LAS MANDALAS DEL CLAUSTRO DE SANTA FE
– URRAÚL ALTO - NAVARRA
Por Simeón Hidalgo Valencia (14-07-2014)
Por algo sería, cuando allá por el siglo XI los monjes franceses de
Santa Fe de Conques aceptaron acudir a refundar el monasterio denominado de
Baratzagaitz, en el lugar de Epároz.
Por lo que he investigado no se puede afirmar al cien por cien ni el
año en que los monjes de Conques lo reciben en donación, ni en qué año concreto
emprenden la construcción de la iglesia, ni tampoco si fue el obispo Pedro de
Roda, antiguo monje de Conques, quien se lo otorgó.
Según leamos, unos afirman que fue el obispo de Pamplona, Pedro de
Roda, el que en 1080 lo dona a los frailes franceses de Santa Fe [2]:
“Según dice
Ollaquindía, esta basílica fue construida por los monjes de Sainte Foi de
Conques (Francia), de quienes depende este conjunto a partir del siglo XI.
Antes, había aquí un lugar sagrado (quizás una ermita, o un hospital), regentado
probablemente por monjes benedictinos, y conocido con el nombre de Baratzagaitz
(huerto grande). Pero de él nada se sabe con certeza hasta el año 1080, en que
fue donado por el obispo de Pamplona, Pedro de Roda, al monasterio francés de
Conques.”
Si consultamos las referencias de cuándo fue investido obispo de Pamplona
D. Pedro de Roda, otros nos harán ver que no se coincide con el año de 1080. El
historiador D. José Goñi Gaztambide habla del año de 1084 [3] y tanto la Gran
Enciclopedia Navarra como el Episcopologio de Pamplona fechan su obispado desde
1083 a
1115, [4]. La conclusión parece
ser que difícilmente hubiera podido donarlo con anterioridad a 1083.
Fuera como fuese, lo cierto es que aquí se levantó una iglesia a
finales del siglo XII o comienzos del XIII con la austeridad características de
los monjes cistercienses, que sería el núcleo principal de las dependencias
monasteriales, que con el tiempo fueron renovándose hasta llegar al conjunto
que hoy se conserva, formado principalmente por la iglesia, el hórreo del siglo
XV, el claustro del siglo XVII, la antigua cocina y la zona de las celdas de
los religiosos, hoy transformadas en hospedería.
Decía al comienzo que no hay que olvidar el origen ancestral de este
enclave como lugar de espiritualidad, lo que queda claro y evidente por su
iglesia medieval que sigue acogiendo a los habitantes del valle de Urraúl Alto,
pero no voy a hablar de este ámbito espiritual, sino de otro aledaño a la
iglesia, como es el claustro, que en su estructura externa actual data del
siglo XVII.
Que el claustro de los monasterios es un lugar de paseo, de reflexión y
meditación silenciosa de los monjes es algo ya conocido, pero por pocos
experimentado. Cuando uno tiene la ocasión de poder disfrutar de su silencio,
sin prisas, con calma, llega a degustar de la paz interior y en la meditación
encuentra y desbroza su propio camino. Si en parte nos sobrecogen estas
construcciones cuando las visitamos como turistas, sea el claustro gótico de la
catedral de Pamplona, sea el románico de Silos, sea el de Santa Fe, mucho más
moderno y sobrio, qué será cuando en su silencio y soledad podamos parar el
tiempo y meditar.
Además, caí en la cuenta de que en ninguno de los claustros que conozco
se podía ver, como en el ala oeste del de Santa Fe, un banco de piedra corrido
adosado al muro de cierre invitando, al visitante ahora, antiguamente al monje,
a sentarse en él. ¿No podían descansar en los vanos de los arcos que dan al
jardín? ¿Por qué entonces y para qué la existencia de este banco corrido?
La explicación puede estar en los diez dibujos del suelo que en la
visita realizada el día 28 de Junio pasado tuvimos ocasión de visionar uno por
uno y captar algo de su mensaje. Instintivamente los asistentes a la visita
transitaban por esta ala del claustro dejando a la vista los dibujos.
Cuando después de la excelente comida que nos sirvieron acudimos al
claustro para un reparto de regalos nos sentamos como aparece en la fotografía.
Entonces descubrí la posible función del banco de piedra a lo largo de esta
parte del claustro: la de sentarse con calma y en el silencio y paz de espíritu
meditar delante de los dibujos del empedrado.
Así es. Meditar, pues lo que tenemos delante no son simples dibujos y
diseños al azar, realizados como meros adornos, sino que pudieran tener un
objetivo superior para la mente de los que los diseñaron y mandaron realizar.
¿Qué son estos dibujos del empedrado del claustro de Santa Fe?
Sencillamente: Mandalas = Círculos.
¿Qué es una mandala?
“(Voz sánscrita que significa círculo). En
el tantrismo hindú y budista, diagrama simbólico que representa la evolución y
la involución del universo en relación con el punto central. (El hombre que
medita sobre el mandala sigue los movimientos
de esta evolución e involución. Los mandalas están pintados en colores
sobre papel o tela, o bien dibujados sobre el suelo…)”[5]
Si analizamos las diez mandalas
representadas en Santa Fe, veremos que todas ellas tienen la misma base
estructural. Un cuadrado con un círculo inscrito y dentro de él un motivo
simbólico con el mismo centro, del que parte todo el diseño y en el que se
concentra toda su esencia.
Veamos a continuación, partiendo de la
mandala más cercana a la entrada al claustro situada a la derecha de la entrada
occidental de la iglesia, cada una de ellas.
MANDALA 1:
Dentro del cuadrado exterior se inscribe el círculo que da cabida a un
sencillo dibujo de dos ángulos agudos que se entrecruzan. Cualquiera que no
sepa leer este símbolo no lo dará importancia y como mucho admirará su conjunto
y comentará su perfecto estado y equilibrio, pero por desconocimiento, como nos
pasa con cantidad de pequeños detalles antiguos, no descubrirá lo importante.
Para empezar habría que hablar del significado tanto del símbolo del
cuadrado como del círculo, común a todas las mandalas. Materia y espíritu en
relación. Cuerpo y alma. Lo caduco y lo eterno. Lo limitado y lo infinito.
Dentro de ellos estos dos ángulo conectados.
En mi estudio de investigación sobre las marcas de cantería realizado a
lo largo de muchos años me lo he encontrado en varios lugares grabado en los
sillares de las iglesias [6] y tratando de identificarlo
encontré que es uno de esos signos extendidos por todo el mundo, aunque
hablemos de él como una de las “runas” del norte de Europa.
En concreto es el símbolo de la runa
denominada Nig, Ing o Inguz , símbolo
“del dios Danés Ing, cuyo
atributo es la fertilidad. Runa que habla de tiempos nuevos y solución de
viejos problemas.” [7]
Como marca de cantería, (señalándonos el proceso de la renovación
personal, si sabemos leer correctamente en el fondo esta antigua señal de
tráfico de la evolución personal, sin quedarnos en lo exterior de su forma, que
nos llevaría a la caduca interpretación decimonónica que la considera como la
firma de un cantero por la que cobraba un dinero), la he encontrado en el
monasterio de La Oliva, en el de Fitero, en las iglesias estellesas de San
Pedro de la Rúa y de Santa María Jus del
Castillo, en la Colegiata de Roncesvalles, así como en el Palacio de Olite, si
nos ceñimos a Navarra. Fuera de Navarra la he recogido también. Sirva los
ejemplos del Monasterio de Piedra, la Catedral de Burgos o la iglesia de Ntra.
Sra. de San Juan en Castrojeriz.
Como se ve, un tema muy interesante e importante para meditar este de
la renovación personal para conocer nuestras propias posibilidades espirituales
de estar al día en el propio renacer. Bien merece sentarse en el banco del
claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 2:
Esta mandala, junto a la número 7, presenta la variante de incluir
dentro del círculo un nuevo cuadrado donde se representa la figura central.
En este caso, como se ve, es otro cuadrado colocado a manera de rombo
inscrito en el anterior, cuyos lados se curvan buscando el centro.
Como en casi todas ellas el número cuatro está presente con todo su
enorme simbolismo. No es el momento de
cantar las excelencias del número cuatro. Basta con teclear en cualquier
buscador y tendremos mucha información al respecto.
Decir sobre esta mandala que me parece que el dibujo interior es como
una brújula cuyos vértices señalan físicamente los cuatro puntos cardinales.
Además, miremos desde el punto que miremos esta figura se mantiene, como una
peonza, sobre él y crea un dinamismo interior del que deberíamos servirnos en
la vida de cada cual. Invitación a buscar la propia orientación, el propio
dinamismo constructivo que se forja en la propia raíz de cada persona, salvando
las apariencias exteriores.
Se nos invita a meditar sobre el propio dinamismo interior. Bien merece
sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre
ello.
MANDALA 3:
¿Es una llamada a ampliar los horizontes interiores, a ver los matices,
los puntos intermedios que toda realidad posee?
Los cuatro vértices del rombo nacen del centro del todo y de este
centro surge también los cuatro brazos que llegan al punto medio de cada lado
curvilíneo. Tenemos los cuatro puntos intermedios para orientarnos. Tal como
vemos en la figura: N, NE, E, SE, S, SW,
W, NW.
Del cuatro pasamos discretamente al dinamismo del ocho y se nos invita
a ampliar horizontes. Horizontes que abarcan todas las facetas de la vida. Bien
merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar
sobre ello.
MANDALA 4:
Si hablábamos del número ocho aquí lo tenemos en forma de estrella de
ocho puntas dirigiendo el centro hacia todas las direcciones del ser, como “rosa
de los vientos” que es.
A la vez, con el trazo de las ocho diagonales que unen los vértices
interiores se forman ocho rombos que, miremos desde donde miremos, se mantienen
verticales sobre su ángulo tangente al gran círculo creando un nuevo dinamismo,
como el formado por los ocho radios internos que construyen una doble cruz,
rueda de la vida que esparce su dinamismo hacia todo el universo.
El simbolismo del número ocho es importante y con frecuencia he
encontrado estrellas de ocho puntas en los sillares medievales, tales como en
La Oliva o en San Zoilo de Cáseda. Bien merece sentarse en el banco del
claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 5:
Todo es armonía, equilibrio y proporción. Los ejes axiales del mundo y
de la persona están debidamente orientados. En ellos ha de mantenerse para
alcanzar la perfección. Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa
Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 6:
La mandala 6 vuelve a la cadencia del cuatro y como novedad presenta un
cuadrado en su centro, cuyos lados dan origen a sendos triángulos
Pero si nos fijamos bien y profundizamos en este diseño y lo componemos,
veremos que el cuadrado del centro de la mandala se convierte en la base de
otra figura que aporta equilibrio y estabilidad al ser, física y espiritualmente.
Levantemos los planos triangulares de esta estrella de cuatro puntas y
obtendremos la figura de una pirámide apuntando hacia lo alto. Su energía vital
nos envolverá y dará fuerzas para superarnos, ascender y transcender fuera de
nuestros propios límites, aunque sostengamos los pies bien anclados sobre la
base del cuadrado.
Como en las anteriores se nos habla de superación, de nuevas
dimensiones en el desarrollo de cada persona. Bien merece sentarse en el banco
del claustro de Santa Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 7:
Como el círculo que no tiene ni principio ni fin, así esta especie de
flor. En movimientos circulares infinitos nos hace recorrer el camino interior.
Aunque parece un devenir constante en el eterno retorno, el secreto está en no
perder de vista el centro que provoca todo este giro continuo que centrifuga
todo lo limitado de cada cual.
Bien merece sentarse en el banco del claustro de Santa Fe y en el
silencio meditar sobre ello.
En el ala sur del claustro se encuentran las tres restantes mandalas.
Esta repite básicamente el modelo de la sexta, pero en vez del cuadrado
la figura central vuelve al círculo en el que se señalan sus cuatro diámetros,
perpendiculares dos a dos, formando así un lucero de ocho radios.
Como marca grabada en los sillares de las iglesias cristianas
medievales la ha encontrado en Santa María de Zamarce, en los monasterios de La
Oliva, en el de Fitero, en el de Tulebras, en la Catedral de Tudela, en la
iglesia de Santa María de Olite o en la de San Pedro de Viana, San Zoilo de
Cáseda o en el Puente Medieval del mismo lugar, así como en otros 16 lugares
más fuera de Navarra. Su frecuencia es tal que ocupa el puesto 15 entre las 50
marcas de listado o comunes que he realizado de las más de 1500 distintas que
he analizado.
La rueda de la vida, la rueda solar, está aquí presente como en todos
los lugares de la Tierra, desde los albores de la humanidad y todas las
espiritualidades lo han hecho suya, pues en definitiva nos habla de vida, de
renacer, de creación, de luz que ilumina el caminar de la persona desde su
propio interior.
Bien merece sentarse en el plinto de esta parte del claustro de Santa
Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 9:
Aunque deriva de la esvástica, con esta forma se le conoce con el nombre de
“lauburu”, (cuatro cabezas) y el de Santa Fe gira hacia la derecha, lo que
representa la vida.
Meditar sobre el propio sentido de giro que dé cada persona a su vida
ayudaría a superar diferencias y a encontrarse en paz con uno mismo y acercarse
a la meta presentada por la última mandala.
Bien merece sentarse en el plinto de esta parte del claustro de Santa
Fe y en el silencio meditar sobre ello.
MANDALA 10:
Parece que todo el recorrido que hemos realizado está pensado para
llegar a esta mandala en la que la cruz es el motivo principal.
No olvidemos que estamos en un recinto cuyos orígenes se funda en la
espiritualidad antigua, que con el tiempo pasa a ser monasterio cristiano, por
lo que quien hace el diseño de estos círculos parece que sigue un recorrido
espiritual a través de las diez mandalas que lleven al monje o a la persona que
sobre ellas medite a iniciar un cambio en su vida espiritual que le lleve hasta
la identificación con el objeto de su fe: Jesús de Nazaret, muerto en la cruz,
que como en el resto de las mandalas extiende sus cuatro brazos en las
direcciones del universo, pero aunque quien sobre esta mandala medite y no crea
en Jesús no perderá el tiempo, pues la cruz es anterior al cristianismo y está
presente en todas las culturas y su simbolismo transciende las propias
creencias que con frecuencia separan a las personas.
Lo que aquí hay que ver es la base común que todas las culturas poseen
y la cruz es una de ellas y al meditar sobre la misma se vuelve a experimentar
que la esencia mejor de los humanos ha de expandirse hacia el resto del
universo, pues todas las personas formamos parte de él y en nuestro individual
microcosmos forjamos los sentimientos y las actitudes de solidaridad, base de
la convivencia.
Si alguna vez te acercas por Santa Fe, observa el suelo empedrado de
las alas oeste y sur del claustro. Siéntate en el banco de piedra y busca un
momento de silencio en la paz del lugar. Quizás despejes un poco la maraña de
tu propio camino y salgas con mayor paz de espíritu, porque meditar no es cosa
de curas y frailes cristianos, de monjes budistas tibetanos, de rabinos judíos,
de imanes musulmanes o de chamanes andinos. Meditar es buscar el propio camino
y de esto ninguna persona está exenta… y para que te alivie un poco el gesto
aquí te dejo esta viñeta.[9]
[2] Así opina José A. Perales
en su artículo publicado en el Diario de Navarra, apoyándose en Ollaquindía.: http://www.hospederiasantafe.com/pdf/diarioNavarra.pdf
[3] J. GOÑI GAZTAMBIDE; Historia
de los obispos de Pamplona, I, Pamplona, 1979, pág.: 153.
[5] GRAN ENCICLOPEDIA LAROUSSE; Tomo 14; pág.:6887 MANDALA.
[6] SIMEÓN HIDALGO VALENCIA; Canteros
románicos por los caminos de Navarra, Tomo II; Pamplona 2009;págs.:587,
605, 609, 657, entre otras.
[7] MARIA JOSÉ JUNCAL LEMOS;
Runas. El portal mágico de las runas; CS ediciones, Buenos Aires 1991;
pág: 41, 115-116
[9] https://www.facebook.com/LaBioguia
Magnífico trabajo, Simeón.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael. Para mi fue muy revelador este recorrido.
Eliminar