasa con cantidad de pequeños detalles antiguos, no descubrirá lo importante. 

Para empezar habría que hablar del significado tanto del símbolo del cuadrado como del círculo, común a todas las mandalas. Materia y espíritu en relación. Cuerpo y alma. Lo caduco y lo eterno. Lo limitado y lo infinito. Dentro de ellos estos dos ángulo conectados. 

En mi estudio de investigación sobre las marcas de cantería realizado a lo largo de muchos años me lo he encontrado en varios lugares grabado en los sillares de las iglesias [6] y tratando de identificarlo encontré que es uno de esos signos extendidos por todo el mundo, aunque hablemos de él como una de las “runas” del norte de Europa. 

En concreto es el símbolo de la runa  denominada Nig, Ing o Inguz , símbolo  del dios Danés Ing, cuyo atributo es la fertilidad. Runa que habla de tiempos nuevos y solución de viejos problemas.[7] 

Como marca de cantería, (señalándonos el proceso de la renovación personal, si sabemos leer correctamente en el fondo esta antigua señal de tráfico de la evolución personal, sin quedarnos en lo exterior de su forma, que nos llevaría a la caduca interpretación decimonónica que la considera como la firma de un cantero por la que cobraba un dinero), la he encontrado en el monasterio de La Oliva, en el de Fitero, en las iglesias estellesas de San Pedro de la Rúa y  de Santa María Jus del Castillo, en la Colegiata de Roncesvalles, así como en el Palacio de Olite, si nos ceñimos a Navarra. Fuera de Navarra la he recogido también. Sirva los ejemplos del Monasterio de Piedra, la Catedral de Burgos o la iglesia de Ntra. Sra. de San Juan en Castrojeriz. 

Como se ve, un tema muy interesante e importante para meditar este de la renovación personal para conocer nuestras propias posibilidades espirituales de estar al día en el propio renacer. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 2:
 
Cuadrado, círculo, cuadrado y cuadrado en posición de rombo con sus lados cóncavos buscando el centro.

Esta mandala, junto a la número 7, presenta la variante de incluir dentro del círculo un nuevo cuadrado donde se representa la figura central. 

En este caso, como se ve, es otro cuadrado colocado a manera de rombo inscrito en el anterior, cuyos lados se curvan buscando el centro. 

Como en casi todas ellas el número cuatro está presente con todo su enorme  simbolismo. No es el momento de cantar las excelencias del número cuatro. Basta con teclear en cualquier buscador y tendremos mucha información al respecto. 

Decir sobre esta mandala que me parece que el dibujo interior es como una brújula cuyos vértices señalan físicamente los cuatro puntos cardinales. Además, miremos desde el punto que miremos esta figura se mantiene, como una peonza, sobre él y crea un dinamismo interior del que deberíamos servirnos en la vida de cada cual. Invitación a buscar la propia orientación, el propio dinamismo constructivo que se forja en la propia raíz de cada persona, salvando las apariencias exteriores. 

Se nos invita a meditar sobre el propio dinamismo interior. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 3:

Aparentemente estamos ante la repetición de la mandala 2, pero si nos fijamos veremos que ésta se diferencia en dos detalles: desaparece el cuadrado inscrito en el círculo y aparece un aspa en el interior del dinámico rombo que hace a la vez de brújula. 

¿Es una llamada a ampliar los horizontes interiores, a ver los matices, los puntos intermedios que toda realidad posee? 

Los cuatro vértices del rombo nacen del centro del todo y de este centro surge también los cuatro brazos que llegan al punto medio de cada lado curvilíneo. Tenemos los cuatro puntos intermedios para orientarnos. Tal como vemos en la figura:  N, NE, E, SE, S, SW, W, NW. 

Del cuatro pasamos discretamente al dinamismo del ocho y se nos invita a ampliar horizontes. Horizontes que abarcan todas las facetas de la vida. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 4:
 
Si hablábamos del número ocho aquí lo tenemos en forma de estrella de ocho puntas dirigiendo el centro hacia todas las direcciones del ser, como “rosa de los vientos” que es. 

A la vez, con el trazo de las ocho diagonales que unen los vértices interiores se forman ocho rombos que, miremos desde donde miremos, se mantienen verticales sobre su ángulo tangente al gran círculo creando un nuevo dinamismo, como el formado por los ocho radios internos que construyen una doble cruz, rueda de la vida que esparce su dinamismo hacia todo el universo.

El simbolismo del número ocho es importante y con frecuencia he encontrado estrellas de ocho puntas en los sillares medievales, tales como en La Oliva o en San Zoilo de Cáseda. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 5: 


Muy similar a la mandala 3 y a la 2 la presente muestra también las diagonales correspondientes al rombo que hace de brújula, que coinciden con los diámetros en perpendicular de los diámetros del círculo. 

Todo es armonía, equilibrio y proporción. Los ejes axiales del mundo y de la persona están debidamente orientados. En ellos ha de mantenerse para alcanzar la perfección. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 6: 

La mandala 6 vuelve a la cadencia del cuatro y como novedad presenta un cuadrado en su centro, cuyos lados dan origen a sendos triángulos cuyo vértice externo contacta con el círculo. 

Pero si nos fijamos bien y profundizamos en este diseño y lo componemos, veremos que el cuadrado del centro de la mandala se convierte en la base de otra figura que aporta equilibrio y estabilidad al ser, física y espiritualmente.  

Levantemos los planos triangulares de esta estrella de cuatro puntas y obtendremos la figura de una pirámide apuntando hacia lo alto. Su energía vital nos envolverá y dará fuerzas para superarnos, ascender y transcender fuera de nuestros propios límites, aunque sostengamos los pies bien anclados sobre la base del cuadrado. 

Como en las anteriores se nos habla de superación, de nuevas dimensiones en el desarrollo de cada persona. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 7:

Siempre dentro del cuadrado, nuestra propia limitación, está el círculo, nuestra totalidad espiritual y en el cuadrado interior, como en la mandala 2 se encuentra esa especie de flor de cuatro pétalos. 

Como el círculo que no tiene ni principio ni fin, así esta especie de flor. En movimientos circulares infinitos nos hace recorrer el camino interior. Aunque parece un devenir constante en el eterno retorno, el secreto está en no perder de vista el centro que provoca todo este giro continuo que centrifuga todo lo limitado de cada cual. 

Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 8: 

En el ala sur del claustro se encuentran las tres restantes mandalas. 


Esta repite básicamente el modelo de la sexta, pero en vez del cuadrado la figura central vuelve al círculo en el que se señalan sus cuatro diámetros, perpendiculares dos a dos, formando así un lucero de ocho radios. 
Como marca grabada en los sillares de las iglesias cristianas medievales la ha encontrado en Santa María de Zamarce, en los monasterios de La Oliva, en el de Fitero, en el de Tulebras, en la Catedral de Tudela, en la iglesia de Santa María de Olite o en la de San Pedro de Viana, San Zoilo de Cáseda o en el Puente Medieval del mismo lugar, así como en otros 16 lugares más fuera de Navarra. Su frecuencia es tal que ocupa el puesto 15 entre las 50 marcas de listado o comunes que he realizado de las más de 1500 distintas que he analizado. 

La rueda de la vida, la rueda solar, está aquí presente como en todos los lugares de la Tierra, desde los albores de la humanidad y todas las espiritualidades lo han hecho suya, pues en definitiva nos habla de vida, de renacer, de creación, de luz que ilumina el caminar de la persona desde su propio interior. 

Bien merece sentarse en el plinto de esta parte del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 9:

Este dinamismo solar visto anteriormente se manifiesta ahora en una de las mandalas más populares, cuyo origen también se remonta a los albores de la humanidad. [8] 

Aunque deriva de la esvástica,  con esta forma se le conoce con el nombre de “lauburu”, (cuatro cabezas) y el de Santa Fe gira hacia la derecha, lo que representa la vida.  

Meditar sobre el propio sentido de giro que dé cada persona a su vida ayudaría a superar diferencias y a encontrarse en paz con uno mismo y acercarse a la meta presentada por la última mandala. 

Bien merece sentarse en el plinto de esta parte del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello. 

MANDALA 10: 

Y esta es la última mandala. El último círculo, donde el motivo central es una cruz patada redondeada. 

Parece que todo el recorrido que hemos realizado está pensado para llegar a esta mandala en la que la cruz es el motivo principal. 

No olvidemos que estamos en un recinto cuyos orígenes se funda en la espiritualidad antigua, que con el tiempo pasa a ser monasterio cristiano, por lo que quien hace el diseño de estos círculos parece que sigue un recorrido espiritual a través de las diez mandalas que lleven al monje o a la persona que sobre ellas medite a iniciar un cambio en su vida espiritual que le lleve hasta la identificación con el objeto de su fe: Jesús de Nazaret, muerto en la cruz, que como en el resto de las mandalas extiende sus cuatro brazos en las direcciones del universo, pero aunque quien sobre esta mandala medite y no crea en Jesús no perderá el tiempo, pues la cruz es anterior al cristianismo y está presente en todas las culturas y su simbolismo transciende las propias creencias que con frecuencia separan a las personas. 

Lo que aquí hay que ver es la base común que todas las culturas poseen y la cruz es una de ellas y al meditar sobre la misma se vuelve a experimentar que la esencia mejor de los humanos ha de expandirse hacia el resto del universo, pues todas las personas formamos parte de él y en nuestro individual microcosmos forjamos los sentimientos y las actitudes de solidaridad, base de la convivencia. 

Bien merece sentarse en el plinto de esta parte del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello.
 

Si alguna vez te acercas por Santa Fe, observa el suelo empedrado de las alas oeste y sur del claustro. Siéntate en el banco de piedra y busca un momento de silencio en la paz del lugar. Quizás despejes un poco la maraña de tu propio camino y salgas con mayor paz de espíritu, porque meditar no es cosa de curas y frailes cristianos, de monjes budistas tibetanos, de rabinos judíos, de imanes musulmanes o de chamanes andinos. Meditar es buscar el propio camino y de esto ninguna persona está exenta… y para que te alivie un poco el gesto aquí te dejo esta viñeta.[9]



[2] Así opina José A. Perales en su artículo publicado en el Diario de Navarra, apoyándose en Ollaquindía.: http://www.hospederiasantafe.com/pdf/diarioNavarra.pdf
[3] J. GOÑI GAZTAMBIDE; Historia de los obispos de Pamplona, I, Pamplona, 1979, pág.: 153.
[5] GRAN ENCICLOPEDIA  LAROUSSE; Tomo 14; pág.:6887 MANDALA.
[6] SIMEÓN HIDALGO VALENCIA; Canteros románicos por los caminos de Navarra, Tomo II; Pamplona 2009;págs.:587, 605, 609, 657, entre otras.
[7] MARIA JOSÉ JUNCAL LEMOS; Runas. El portal mágico de las runas; CS ediciones, Buenos Aires 1991; pág: 41, 115-116
[9] https://www.facebook.com/LaBioguia

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