viernes, 4 de mayo de 2018

PASEANDO POR PAMPLONA CON JOSUNE IRIBARREN


PASEANDO POR PAMPLONA CON JOSUNE IRIBARREN


Por Simeón Hidalgo Valencia (03 de mayo de 2018)


“162.000 PASOS”, “SINTIENDO NAVARRA” y ahora, la artista navarra, Josune Iribarren Esain, nos invita a recorrer su ciudad natal, Pamplona, a través de esta nueva exposición en solitario, de trece de sus obras pictóricas que muestran algunas de las esculturas de nuestra ciudad.

“PASEANDO POR PAMPLONA” Josune ha captado con sus ojos y sentimiento de artista la luz reflejada en sus calles, parques, jardines y fuentes; las juguetonas notas musicales  de geniales violines y gargantas prodigiosas; el sosiego del silencio en humildes plazas catedralicias; el murmullo de aguas corrientes donde dioses niños imperan, el fragor de la batalla en la que Pamplona se defiende; el clamor rebelde de un pueblo que se opone a decretos restrictivos; el grito de la mujer navarra por abrirse a la igualdad quitándose la venda de sus cerrados ojos y ser la matriarca que amamanta en un recinto de paz.

Partamos pues, y recorramos Pamplona a través de los cuadros que hoy se exponen e inauguremos con este paseo una nueva manera de ver la piedra y el bronce moldurado en personajes reales, simbólicos o mitológicos y descubramos parte de la historia de Pamplona. 




Comencemos el paseo desde los Jardines de la Media Luna, mientras resuenan en nuestros oídos las afinadas notas que sólo el genio de Pablo Sarasate puede interpretar tan maravillosamente, y con su música en nuestros oídos sigamos bordeando la ciudad antigua por el Paseo de Ronda del Obispo Barbazán hasta llegar a la recoleta, silenciosa y mimosa Plaza de San José, cabe la catedral de Santa María de Pamplona y allí descansemos un momento en sus bancos. 

Cerremos los ojos y abramos la mente escuchando la música del agua de su fuente y, si es de noche, alumbrémonos con la luz que esta fuente-farola desparrama y, si es un día caluroso, refresquemos nuestro rostro y juguemos por un momento con el agua, como harían los niños en 1877 cuando esta fuente estaba en la Plaza de Santiago y como hicieron en la de San José desde que aquí se colocó en 1952.

Frente a la catedral parémonos  a contemplar la fachada de la misma y, mientras bajamos por la Calle Curia, admiremos las torres medievales de las iglesias de  San Cernín y San Saturnino y pasemos por la Plaza del Castillo donde antaño, allá por 1798 se podía contemplar a La Mariblanca, que visitaremos  cuando lleguemos a La Taconera.

Dirijamos nuestros pasos a la actual Calle San Ignacio, porque allí escucharemos el fragor de la batalla que rompe la calma y la cadencia musical del agua y del violín, e imaginar podemos a los ejércitos imperiales atacando la muralla del Castillo de Pamplona. Uno de los soldados imperiales cae herido. Su nombre Ignacio de Loyola. Es el 20 de Mayo de 1521. El grupo escultórico actual se realizó en bronce en el año 2005 a partir del molde original de Joan Flotats y sustituyó a la copia realizada por el escultor Aurelio Rebolé de la original en bronce, colocada en el lugar natal de Ignacio de Loyola en Azpeitia.


Cerca estamos del Paseo de Valencia o Paseo Sarasate, donde se yergue la voz y los hechos de las gentes navarras, frente al intento de supresión del régimen fiscal navarro, por el entonces ministro Germán Gamazo. La reacción popular en 1893-94 se plasmó en manifestaciones y recogidas de firmas en defensa de lo pactado en 1841. Por suscripción popular se levantó el denominado Monumento a los Fueros, como símbolo de las libertades navarras.
Su diseño se debe a Manuel Martínez de Ubago. Terminó su construcción en 1903. Como dato curioso es que nunca se inauguró.


Vayamos ahora a la Plaza del Consejo donde nos espera pacientemente el dios Neptuno Niño con su tridente, reinando sobre la fuente diseñada por el pintor madrileño Luis Paret y Alcázar a finales del siglo XVIII. Siglo de modernización en la canalización del abastecimiento de agua a Pamplona desde el manantial de Subiza. Junto a la fuente de las Recoletas, la de La Navarrería y la desaparecida de La Beneficiencia o de La Abundancia con La Mariblanca peregrina, formaba parte de los cuatro puntos con agua corriente pública en Pamplona.

Sigamos hasta la taconera y contemplemos lo que queda de la Fuente de La Beneficiencia o de La Abundancia, que es la estatua popularmente conocida como La Mariblanca. Es una escultura peregrina, pues de su primer emplazamiento en la Plaza del Castillo en 1798 se la trasladó hacia 1909-10 a la actual Plaza de San Francisco, antes llamada Plaza Nueva o Plaza de Las Escuelas. Allí estuvo hasta el año 1927, en que se la trasladó a su actual ubicación en los Jardines de La Taconera.

Sin duda que La Mariblanca se alegró, como hicieron  roncaleses, navarros y amantes de la ópera, cuando en el mismo espacio ajardinado de Pamplona, en lo más alto de una fuente con estanque, como ella estuvo en un principio, se colocara la escultura del tenor roncalés Julián Gayarre nacido en 1844, mismo año que el pamplonés Pablo Sarasate, y fallecido en Madrid en 1890.
Allá en lo alto, entona los compases de la ópera “El pescador de perlas”.
Este monumento-fuente-estanque se inauguró en 1950, siendo sus artífices el escultor Fructuoso Orduna y el arquitecto Víctor Eúsa.

No dejamos La Taconera sin contemplar los detalles de las bellas jardineras con duendes y diablillos, que nuestra anfitriona en este paseo por Pamplona, no quiere que dejemos de admirar. Al menos a ella, los duendes y diablillos le han llamado la atención y le han susurrado al  oído que demos unos pasos más en este recorrer paseando sin prisas por Pamplona y

nos lleguemos a la Plaza de la Paz, pues aunque ha callado para siempre la voz de tan gran tenor, y apenas se escuchan las notas del violín de Pablo Sarasate desde su lugar de La Media Luna, se empieza a oír con ritmo de zortxiko el canto de los txistus y la Mujer Navarra baila y el irrintzi resuena y reclama por abrirse a la igualdad quitándose la venda de sus cerrados ojos  para ser, de nuevo, la matriarca que amamanta en un recinto de paz.

Todo ello lo plasma Josune con la fuerza del color, con sus texturas  que salen del lienzo, con sus composiciones que van más allá de la realidad, bellas y equilibradas, reflejo de su ser, que a pinceladas y trazos de paleta compone con equilibrio.

Admiremos esta nueva entrega, “paseando por Pamplona”.

La muestra se expone en el Nuevo Casino de Pamplona durante el mes de mayo. 









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