SANTA MARÍA DE VESOLLA EN EL PETRUS
MUSEUM
Por Simeón Hidalgo Valencia
(12-12-2014)
Ya que la iglesia de Santa María de Vesolla está casi a punto, quiero
seguir hablando de ella porque algunos detalles de la misma se mostrarán en el
próximo museo dedicado a la figura del maestro cantero de finales del siglo XII
o comienzos del XIII, conocido como Petrus, pues así firmó en Guerguitiáin con
la ya conocida fórmula de “Petrus me
fecit”.
Desde la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa se promueve el conocimiento
de la obra de este personaje, pues forma parte del Patrimonio del valle en
primer lugar, pero también de buena zona de Navarra porque su escuela se ha
reconocido, hasta el momento, ya sea en Guerguitiáin, en Vesolla, en Sengáriz,
en Leoz, en Aibar, en Najurieta, en Alzórriz, en Monreal, en Badostáin, en
Zolina, en Eusa y en Garaioa.
En el denominado PETRUS MUSEUM se van a mostrar una colección de trece
motivos reproducidos de los lugares mencionados realizados en piedra por manos
expertas de canteros actuales, amén de otras piezas originales, cedidas o
donadas para este evento cultural. También algunos pintores han querido unirse
y colaborar con sus obras, como saben ya los asiduos a este blog.
De Santa María de Vesolla serán tres piezas las que se expongan. Dos
capiteles y una pintura. Los capiteles los ha realizado el cantero Joseba
Lekuona. La pintura, que se exhibe aquí por primera vez corresponde al pintor
Pedro Montiel.
El primer capitel que se realizó es el capitel exterior derecho, según
contemplamos la portada. Presenta uno de los motivos vistos en Guerguitiáin,
como es la figura del ave. Aquí se amplía a tres parejas de aves.
Las de la parte superior podrían identificarse con palomas, tórtolas o
perdices. La pareja inferior, por sus rasgos y posición recuerda a los pájaros
carpinteros. Simbolizan a las personas.
La diversidad de especies nos habla de que el mensaje de Jesús se
dirige a todas las personas por igual, aunque distinta sea la respuesta que
cada una tenga, como podemos intuir en las variadas posiciones de cada pareja
de aves, que se repetirán en Santo Tomás de Najurieta.
El maestro enmarca con los zarcillos de la vid, símbolo de Jesús, a uno
de los pájaros carpinteros y a una de las tres bolas o casquetes esféricos que
representan las hogazas de pan de los pueblos. Es su manera de resaltar, de dar
importancia y de centrar la atención de los fieles, que contemplan esta portada
tratando de leer su mensaje, en los puntos importantes.
El motivo central parece ser los zarcillos de la vid con los pájaros
carpinteros como posados en ellos.
El mensaje sería el siguiente: Así como el pájaro carpintero picotea el
árbol en busca de su alimento y lo agujerea una vez encontrado, lo que permite
a otras aves anidar y tener un refugio seguro, así el cristiano tiene que
alimentarse de Jesús que es el árbol de la vida.
Valiéndose de estas imágenes el maestro Petrus repite el mensaje
eucarístico del capitel exterior izquierdo de Guerguitiáin. La persona
cristiana para estar unida a Jesús ha de alimentarse de él, bebiendo su vino,
que es su sangre, y comiendo su pan, que es su carne.
El siguiente capitel tiene su mensaje
propio. Está situado en el tramo final del lado norte del interior de la
iglesia. Sus distintos elementos forman parte de un todo narrativo. Sería
interesante conocer cómo estaban pintados cada uno de ellos para poder leerlo
en su originalidad, con los matices que el color pudiera agregar a la
narración.
En este capitel ya conocemos el simbolismo
de los zarcillos de la vid y de los casquetes esféricos o bolas. Jesús y su
cuerpo en figura de pan.
También está presente la figura humana,
curiosamente como amortajada, sin brazos. Su gran cabeza cubierta y la
expresión de sus ojos redondos y abiertos miran fijamente hacia ninguna parte.
Parece representar a una persona muerta. Esta persona ocupa el encuentro de las
caras central y derecha del capitel.
El maestro cantero ha grabado a su derecha
un ave rapaz que por su silueta recuerda a un halcón y por encima del halcón
dos hogazas de pan.
La
figura del halcón nos remonta a las creencias egipcias en las que a la
vez que simboliza el alma de la persona, se le identifica como divinidad solar
siendo el símbolo de la luz y el que marca el proceso de la muerte y la
resurrección. Se asume de nuevo una tradición antigua para expresar el hecho de
la muerte y la esperanza de la resurrección en la vida de los creyentes.
En la parte inferior del capitel se ha
representado un puente de arcos de medio punto que lo recorre de extremo a extremo. En el otro extremo del capitel se representan
de nuevo los zarcillos de la vid como punto de llegada y en el encuentro de las
caras central e izquierda del capitel se
ha labrado, como dijimos en su momento, un detalle difícil de identificar que podría
simbolizar a la vida nueva en forma de gotas de agua.
El centro del capitel lo ocupa otra vez la
representación de los pámpanos de la vid escoltados simétricamente por un par
de halcones que, a manera de los pájaros carpinteros del capitel exterior derecho
de la portada, parecen indicarnos en dónde han de obtener el alimento y la vida
las personas cristianas. La vid, el vino y la sangre están presentes junto al
pan y la carne.
¿Qué comunica este capitel?
Parece comunicarnos que la persona
cristiana ha de realizar un cambio a lo largo de su existencia, que le lleve de
la muerte a la vida. Las fuerzas para realizar el recorrido de una orilla a
otra, a través del puente de su existencia, las obtendrá alimentándose con el
cuerpo y la sangre de Jesús. Es decir, llevando a la práctica las enseñanzas de
Jesús.
Este capitel en definitiva parece resumir
el capítulo 6 del evangelio de Juan y en concreto la respuesta que da Jesús a
los judíos en Jn.6, 52-54, que se preguntaban “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad,
en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su
sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.”
Y llegamos en este momento al motivo
pictórico que mostrará el PETRUS MUSEUM referido a Santa María de Vesolla.
Es el cuadro que mi amigo, y tocayo del
maestro Petrus, ha realizado para este proyecto cultural. Es un lienzo de 100 x
72 realizado al óleo, que recoge una vista frontal de cómo estaba en primavera
del 2012 este edificio.
Simbólicamente también se nos habla de vida
pues la explosión de la Naturaleza se refleja en el ciruelo en flor podado en
parte para que se pudiera contemplar sin dificultad los motivos esculpidos en
sus capiteles. Hoy este árbol ha desaparecido, así como la pared de la abadía
que se adivina a la izquierda de la hermosa portada, por lo que lo califico de cuadro para la
Historia del lugar.
Paciencia, tesón y esfuerzo le ha supuesto
al autor, según me comenta, a lo que personalmente añado “maestría y
generosidad” por su parte, pues su colaboración desinteresada es digna de
elogio.
Y no es el único caso, pues el PETRUS MUSEUM
se saca adelante con aportaciones generosas de todo quien quiera colaborar con
su conocimiento o su trabajo al mismo. Quién haciendo de albañil, quién de
electricista, quién sacando planos y realizando diseños, quién colaborando en
auzolan, quién, además, haciendo alguna pequeña aportación económica, quién cediendo
el local, quién barriendo y limpiando,… y así entre todos se pretende que en
algún momento, el maestro cantero Petrus, el que firmó su obra en Guerguitiáin,
sea conocido y reconocido por sus paisanos y por todo quien hasta Lizarraga de
Izagaondoa se acerque a ver un resumen de su obra para, después, a su ritmo ir
con mayor conocimiento sobre el personaje y su estilo a recorrer la Ruta del
Maestro Petrus de Guerguitiáin, sea por su cuenta, sea a través de las visitas
guiadas que la asociación organiza.
Santa María de Vesolla, en este
museo, tiene tres muestras dignas de admirar.
En primer plano el
cuadro de Vesolla.
En segundo plano
portada de la ermita de Badostáin.
Fachada sur de Santa María de Vesolla antes de su restauración. Pedro
Montiel.
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