viernes, 9 de enero de 2015

ARTÁIZ - LAS PINTURAS MURALES DEL ÁBSIDE


ARTÁIZ - LAS PINTURAS MURALES DEL ÁBSIDE

Por Simeón Hidalgo Valencia (09-01-2015) 





La iglesia de San Martín de Artáiz es, quizás, la iglesia más antigua de la comarca de Izaga, rica en construcciones románicas. Desde 1958, año en que la Institución Príncipe de Viana realiza unas obras muy importantes para su conservación, hasta nuestros días, la pared de su cabecera absidial aparece vacía, pues los restos de las  pinturas murales que en ella aparecieron al desmontar el retablo se trasladaron, con el consentimiento del Arzobispado de Pamplona, al Museo de Navarra, donde cuidadosamente restauradas por el Taller del Sr. Gudiol de Barcelona, lucen tal como se ven.


Aunque en la actualidad se las echa de menos en Artáiz, pues darían una mejor idea de lo que fue en su momento esta iglesia, donde escultura y pintura se unían para realizar una catequesis viva para los fieles, la medida que en su día se tomó fue, con mucha posibilidad, la más acertada y gracias a la misma se han conservado hasta nuestros días. El que regresen hoy día a su lugar de origen tendría que ser a través de nuevas técnicas de copia, manteniendo las originales en el Museo de Navarra. De hacerlo, la iglesia ganaría en esplendor y los visitantes podrían admirar in situ este precioso e importante resto de las pinturas murales de Artáiz.

La escena que se representa pone en imágenes el pasaje del Apocalipsis de San Juan7, 9-10 que dice:


“Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en las manos.
Y gritan con fuerte voz: La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.”

El centro de todas las miradas es el Cordero Pascual, símbolo de Jesús, muerto y resucitado. Este motivo está un poco deteriorado en las pinturas, pero es un tema frecuente en época gótica en la comarca. Hay ejemplos en la pila bautismal de Turrillas, que corresponde a la fotografía aquí mostrada, en la clave principal del ábside de la iglesia de San Pedro de Reta o en la de la ermita-basílica de San Miguel de Izaga.


  
A ambos lados del Cordero cuatro ángeles hacen música, aunque dos de ellos se han perdido y no se puede identificar el instrumento concreto que tocaban. Los dos que se conservan tocan una especie de laúd y un arpa.

De pie, en actitud absorta, la muchedumbre adora al Cordero. Ahí están, casi levitando, los fieles bienaventurados, de toda condición y raza. Entre ellos se ve, y se les puede identificar, a Santos, Reyes, Obispos, Monjes,… y a algún judío y musulmán. Hay que hacer notar que, al menos en lo que hoy podemos contemplar, no está representada ninguna mujer.

                                                                                                                                                                                                          

Aunque todos dirigen su mirada al cordero, sólo a dos personajes se les pintan los ojos completos.



Las expresiones de veneración de todos los representados se manifiestan también por medio del lenguaje de las manos.

Una rica y colorida vestimenta, túnicas y capas, cubre a los bienaventurados. Se emplean los rojos, verdes y ocres para las superficies y el negro para las líneas del dibujo. El calzado está ricamente adornado.

Las aureolas de santidad, coronas y mitra se realizan en relieve de estuco realzando el colorido y definiendo a los personajes. En estas zonas se emplea el amarillo oro.

Los personajes están de pie y forman grupos. Cada grupo se cobija bajo arcos ligeramente apuntados, que descansan en finas columnas con basa, fuste y capitel.
La ventana se adorna con motivos vegetales.

Quedan restos de la decoración en la bóveda del ábside.

Una cenefa con flores tetrapétalas define la zona baja de las pinturas.

En cuanto a la cronología hay que situarlas ya dentro del siglo XIII, siendo anteriores a las pinturas de San Martín de Ardanaz de Izagaondoa y a las cercanas de San Martín de Ekai, ambas correspondientes ya al siglo XIV.

Es interesante leer el estudio de María del Carmen Lacarra Ducay titulado “Pintura mural gótica en Navarra y sus relaciones con las corrientes europeas. Siglos XIII y XIV” editado por la Cátedra del Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra.[1]

No cabe duda de que los fieles verían reforzada su devoción al contemplar estas pinturas. Los personajes en estado casi de éxtasis dirigidos todos hacia la figura simbólica de Jesús resucitado invitarían a su recogimiento y devoción.

Hoy día ese aspecto se ha perdido, pues en el museo, a pesar de que se ha imitado la forma del ábside, es evidente que han perdido en gran parte su aspecto espiritual de mover a la devoción y se ven más como una simple manifestación artística que, como parece evidente y he comentado en otras ocasiones, no era el objetivo principal de estos maestros medievales o al menos del comitente que les encarga tal trabajo para la iglesia.

Pero fue desde esta consideración artística como se planteó la Institución Príncipe de Viana, con fecha 10 de Enero de 1958, el llevarlas al Museo de Navarra, argumentando, en su solicitud al Arzobispado, aspectos económicos.  

Se estima el valor de los restos de las pinturas en 15.000 pesetas y el importe de las obras por cuenta de la Institución asciende a un total de 35.508,80 pesetas. A esta cantidad habría que sumar lo presupuestado a “lo necesario para el arranque y restauración de las mismas, de unas 60.000 pesetas.”

A cambio de la inversión realizada por la Diputación Foral de Navarra a través de la citada Institución, se solicita del Arzobispado la “cesión gratuita de los restos de las pinturas que se trata, con destino al Museo de Navarra, así como conceder el permiso oportuno para proceder al arranque de las mismas.”


La respuesta del Arzobispo D. Enrique Delgado se produce el 20 de Enero del mismo año en los términos siguientes:

“Vista la solicitud presentada por la Excelentísima Diputación de Navarra, con fecha 10 de Enero del año 1958, con relación a las obras de restauración que se llevan a cabo en la Iglesia Parroquial de Artáiz y tenida cuanta de las obras que realiza esa Exma. Corporación en pro del Arte Religioso de Navarra, accedemos a lo solicitado, después de la aprobación obtenida del Exmo. Cabildo Catedral y del Exmo. Sr. Arzobispo firmante.”

En contestación del día 25 de Enero la Diputación Foral de Navarra acuerda:

“Darse esta Diputación por enterada, con complacencia, del contenido de la comunicación citada y que se testimonie al Excmo. y Revdmo. Sr. Arzobispo de esta Capital el agradecimiento de esta Diputación por la atención que significa dicha comunicación.”

Un detalle curioso: Por estas fechas de 1958 desde la propia Diputación de Navarra parece que se fijan más en la Geografía que en la Administración para englobar a Artáiz, pues escriben:  “iglesia parroquial de Artáiz (Valle de Izagaondoa).

Lo importante, de todos modos, es que este hermoso patrimonio de las pinturas de Artáiz sea conocido y valorado por todos y hoy, 9 de Enero, vísperas de la decisión tomada hace 57 años, allá por 1958, me he acercado de nuevo hasta el Museo para contemplarlas y como los personajes que adoran al Cordero me he pasado un buen rato absorto en ellas y por mementos el tiempo se me ha parado.

Os invito a que las visitéis.




[1] En Internet se puede leer en: http://hdl.handle.net/10171/4276

3 comentarios:

  1. Preciosas pinturas, fantástico reportaje!, me encanta como lo has expuesto.
    Un abrazo

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    1. Preciosas sí. Ya quisiéramos que estuvieran de nuevo en su lugar original, pero... Por cierto como ves, aunque son fotografías mías, no las he firmado porque los derechos son del Museo de Navarra que me concedió los permisos para sacarlas.
      Ahora, si lo visitas, se pueden sacar fotos libremente, pero sin flax.
      Si te acercas alguna vez por Artáiz no dudes en avisarme y te hago de guía, pues la tengo muy estudiada,
      Un saludo y de nuevo muchas gracias por tu opinión.

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  2. Estuvimos hace unos tres años en Artaiz, hice un montón de fotos y un día después perdí la cámara en Roncesvalles... y era nuevecita!! así que algún día tendré que volver para desasirme de la espinita clavada. Me encantará que hagas de guía. Gracias!!

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