ARTÁIZ - LAS PINTURAS MURALES DEL ÁBSIDE
Por Simeón Hidalgo Valencia (09-01-2015)
La iglesia de San Martín de Artáiz es, quizás, la iglesia más antigua
de la comarca de Izaga, rica en construcciones románicas. Desde 1958, año en
que la Institución Príncipe de Viana realiza unas obras muy importantes para su
conservación, hasta nuestros días, la pared de su cabecera absidial aparece
vacía, pues los restos de las pinturas
murales que en ella aparecieron al desmontar el retablo se trasladaron, con el
consentimiento del Arzobispado de Pamplona, al Museo de Navarra, donde
cuidadosamente restauradas por el Taller del Sr. Gudiol de Barcelona, lucen tal
como se ven.
Aunque en la actualidad se las echa de menos en Artáiz, pues darían una
mejor idea de lo que fue en su momento esta iglesia, donde escultura y pintura
se unían para realizar una catequesis viva para los fieles, la medida que en su
día se tomó fue, con mucha posibilidad, la más acertada y gracias a la misma se
han conservado hasta nuestros días. El que regresen hoy día a su lugar de
origen tendría que ser a través de nuevas técnicas de copia, manteniendo las
originales en el Museo de Navarra. De hacerlo, la iglesia ganaría en esplendor
y los visitantes podrían admirar in situ este precioso e importante resto de las
pinturas murales de Artáiz.
La escena que se representa pone en imágenes el pasaje del Apocalipsis
de San Juan7, 9-10 que dice:
“Después
miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de toda nación,
razas, pueblos y lenguas, de pie delante del Cordero, vestidos con vestiduras
blancas y con palmas en las manos.
Y
gritan con fuerte voz: La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el
trono, y del Cordero.”
El centro de todas las miradas es el Cordero Pascual, símbolo de Jesús,
muerto y resucitado. Este motivo está un poco deteriorado en las pinturas, pero
es un tema frecuente en época gótica en la comarca. Hay ejemplos en la pila
bautismal de Turrillas, que corresponde a la fotografía aquí mostrada, en la
clave principal del ábside de la iglesia de San Pedro de Reta o en la de la ermita-basílica
de San Miguel de Izaga.
A ambos lados del Cordero cuatro ángeles hacen música, aunque dos de
ellos se han perdido y no se puede identificar el instrumento concreto que tocaban.
Los dos que se conservan tocan una especie de laúd y un arpa.
De pie, en actitud absorta, la muchedumbre adora al Cordero. Ahí están,
casi levitando, los fieles bienaventurados, de toda condición y raza. Entre
ellos se ve, y se les puede identificar, a Santos, Reyes, Obispos, Monjes,… y a
algún judío y musulmán. Hay que hacer notar que, al menos en lo que hoy podemos
contemplar, no está representada ninguna mujer.
Aunque todos dirigen su mirada al cordero, sólo a dos personajes se les
pintan los ojos completos.
Las expresiones de veneración de todos los representados se manifiestan
también por medio del lenguaje de las manos.
Una rica y colorida vestimenta, túnicas y capas, cubre a los
bienaventurados. Se emplean los rojos, verdes y ocres para las superficies y el
negro para las líneas del dibujo. El calzado está ricamente adornado.
Las aureolas de santidad, coronas y mitra se realizan en relieve de
estuco realzando el colorido y definiendo a los personajes. En estas zonas se
emplea el amarillo oro.
Los personajes están de pie y forman grupos. Cada grupo se cobija bajo
arcos ligeramente apuntados, que descansan en finas columnas con basa, fuste y
capitel.
La ventana se adorna con motivos vegetales.
Quedan restos de la decoración en la bóveda del ábside.
Una cenefa con flores tetrapétalas define la zona baja de las pinturas.
En cuanto a la cronología hay que situarlas ya dentro del siglo XIII,
siendo anteriores a las pinturas de San Martín de Ardanaz de Izagaondoa y a las
cercanas de San Martín de Ekai, ambas correspondientes ya al siglo XIV.
Es interesante leer el estudio de María del Carmen Lacarra Ducay
titulado “Pintura mural gótica en Navarra
y sus relaciones con las corrientes europeas. Siglos XIII y XIV” editado
por la Cátedra del Patrimonio y Arte Navarro de la Universidad de Navarra.[1]
No cabe duda de que los fieles verían reforzada su devoción al
contemplar estas pinturas. Los personajes en estado casi de éxtasis dirigidos
todos hacia la figura simbólica de Jesús resucitado invitarían a su
recogimiento y devoción.
Hoy día ese aspecto se ha perdido, pues en el museo, a pesar de que se
ha imitado la forma del ábside, es evidente que han perdido en gran parte su
aspecto espiritual de mover a la devoción y se ven más como una simple manifestación
artística que, como parece evidente y he comentado en otras ocasiones, no era
el objetivo principal de estos maestros medievales o al menos del comitente que
les encarga tal trabajo para la iglesia.
Pero fue desde esta consideración artística como se planteó la
Institución Príncipe de Viana, con fecha 10 de Enero de 1958, el llevarlas al
Museo de Navarra, argumentando, en su solicitud al Arzobispado, aspectos
económicos.
Se estima el valor de los restos de las pinturas en 15.000 pesetas y el
importe de las obras por cuenta de la Institución asciende a un total de
35.508,80 pesetas. A esta cantidad habría que sumar lo presupuestado a “lo necesario para el arranque y
restauración de las mismas, de unas 60.000 pesetas.”
A cambio de la inversión realizada por la Diputación Foral de Navarra a
través de la citada Institución, se solicita del Arzobispado la “cesión gratuita de los restos de las
pinturas que se trata, con destino al Museo de Navarra, así como conceder el
permiso oportuno para proceder al arranque de las mismas.”
La respuesta del Arzobispo D. Enrique Delgado se produce el 20 de Enero
del mismo año en los términos siguientes:
“Vista
la solicitud presentada por la Excelentísima Diputación de Navarra, con fecha
10 de Enero del año 1958, con relación a las obras de restauración que se
llevan a cabo en la Iglesia Parroquial de Artáiz y tenida cuanta de las obras
que realiza esa Exma. Corporación en pro del Arte Religioso de Navarra,
accedemos a lo solicitado, después de la aprobación obtenida del Exmo. Cabildo
Catedral y del Exmo. Sr. Arzobispo firmante.”
En contestación del día 25 de Enero la Diputación Foral de Navarra
acuerda:
“Darse esta Diputación por
enterada, con complacencia, del contenido de la comunicación citada y que se
testimonie al Excmo. y Revdmo. Sr. Arzobispo de esta Capital el agradecimiento
de esta Diputación por la atención que significa dicha comunicación.”
Un detalle curioso: Por estas fechas de 1958 desde la propia Diputación
de Navarra parece que se fijan más en la Geografía que en la Administración
para englobar a Artáiz, pues escriben: “iglesia parroquial de Artáiz (Valle de
Izagaondoa).
Lo importante, de todos modos, es que este hermoso patrimonio de las
pinturas de Artáiz sea conocido y valorado por todos y hoy, 9 de Enero,
vísperas de la decisión tomada hace 57 años, allá por 1958, me he acercado de
nuevo hasta el Museo para contemplarlas y como los personajes que adoran al
Cordero me he pasado un buen rato absorto en ellas y por mementos el tiempo se me
ha parado.
Os invito a que las visitéis.
Preciosas pinturas, fantástico reportaje!, me encanta como lo has expuesto.
ResponderEliminarUn abrazo
Preciosas sí. Ya quisiéramos que estuvieran de nuevo en su lugar original, pero... Por cierto como ves, aunque son fotografías mías, no las he firmado porque los derechos son del Museo de Navarra que me concedió los permisos para sacarlas.
EliminarAhora, si lo visitas, se pueden sacar fotos libremente, pero sin flax.
Si te acercas alguna vez por Artáiz no dudes en avisarme y te hago de guía, pues la tengo muy estudiada,
Un saludo y de nuevo muchas gracias por tu opinión.
Estuvimos hace unos tres años en Artaiz, hice un montón de fotos y un día después perdí la cámara en Roncesvalles... y era nuevecita!! así que algún día tendré que volver para desasirme de la espinita clavada. Me encantará que hagas de guía. Gracias!!
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