RETA:
PEQUEÑOS DETALLES QUE SÍ IMPORTAN Y ANIMAN
Por
Simeón Hidalgo Valencia (15 de Mayo de 2016)
A veces uno tiene la
impresión de que gran parte de lo que investiga, escribe o da a conocer a
través de las charlas a las que de vez en cuando me invitan, cae en saco roto y
que, por lo general, poco interesa a los propios vecinos lo que se da a conocer
o lo que se hace por y para el Valle de Izagaondoa y aledaños. Quizás sus
intereses vayan por otros caminos más terrenales y lucrativos, pero de vez en
cuando, también uno tiene sus propias satisfacciones solitarias, fruto de lo
que se ha investigado, escrito o conferenciado.
Pequeñas satisfacciones
que le dan al que esto escribe ánimos para
seguir adelante, pues aunque se tenga esa impresión de soledad, hay
quien sí lo tiene en cuenta y en un momento de interna sinceridad plasma de
distintas maneras el propio amor a la tierra, a su tierra, donde están sus
raíces.
Este sábado, 14 de Mayo
de 2016, me acerqué hasta Reta después del trabajo del auzolán, donde se
prepara en el “Petrus Museum” la primera exposición temporal en honor de la
Familia Lizarraga, últimos moradores en la Casa Zandueta y como siempre hago, a
media tarde salí a dar una vuelta por el campo y ver la hermosura exuberante de
la primavera y puse en práctica la charla sobre las orquídeas que escuché hace
días en boca del experto D. Ricardo Ibáñez, de la que ya hablé y en observación
minuciosa me detuve a contemplar de cerca y aplicar los conocimientos que allí
aprendí. Pequeños detalles del patrimonio natural que sí importan, como esta
preciosa orquídea al borde del camino. Uno se queda maravillado de la sabiduría
y preciosismo de las criaturas y de su instinto de adaptación para sobrevivir.
Otro pequeño detalle
que demuestra el amor a la propia tierra fue contemplar en una casa particular
esta pequeña pintura mural. Desde una figurada ventana abierta se divisa la
Peña de Izaga, donde el próximo domingo muchos habitantes del Valle de
Izagaondoa acudirán en romería.
Este pequeño detalle lo conocía
desde el momento en que se hizo, pero hoy lo quiero difundir, porque
cuando lo veo también me anima a seguir en la labor emprendida desde hace años
y me confirma el amor a la tierra y a las propias raíces de su hacedor, al que
animo a plasmar con su ingenio otros rincones de Izagaondoa.
Un tercer pequeño
detalle que me llenó de satisfacción fue comprobar cómo uno de los escritos que
hice sobre la Ermita de San Bartolomé de Reta[1],
allá por el año 2013, también ha dado su fruto. Entonces sugería al dueño de la
finca en la que se encuentran los restos de esta ermita que sería conveniente
señalar con una placa estos restos medievales, aunque sólo sea una pequeña
parte del muro sur del edificio.
Visitándole, me enseñó
la placa en cuestión con cierto sano orgullo de poseer en su jardín estas
piedras centenarias que un día formaron parte de un recinto sagrado.
-“He puesto la misma
frase que escribiste en el artículo”, me dice.
Tratamos de ver el
mejor lugar para colocarla para que conste, con cierta intimidad, que también
esas piedras con historia son parte de la Historia de Reta y del Valle de
Izagaondoa.
Pequeñas cosas,
pequeños detalles, que a uno le devuelven el ánimo, pues es cierto eso del
dicho popular que reza: “Predica, que
algo queda.” Hoy lo he podido comprobar en mi paseo por Reta contemplando
la Naturaleza explayarse por fin después de un invierno prolongado también en
gran parte de la actual primavera.
Gracias Valeri, por
este pequeño gran detalle, que indica tu amor por tu pueblo y su patrimonio
antiguo y gracias porque con este gesto lo mantienes vivo y me animas, también
a mí, a seguir en el camino emprendido.
Otros pequeños detalles
llenan de color a este íntimo rincón de Reta que, cuidado con cariño, florece y
revive cada año y se convierte en un refugio de paz en el que cargar las
propias baterías.
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