domingo, 5 de junio de 2016

DE IRISO Y ARÓSTEGUI

DE IRISO Y ARÓSTEGUI

Por Simeón Hidalgo Valencia (05 de Junio de 2016)

El lugar de Iriso está en el Valle de Izagaondoa. El de Aróstegui en el Valle de Atez. Los dos forman parte de Navarra. Los dos tienen una iglesia gótica con cabecera recta, posiblemente construidas ambas a lo largo del siglo XIII. Los dos presentan detalles esculpidos que pueden responder a una misma mano o al menos a una misma corriente o escuela. En Iriso los detalles esculpidos están en su portada, de la que ya escribí hace tiempo[1]. En Aróstegui aparecen en el exterior de la sencilla, pero hermosa ventana de la recta cabecera.

Tengo que confesar que si no llega a ser por mi amigo y compañero de la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa, Mikel Zuza, posiblemente no me hubiera acercado hasta el Valle de Atez para visitar el lugar de Aróstegui. De hecho fue el domingo, 25 de octubre de 2015 cuando puse allí los pies por primera y, hasta el momento, última vez.

Días antes había recibido una imagen por correo y un comentario de Mikel, que recalcaba y llamaba mi atención, creo, pues he perdido dicho correo, sobre la presencia de la flor de lis tallada en piedra en sendos lugares, por lo que en cuanto pude me acerqué a observarla in situ y a tomar las fotografías pertinentes.

Cuando llegué y busqué la llave por el caserío se me comentó que precisamente con frecuencia vienen a ver esta ventana gentes interesadas en estudiarla.

-La sacan cantidad de fotografías.
-Parece que tenemos en el pueblo algo interesante.

Con la llave en la mano y la confianza del casero me dirijo a la iglesia para verla por su interior. Después me centro en la famosa ventana, que realmente es el punto de referencia artística de toda la mole del edificio. Testigo indiscutible de su época medieval.

La ventana en cuestión tiene todos los elementos de una portada, como es el caso de la “ventana del caballero” en la iglesia de Zuazu. Es alargada, de medio punto, con dos arquivoltas que descansan en sendos “capiteles” sostenidos por finos fustes sin basa  y con un guardalluvias con sendas cabezas humanas en sus extremos, a la manera del gótico. Induráin, Iriso, Lizarraga, Urroz, Larrángoz, Lizoain, Redín, … presentan este tipo de guardalluvias.

Portada de la iglesia de Iriso.

¿Qué tienen en común la portada de la iglesia de Iriso y la ventana de la iglesia de Aróstegui?

1º. Las figuras del guardalluvias:

En los dos lugares las tallas son muy parecidas, aunque las de Iriso están bastante deterioradas. A la izquierda, según miramos, aparece el rostro de un hombre. En el extremo derecho el rostro de una mujer.



2º. La presencia de la flor de lis.

En los dos lugares hay dos flores de lis, símbolo de vida por excelencia.

En Iriso la presencia de dos flores de lis es evidente. Se sitúan en la zona de los capiteles, en el lado izquierdo del espectador.

Son dos, sí, pero en posiciones invertidas. Quien sepa leer en las imágenes de la piedra leerá la vida y leerá la muerte. Dos realidades que van juntas y se complementan a lo largo de la existencia de cada persona, pues para crecer como tal se ha de morir y renunciar a todo lo que deshumaniza y optar por la vida en vida. Quien además sea creyente admitirá que el fin de la vida terrenal se da con la muerte física, que es a su vez la puerta de otro tipo de vida.

En Aróstegui también hay dos flores de lis o dos runas de la vida, que para el caso significan lo mismo. A nuestra izquierda con el diseño clásico. A la derecha con el diseño más cerca de la runa de la vida o pata de la oca, que en este caso refuerza su significado al convertirse en hoja sus tres ramales, cual árbol que simboliza igualmente la vida.





3º. La talla de una mujer mostrando su sexo.

Cuando visioné con atención las fotografías sacadas en Arósteguí me llevé una gran sorpresa, porque la figura humana tallada en Iriso en el primer capitel situado a nuestra derecha, que no la había visto nunca en otro edificio, estaba presente en la ventana a la izquierda del espectador enfrentada a otra figura humana que se identifica claramente con un hombre, ya que muestra ostentosamente de la misma manera sus órganos genitales. Por deducción, las dudas que tenía cuando escribí sobre la portada de Iriso al describir su imagen humana, se me disiparon al instante y gracias a lo visto en Aróstegui puedo decir que estamos ante la presencia de una mujer, tocada al estilo del siglo XIII, dado que ambas imágenes son prácticamente idénticas.

Frente a la imagen masculina de Aróstegui, a la femenina se le aprecian aún los pechos y hasta el perfecto círculo y punto del ombligo, así como el orificio vaginal.




En Iriso también hay una figura masculina a la derecha de la mujer. Es uno de los trifaces que tenemos por la comarca de Izaga, sea en Artáiz, sea en Garitoain, sea en Ardanaz dando nombre al mes de enero. Rostro trifaz que abarca el presente, el pasado y el futuro, es decir la vida entera, que estaría haciendo la función de sembrador de vida.

Así pues, tanto en las fachada de la iglesia de Iriso como en la ventana de la iglesia de Aróstegui el mensaje es el mismo, expresado con casi idénticas imágenes. La vida, la creación, los artífices de la vida, el hombre y la mujer con sus genitales al viento siendo partícipes de la creación. “Creced y multiplicaos” y en ese acto creativo el ser humano muere dando lo mejor de sí mismo, pero la vida continúa.

¡Qué expresivos eran los artistas de la Edad Media al comunicarnos sus mensajes! ¡Qué sabios eran los aldeanos medievales que sabían leer los mensajes de la piedra! No como la mayoría de las gentes de nuestra sociedad actual que no entiende de símbolos y mensajes. Que sólo ve lo externo y no penetra, nunca mejor dicho, en la esencia de la vida para producir vida, y al quedarse en la capa externa de la realidad sólo ve pecado, exhibicionismo y obscenidad.

Muy lejos estamos de la libertad y naturalidad sexual que en sendas iglesias se representa, como en Artáiz o en Lizarraga de Izagaondoa con sus mujeres parturientas talladas en sus piedras, que nos hablan del nacimiento físico y a la vez del nacimiento espiritual, pero para ver esto último hay que saber mirar y ver más allá de lo que parece evidente.

De Iriso y Aróstegui. De amor y de vida. De vida y muerte. De muerte y vida.

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