martes, 22 de julio de 2014

RETA: EL PEQUEÑO PARAÍSO TERRENAL

RETA: EL PEQUEÑO PARAÍSO TERRENAL
 
Por Simeón Hidalgo Valencia (22-07-2014)
 
 
 
Desde que descubrí el valle de Izagaondoa por primera vez, como montañero hacia la Peña o Higa de Izaga, me cautivó y de alguna manera lo describí como un pequeño paraíso terrenal donde encontrar la paz con uno mismo y, casualidades del destino, desde 1991 lo pude comprobar en el lugar de Reta, cuando adquirí la casa abacial puesta en subasta pública a “sobre cerrado” por el Arzobispado de Pamplona con el fin de poder hacer frente a la restauración de la iglesia parroquial.
 
-Es un lugar donde se oye el silencio- decía a quien me preguntaba cómo me iba en esa nueva casa, ¡bueno!, nueva, nueva…
 
Por circunstancias de la vida me desprendí de ella y dejé de acudir a Reta por un tiempo, aunque no por eso pasé de visitar el valle y seguir con mis aficiones montañeras en busca de ese pequeño paraíso que me hacía tanto bien.
 
Después, también por los avatares de la vida que te pone a prueba, volví para reponerme físicamente y voy ya para los siete años de vida regalada, desde el percance sufrido, que hizo que me replanteara mi vida con eso que se dice valores y demás. Desde entonces miro hacia mí mismo buscando más en serio el sentido de mi propia vida y trato de disfrutar a tope con lo que hago en cada momento, según mis propios gustos y aficiones.
 
A veces me dicen los que por mí se preocupan, que me va a dar algo, que para qué me meto en tal o cual proyecto y que me modere en el ritmo que llevo y yo les digo que lo que hago es lo que me gusta y que disfruto con ello, y mientras el cuerpo aguante lo disfrutaré. Porque si me va a dar algo, al menos que me lo dé haciendo lo que me gusta y no quieto y parado en mi casa, y ya está.
 
Al fin y al cabo lo que procuro es disfrutar de la vida a mi propio ritmo y sacarle todo el jugo posible y, en este planteamiento, en Reta he encontrado personas queridas que en su pequeño paraíso terrenal me acogen casi todos los fines de semana.
 
El miércoles 16 de Julio también me acerqué hasta allí, pues por la tarde tenía auzolán en la casa Zandueta de Lizarraga, como decía en mi anterior artículo, destinada a un futuro museo sobre la figura del maestro cantero medieval Petrus de Guerguitiáin… y casualidades de la vida, quienes en Reta me reciben proceden en una de sus ramas de Guerguitiáin y, además, sus antepasados habitaron la casa que lleva su apellido en Lizaraga.
 
Era un día caluroso a más no poder y al poco de llegar, como vi que estaban mis amigos Javier y Joaquín, me acerqué para saludarles, pues hacía tiempo que no les veía. Allí estaban, en el jardín, disfrutando de la paz junto a su otro hermano, Patxi, y dos nietitas del primero.
 
 
 
Después de los saludos de rigor, Joaquín, desde dentro de la piscina, me invita a tomar un baño y ni corto ni perezoso accedo y comparto el solad en día tan caluroso, en el recinto de la piscina, que bajo la sombra de Izaga pone un toque de modernidad en el paisaje veraniego de Reta. El baño entonó mi cuerpo y a la vez el espíritu se maravilló ante tanta belleza existente a mi alrededor, comenzando por la buena compañía de los hermanos Zandueta.
 
Después de la comida pude descansar y echarme en los brazos de Morfeo en el jardín bajo la cúpula de las copas de los árboles que atemperaba el calor del sol. Otra maravilla de este paraíso terrenal, sin ruidos de ciudad y prisas estresantes.
 
 
 
Paz y sosiego y recuerdo a Juvenal en unos versos que parecen pensados, “ex profeso”, para mí cuando escribió:
 
“Orandum est ut sit mens sana in corpore sano.
fortem posce animum mortis terrore carentem
qui spatium vitae extremum inter munera ponat
naturae, qui ferre queat quoscumque labores
nesciat irasci, cupiat nihil et potiores
Herculis aerumnas credat saevosque labores
et venere et cenis et pluma Sardanapalli.
monstro quod ipse tibi possis dare; semita certe
tranquillae per virtutem patet unica vitae.”
 
Se debe orar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte,
Que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza,
Que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos,
Que no sepa de ira, y esté libre de deseos
Y crea que las adversidades y los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo
Te muestro lo que tú mismo puedes darte, con certeza
 que la virtud es la única senda para una vida tranquila.”[1]

Hoy lo condensamos en el conocido “Mens sana in corpore sano” y perdemos en gran medida el espíritu que Juvenal (Decimus Iunius Iuvenalis) dio a sus versos hace casi dos mil años, dignos de ser meditados y puestos en práctica, pues “la virtud es la única senda para una vida tranquila”.
 
Eso es lo que busco. La virtud… y al considerar el espacio de vida restante que me queda como uno de los regalos de la madre Naturaleza, admiro, contemplo y saco el mayor jugo a la bondad de las personas que me rodean con las que emprendo nuevos proyectos y a la belleza de la vida que pulula en esta tierra que me acoge y procuro mirar a mi alrededor sin ira hacia nada ni hacia nadie y admiro en paz toda obra de este pequeño paraíso terrenal, donde descanso y relajo mi espíritu, que es para mí Reta.
 
 
 
Panorámica desde el punto más alto de Reta. 
 
 
Desde la sencilla roca hasta la altiva montaña
Desde el más diminuto de los seres hasta el más grande de los héroes
Todo muestra su belleza, todo es parte de este hermoso paraíso
Y yo formo parte de él.
 

 







1 comentario:

  1. Hermoso post, Simeón. Me identifico con muchos de tus pensamientos y sentimientos; para alguien que sepa apreciar la belleza de la vida, cualquier lugar es bueno. Enhorabuena.

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