LA BALLESTA DE SAN ANDRÉS DE AÑÉZCAR
– NAVARRA
Por Simeón Hidalgo Valencia
(01-02-2015)
Fue el 17 de Junio de 2012 cuando me acerqué una vez más, recorriendo
la comarca de Ansoáin, hasta el lugar de Añézcar para visitar y fotografiar
digitalmente los detalles de la rica portada de la iglesia de San Andrés. El
día animaba a salir de casa y después de preparar la mochila con todo lo
necesario, incluido el bocata, por supuesto, emprendí la aventura.
Recuerdo que era domingo porque estando fotografiando los detalles de
su rica portada gótica un joven se me acercó preguntando si hacían misa y a qué
hora. Lo único que le pude decir es que la iglesia estaba cerrada, que también
a mí me interesaría poder entrar y que para mejor información acudiera a
preguntar a algún vecino y seguí a lo mío centrado en el trabajo.
Ya había fotografiado cada uno de los detalles, de los que algún día
escribiré algo, pues son de mucha riqueza simbólica, y estaba calcando unos
dibujos grabados en la jamba derecha de la portada según miramos, en concreto
recogía la única marca de cantería considerada como tal que encontré en todo el
edificio, cuando otro joven, éste ya padre, se acercó también para preguntarme
sobre lo que estaba haciendo y he aquí que su voz me resultó conocida. Tan
conocida, que era un antiguo alumno de la Escuela-Taller del Ayuntamiento de
Pamplona donde fui Coordinador de Formación durante varios años, carpintero
para más señas, y más tarde ayudante de monitor. Después de los saludos de
rigor con mi alumno y compañero Joaquín y de resumirnos mutuamente los años en
que no nos veíamos tuve acceso a las llaves y gracias a él pude visitar la
iglesia por dentro.
Como sabía de mi afición a estos temas y a la recopilación de las
marcas que los canteros grabaron en sus trabajos, se interesó por lo que
calcaba y con gusto se lo mostré y le expliqué de qué se trataba. Era una
ballesta, colocada a la entrada de la iglesia. Una ballesta como única marca.
Curioso, me dije.
Por ese año ya tenía referencias del trabajo emprendido por dos
estudiosos de estos signos, conocedores a su vez de mi publicación titulada “Canteros románicos por los caminos de
Navarra”, que habían realizado un extenso y muy interesante artículo
titulado “Las marcas de cantería en el
contexto de la arquitectura medieval: proporción y mesura” [1] y que me lo habían
remitido, pues en su trabajo me citaban y empleaban algunas de las marcas
recogidas por Navarra. Cuando lo leí me asombré de lo que pueden ocultar estas
marcas de los canteros medievales y vi cómo la ciencia avanza paso a paso y
abre sus posibilidades en abanico una vez desbrozado un poco el camino. Los
logros pacientes de algunos dan pie a investigaciones posteriores de otros que
despejan en parte los interrogantes que nos formulamos en cualquier rama del
saber. Firmaban el trabajo D. Jordi Aguadé Torrell y D. Rafael Fuster Ruiz.
Pues bien, en dicho trabajo, sus autores, dedican una sección al
estudio de “los signos lapidarios en
forma de ballesta y sus correspondencias con las trazas de los edificios donde
se encuentran grabados” y realizan
ejercicios de superposición de la ballesta correspondiente sobre la planta del
templo en cuestión y los resultados resultan al menos sorprendentes al encajar
casi a la perfección. ¿Estaba en la mente del maestro constructor este hecho y
da a conocer la planta del edificio de manera encriptada en la marca de la
ballesta?
Como digo, me resultó sorprendente que en la iglesia de San Andrés de
Añézcar existiese sólo una marca propiamente dicha y que estuviera en la
portada de la misma grabada con una grafía impecable, pues está debidamente
proporcionada y realizada con instrumentos de dibujo. Se ha conservado tan bien
que después de más de 700 años parece que ha sido realizada ayer mismo.
He querido hoy emular el método de los autores citados y he conseguido
lo siguiente:
1º. La anchura de la cuerda de la ballesta coincide prácticamente con
la longitud de los muros exteriores del edificio.
2º. La distancia entre la cuerda y el estribo de la ballesta coincide con
el radio del ábside.
3º. El mástil central del arma coincide con el eje longitudinal de la
planta de la iglesia y su longitud llega hasta el final del segundo tramo de la
misma.
4º. El arranque del gatillo, llave o manija de la ballesta indica el
inicio del segundo tramo de la iglesia o el final del primero, según se mire.
5º. El tramo primero de la iglesia, que parte desde el inicio del
ábside, es un poco mayor que el segundo tramo, lo que se corresponde a la
perfección con las divisiones de la ballesta.
6º. Esta ballesta posee estribo, cuyo grosor viene a corresponder con
el espesor del muro central del ábside, en el que se abre el vano oriental.
7º. La curvatura del arco coincide tangencialmente con el vano abierto
en el lado derecho del ábside.
A la vista de todo ello, como Santo Tomás, empiezo a pensar y creer que
en las teorías que mis colegas Rafael Fuster y Jordi Aguadó defienden no andan
mal encaminados y que los canteros medievales nos dejaron, en ocasiones, los
planos de las plantas de sus edificios no en pergamino perecedero sino grabados
en la misma piedra con la que construyeron sus iglesias y catedrales.
Quizás era esto, entre otras cosas, lo que los maestros constructores
buscaban en su viaje iniciático a través del Camino de Santiago. Aprender de
los grandes maestros el arte de la construcción cuyo saber compendiaron en
pequeñas señales grabadas en la piedra.
Al menos en la iglesia de San Andrés de
Añézcar así parece cumplirse.
Interior de la iglesia de San Andrés
de Añézcar – Navarra.
PD. Dedicado a la labor de Rafael Fuster y
Jordi Aguadé en su Proyecto SIGNO.
Muchas gracias, Simeón por este nuevo trabajo. Un resultado interesante que bien merece una reflexión. Un abrazo.
ResponderEliminarDe nada Rafael.
EliminarAhora estoy con las ballestas del Palacio de Olite, Haré la prueba, si tengo los medios, para ver si se corresponden con el hueco de la escalera de caracol.A ver qué sale.
http://lamagiadelaspiedras.blogspot.com.es/
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