UXUE
MÁS EKAI – DE VIVOS Y MUERTOS
Por
Simeón Hidalgo Valencia (05 de mayo de 2017)
No hay como salir del propio
terruño a conocer nuevos horizontes para darse cuenta de que por mucho que se
valore y aprecie la riqueza patrimonial de una comarca como la de Izaga,
extendida por los valles colindantes a la gran mole de esta montaña mítica de
Navarra, desde donde el arcángel Miguel vela y vigila, para darse cuenta de que
en otras latitudes hay también cosas dignas de ser conocidas y visitadas en
esta gran tierra que es Navarra.
Así lo pudimos comprobar los que el
día 29 de abril pasado nos acercamos hasta Uxue a visitar su gran iglesia, que
a falta ya de la fortaleza levantada por el primer rey de Pamplona, Íñigo
Arista, ha heredado ella misma el ser una de las vigilantes atalayas navarras,
recibiendo el nombre de iglesia-fortaleza.
Su magnífica estampa e
imponente figura rasga los cielos y sobrecoge al visitante con su gran
portalada y los murmullos de admiración se hacen patentes al traspasar la
portada y encontrarse con la gran nave gótica del siglo XIV y la hermosa
cabecera con sus tres románicas ábsides del siglo XI.
La Comarca de Izaga y Uxue tienen algo en
común, pues se comunican en la distancia y desde Izaga cada 8 de mayo al subir
al “Criadico” (San Miguel, el chico) a su ermita-basílica de tres naves y en la
romería anual de los valles de Lónguida y de Izagaondoa, la comitiva se detiene
en un punto de la ascensión y mirando a Uxue canta la Salve Regina a la Virgen
María y desde Uxue, la hermosa paloma alza el vuelo hacia el norte y contempla
la silueta de Izaga y recoge la oración.
La Comarca de Izaga y
Uxue, allá por el siglo XIV, recibieron de los pinceles de artistas medievales
el arte de la pintura mural y así se expresaron en San Martín de Ardanaz y en
San Martín de Ekai y también en Santa María de Uxue. Con el tiempo, las
pinturas se ocultaron y se fueron estropeando en ese proceso de vida y de
muerte que lleva consigo el paso del tiempo y, con la reciente moda del siglo
XX de desnudar las paredes, los pocos vestigios conservados ocultos detrás de
retablos, órganos o bajo sucesivas capas de revoco posterior se han convertido
en joyas valiosas de nuestra pintura gótica medieval.
Pues bien, cuando los
programas pictóricos estaban completos en sendos lugares, se podían contemplar
escenas similares que respondían a la manera de ser, de creer y de pensar del
momento, y en el siglo XIV, en el fatídico año de 1348 en que la peste negra o
bubónica llega desde Asia a Europa y se hace sentir también en el reino de
Navarra, la muerte recorre las calles y la vida se convierte en un regalo muy
preciado para los supervivientes. Por ello en muchas iglesias y monasterios el
tema de la brevedad de la vida y de la realidad de la muerte se plasma ante los
ojos de los fieles, recordando así que a este baile y a esta entrelazada danza
estamos todos amarrados y paso que damos en vida es paso que nos lleva a la
muerte.
Uxue y Ekai, en esto de
las pinturas, coinciden en una misma escena, que reflejaba una de las leyendas
más en boga en el siglo XIV. La leyenda del encuentro de los vivos con los
muertos.
En Uxue y Ekai, valle de Lónguida,
la mitad de la leyenda se ha perdido y dentro de lo malo de esta pérdida hay
algo bueno. Sumando lo que queda en sendos lugares podemos completar el conjunto
y reproducir la conversación que los vivos y los muertos mantuvieron.
En Uxue pudimos
contemplar el fragmento de pintura mural conservado en el muro norte del sobrecoro.
En él se representan una escena y media. La una es una Virgen con el Niño y la
media son tres caballeros montados en sus cabalgaduras.
De estas pinturas podemos conocer
quién las encargó, pues dos escudos iguales se pintan a ambos laterales de la Virgen con el
Niño. Según los entendidos corresponden a los Gurrea, dos de cuyos miembros,
Eximino y Pedro López, fueron abades de Montearagón del que dependía Uxue.
Uno
de los dos, quizás Eximino, encargaría la obra, como medio de dejar constancia
de quién mandaba realmente en el priorato de Uxue, frente a las
reivindicaciones de los obispos de la diócesis de Pamplona. El abad Eximino de
Montearagón es contemporáneo, en gran parte de su cargo, con el obispo Arnaldo
de Barbazán.
Un segundo detalle importante es que bajo la
escena de la Virgen con el Niño se conserva en parte el texto que parece
indicarnos en latín que fue el pintor Martinet de Sangüesa quien hizo esta
obra.
Además una curiosidad pictórica llena
de simbolismo acorde con la vida y su futilidad que lleva a la muerte aparece entre
las manos del Niño, pues sostiene una frágil mariposa.
Precisamente de vida y
de muerte es la escena común entre Uxue y Ekai.
Cuenta la leyenda que
tres ricos y jóvenes caballeros salieron a cabalgar por el campo y se
internaron en un bosque, lugar misterioso y peligroso en aquellos tiempos, pues
en su espesura podían sufrir ataques de bandidos y proscritos, salteadores de
caminos en busca de riquezas de todo tipo.
Estando en su espesura se encuentran
con otros tres personajes, que aunque muertos y en evidente estado de
descomposición les cortan el camino.
-¿Quiénes sois?-
preguntan los jóvenes y ricos caballeros.
Los tres muertos
vivientes toman la palabra y les advierten desde su estado de ultratumba.
-Lo que sois, nosotros
lo fuimos un día. Lo que somos, vosotros lo seréis pronto. Aprovechad la vida
mientras hay tiempo, porque lo importante es lo que hagáis de positivo y
provechoso para vuestra alma.
De esta manera se
recordaba a las gentes que aunque la vida fuera dichosa, con riquezas y larga
en años, todos se encontrarían con la muerte, ante la cual todas las personas
se rinden. La vida, aunque larga es breve.
No hay como salir del
propio terruño a conocer nuevos horizontes. Quizás, como en el caso de Uxue y
Ekai podamos componer el puzle y entender la vida en su totalidad.
Hola Simeòn,
ResponderEliminarLo siento. Yo no hablo español.
I have a website about Death in Art (http://lamortdanslart.com/). I would like to use your pictures about the three living and the three dead. Do you allow me to do so?
I knew there was a mural in Ujué, but I discovered that there is one in Ecay.
If I understand correctly, only the three living remain in Ujué. And this is the opposite in Ecay? It is only part of the three dead?