RETA: EL PEQUEÑO PARAÍSO TERRENAL
Por Simeón Hidalgo Valencia (22-07-2014)
-Es un lugar donde se oye el silencio- decía a quien me preguntaba cómo
me iba en esa nueva casa, ¡bueno!, nueva, nueva…
Por circunstancias de la vida me desprendí de ella y dejé de acudir a
Reta por un tiempo, aunque no por eso pasé de visitar el valle y seguir con mis
aficiones montañeras en busca de ese pequeño paraíso que me hacía tanto bien.
Después, también por los avatares de la vida que te pone a prueba,
volví para reponerme físicamente y voy ya para los siete años de vida regalada,
desde el percance sufrido, que hizo que me replanteara mi vida con eso que se
dice valores y demás. Desde entonces miro hacia mí mismo buscando más en serio
el sentido de mi propia vida y trato de disfrutar a tope con lo que hago en
cada momento, según mis propios gustos y aficiones.
A veces me dicen los que por mí se preocupan, que me va a dar algo, que
para qué me meto en tal o cual proyecto y que me modere en el ritmo que llevo y
yo les digo que lo que hago es lo que me gusta y que disfruto con ello, y
mientras el cuerpo aguante lo disfrutaré. Porque si me va a dar algo, al menos
que me lo dé haciendo lo que me gusta y no quieto y parado en mi casa, y ya
está.
Al fin y al cabo lo que procuro es disfrutar de la vida a mi propio
ritmo y sacarle todo el jugo posible y, en este planteamiento, en Reta he
encontrado personas queridas que en su pequeño paraíso terrenal me acogen casi
todos los fines de semana.
El miércoles 16 de Julio también me acerqué hasta allí, pues por la tarde
tenía auzolán en la casa Zandueta de Lizarraga, como decía en mi anterior
artículo, destinada a un futuro museo sobre la figura del maestro cantero
medieval Petrus de Guerguitiáin… y casualidades de la vida, quienes en Reta me
reciben proceden en una de sus ramas de Guerguitiáin y, además, sus antepasados
habitaron la casa que lleva su apellido en Lizaraga.
Era un día caluroso a más no poder y al poco de llegar, como vi que
estaban mis amigos Javier y Joaquín, me acerqué para saludarles, pues hacía
tiempo que no les veía. Allí estaban, en el jardín, disfrutando de la paz junto
a su otro hermano, Patxi, y dos nietitas del primero.
Después de los saludos de rigor, Joaquín, desde dentro de la piscina,
me invita a tomar un baño y ni corto ni perezoso accedo y comparto el solad en
día tan caluroso, en el recinto de la piscina, que bajo la sombra de Izaga pone
un toque de modernidad en el paisaje veraniego de Reta. El baño entonó mi
cuerpo y a la vez el espíritu se maravilló ante tanta belleza existente a mi
alrededor, comenzando por la buena compañía de los hermanos Zandueta.
Después de la comida pude descansar y echarme en los brazos de Morfeo
en el jardín bajo la cúpula de las copas de los árboles que atemperaba el calor
del sol. Otra maravilla de este paraíso terrenal, sin ruidos de ciudad y prisas
estresantes.
Paz y sosiego y recuerdo a Juvenal en unos versos que parecen pensados,
“ex profeso”, para mí cuando escribió:
“Orandum est ut sit mens sana in corpore sano.
fortem posce animum mortis
terrore carentem
qui spatium vitae extremum
inter munera ponat
naturae, qui ferre queat
quoscumque labores
nesciat irasci, cupiat nihil
et potiores
Herculis aerumnas credat
saevosque labores
et venere et cenis et pluma
Sardanapalli.
monstro quod ipse tibi possis
dare; semita certe
tranquillae per virtutem patet
unica vitae.”
Se debe orar que se nos
conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que
carezca de miedo a la muerte,
Que considere el espacio de
vida restante entre los regalos de la naturaleza,
Que pueda soportar cualquier
clase de esfuerzos,
Que no sepa de ira, y esté
libre de deseos
Y crea que las adversidades y
los terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la
fastuosa cena y la placentera cama de plumas de Sardanápalo
Te muestro lo que tú mismo
puedes darte, con certeza
Hoy lo condensamos en el conocido “Mens sana in corpore sano” y perdemos en gran medida el espíritu que Juvenal (Decimus Iunius Iuvenalis) dio a sus versos hace casi dos mil años, dignos de ser meditados y puestos en práctica, pues “la virtud es la única senda para una vida tranquila”.
Eso es lo que busco. La virtud… y al considerar el espacio de vida
restante que me queda como uno de los regalos de la madre Naturaleza, admiro,
contemplo y saco el mayor jugo a la bondad de las personas que me rodean con las
que emprendo nuevos proyectos y a la belleza de la vida que pulula en esta
tierra que me acoge y procuro mirar a mi alrededor sin ira hacia nada ni hacia
nadie y admiro en paz toda obra de este pequeño paraíso terrenal, donde
descanso y relajo mi espíritu, que es para mí Reta.
Desde la sencilla roca hasta la
altiva montaña
Desde el más diminuto de los seres hasta el más grande de los héroes
Todo muestra su belleza, todo es parte de este hermoso paraíso
Y yo formo parte de él.
Hermoso post, Simeón. Me identifico con muchos de tus pensamientos y sentimientos; para alguien que sepa apreciar la belleza de la vida, cualquier lugar es bueno. Enhorabuena.
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