lunes, 14 de junio de 2021

LOS NIÑOS Y EL CAPITEL INTERIOR DE LA IGLESIA DE VESOLLA.

 

LOS NIÑOS Y EL CAPITEL INTERIOR DE LA IGLESIA DE VESOLLA.

 

Por Simeón Hidalgo Valencia (14 de junio de 2021)

 


Uno de los pasajes que siempre me ha llamado la atención desde que era niño e iba a la catequesis es el que recogen los evangelistas Mateo y Lucas en el que se dice que Jesús alababa a su Padre, porque frente a las personas poderosas, sabias y prudentes había preferido a los pequeños para revelarle sus secretos. (Mt. 11,24 y Lc.10,21).

Y la verdad es que los pequeños, los niños, en su sencillez y espontaneidad ven y expresan con toda normalidad lo que los adultos, por prudencia, para no equivocarse y no meter la pata, para dar la sensación de personas serias, a veces no nos atrevemos a expresarnos.

Esto, llevado al complicado mundo de la identificación y aún más de la interpretación de los motivos que los maestros tallistas medievales grabaron en sus obras, fueran capiteles, canecillos, portadas, etc., estoy comprobando en estos últimos años en que me dedico a transmitir lo que, después de una larga observación y reflexión yo mismo logro ver e interpretar en las iglesias de la Comarca de Izaga, rica en arquitectura de los siglos XI-XII-XIII y XIV, va siendo algo muy cierto.


Siempre que acuden familias con niños a las visitas guiadas que desde la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa atendemos o programamos suelo comentar a los mayores que me voy a dirigir sobre todo a los pequeños, porque son ellos el futuro del patrimonio que ahora se les explica y porque educar a la infancia y a la juventud en el amor a lo que nosotros hemos heredado es la base para que se mantenga vivo y llegue a las futuras generaciones.

Así lo he comprobado sea en Guerguitiáin, sea en Artáiz, Besolla, Najurieta, Izco, Ekai o cualquier otro de los muchos lugares por los que nos movemos. Siempre las respuestas y observaciones de los pequeños han dado en el clavo y han sabido ver lo que para los ojos de los adultos es invisible, quizás porque hayamos perdido esa mirada profunda y clara de la mente infantil que ve más allá y está más cerca del valor de los símbolos que los maestros medievales emplearon en sus obras.

Escribo estas líneas porque en las dos últimas visitas guiadas que este fin de semana hemos realizado, los niños y su clarividencia han sido los protagonistas al hablar de uno de los capiteles perteneciente a la iglesia de Besolla, que está colocado en la Sala Petrus II del PETRUS MUSEUM, sala que por cierto es la que más les ha gustado, según su propio parecer. Lo mismo sucedió cuando en el año 2012 hicimos un paseo desde Izco hasta Besolla. La misma respuesta dada por un niño en 2012, fue la que el sábado pasado escuché de la boca de un niño y, ayer domingo, de la de una niña de ocho años. Ninguno de ellos había visto antes el capitel que se explicaba, pero supieron identificar cada una de sus partes. Lo que para los adultos se nos escapa, para los niños es algo evidente y así lo expresan… y así lo recogí en diciembre de 2014 cuando escribí el artículo titulado “SANTA MARÍA DE VESOLLA EN EL PETRUS MUSEUM”. Decía entonces:


"El siguiente capitel tiene su mensaje propio. Está situado en el tramo final del lado norte del interior de la iglesia. Sus distintos elementos forman parte de un todo narrativo. Sería interesante conocer cómo estaban pintados cada uno de ellos para poder leerlo en su originalidad, con los matices que el color pudiera agregar a la narración.

En este capitel ya conocemos el simbolismo de los zarcillos de la vid y de los casquetes esféricos o bolas. Jesús y su cuerpo en figura de pan. 

También está presente la figura humana, curiosamente como amortajada, sin brazos. Su gran cabeza cubierta y la expresión de sus ojos redondos y abiertos miran fijamente hacia ninguna parte. Parece representar a una persona muerta. Esta persona ocupa el encuentro de las caras central y derecha del capitel.

El maestro cantero ha grabado a su derecha un ave rapaz que por su silueta recuerda a un halcón y por encima del halcón dos hogazas de pan.

La figura del halcón nos remonta a las creencias egipcias en las que a la vez que simboliza el alma de la persona, se le identifica como divinidad solar siendo el símbolo de la luz y el que marca el proceso de la muerte y la resurrección. Se asume de nuevo una tradición antigua para expresar el hecho de la muerte y la esperanza de la resurrección en la vida de los creyentes. 

En la parte inferior del capitel se ha representado un puente de arcos de medio punto que lo recorre de extremo a extremo.  En el otro extremo del capitel se representan de nuevo los zarcillos de la vid como punto de llegada y en el encuentro de las caras central e izquierda del capitel se ha labrado, como dijimos en su momento, un detalle difícil de identificar que podría simbolizar a la vida nueva en forma de gotas de agua.

El centro del capitel lo ocupa otra vez la representación de los pámpanos de la vid escoltados simétricamente por un par de halcones que, a manera de los pájaros carpinteros del capitel exterior derecho de la portada, parecen indicarnos en dónde han de obtener el alimento y la vida las personas cristianas. La vid, el vino y la sangre están presentes junto al pan y la carne.

¿Qué comunica este capitel?

Parece comunicarnos que la persona cristiana ha de realizar un cambio a lo largo de su existencia, que le lleve de la muerte a la vida. Las fuerzas para realizar el recorrido de una orilla a otra, a través del puente de su existencia, las obtendrá alimentándose con el cuerpo y la sangre de Jesús. Es decir, llevando a la práctica las enseñanzas de Jesús.

Este capitel en definitiva parece resumir el capítulo 6 del evangelio de Juan y en concreto la respuesta que da Jesús a los judíos en Jn.6, 52-54, que se preguntaban “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.”[1]


De los símbolos que este capitel contiene es fácil de identificar el puente, los halcones, los panes, los zarcillos de la vid, pero ¿qué se representa con el quinto símbolo? Pues bien, los niños lo ven con ojos de niño y dicen: “Es una gota de agua”.

En las dos veces reaccioné interiormente e hice muestras de admiración dirigiéndome a los adultos, algunos de los cuales ya habían hecho comentarios al oído sobre lo que ellos veían en este motivo casi, casi abstracto, y también ellos se sorprendieron de la respuesta dada.

¡Muy bien! - digo yo. Una gota de agua que parece que va creciendo, ¿no? Como pasa en los cristales de los coches cuando llueve.

…y pregunto a los mayores a ver qué es lo que ellos ven…y alguno, con cierto miedo dice que le parece una caca, y otro, más decidido dice:

- ¡Pues lo voy a decir! Yo lo que he visto desde el principio y así se lo he dicho a mi pareja al oído es que me parece el sexo femenino.

- ¡Qué visiones tan diferentes! Comenta otro adulto.

- ¿Son diferentes? Sí, pero ¿También lo es el mensaje? Y les comento que la visión infantil de la gota de agua nos habla de vida. El agua es vida. Sin agua moriremos… y voy a seguir cuando una mujer comenta:

- Lo mismo que el sexo femenino, que transmite vida.

- Así es. Las dos visiones nos hablan de vida.

El puente une dos orillas y como el halcón Horus que muere y resucita nosotros hemos de morir también y pasar el puente hasta la otra orilla y volver a nacer a una nueva vida.

…y les comento la genialidad del maestro Petrus que supo, con su sabiduría del mundo antiguo y su profesionalidad como cantero, plasmar el mensaje teológico de la muerte y de la resurrección que el comitente de la iglesia de Besolla le encargó que transmitiera en este capitel sin emplear ningún motivo claramente cristiano, sino sirviéndose del conocimiento que sobre la cultura antigua egipcia tenía y empleando símbolos fácilmente reconocibles por las gentes humildes de la aldea de Besolla.


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