sábado, 9 de agosto de 2025

DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA LIZARRAGA DE IZAGAONDOA EN NAVARRA

 

DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA LIZARRAGA DE IZAGAONDOA EN NAVARRA 

Por Simeón Hidalgo Valencia (09 de agosto de 2025)

 

En el anterior artículo relacionaba un pequeño detalle estilístico que vi en la visita que hice este verano a Montañana, en Huesca, presente a la vez en los animales de los capiteles de la portada de la iglesia de San Martín de Artaiz y señalaba un hilo del que tirar que nos permite pensar que tanto en el lugar oscense como en el navarro trabajó el mismo maestro tallista o la misma escuela. 

Ahora me voy a centrar en otro detalle, que para los que estudiamos de niños el catecismo y se nos explicaba en la Historia Sagrada lo sucedido en el Paraíso Terrenal, cuando la serpiente habla con Eva y ésta se deja seducir y come del fruto prohibido y luego se lo da a Adán y come también, resultaba evidente que el fruto prohibido fue la manzana, tal era el aplomo y seguridad del catequista al comunicárselo a las mentes infantiles. 

También en la portada de la iglesia de Santa María de Baldós encontramos algo en común con la portada de la iglesia de Santa Eulalia de Lizarraga de Izagaondoa, de la que he escrito resaltando el detalle y lo publiqué en el libro “Las Claves de Izagaondoa”[1]. También en 2017, el 20 de septiembre, publiqué en mi blog el artículo titulado “La higuera, el roble y me decisión” cuya primera parte transcribo de nuevo, dado que tanto en Montañana como en Lizarraga de Izagaondoa, quien mandó representar la escena del Paraíso era de otra opinión acerca de la fruta prohibida.

 

*LIZARRAGA DE IZAGAONDOA. Veamos lo que primero descubrí.

 


“La sencilla y preciosa portada medieval de la iglesia de Santa Eulalia de Lizarraga de Izagaondoa transmite aún hoy día su mensaje a quien quiera y sepa leerlo. La estudié allá por el año 2010-11 y expliqué mi propia lectura por primera vez con ocasión de la Jornada Románica por Izagaondoa celebrada en octubre del 2011. 

Aunque el trabajo realizado lo di a conocer a través de mi blog y más tarde fue uno de los artículos del libro “Las claves de Izagaondoa”, ahora me voy a centrar en reflexionar de nuevo sobre los capiteles del lado izquierdo de la portada, según la miramos, pues en las tallas de sus tres capiteles protogóticos veo compendiada magníficamente la doctrina que la iglesia católica transmitía a los fieles del siglo XIII y que hoy sigue teniendo vigencia también desde el punto de vista de la ética para las personas actuales, sean cristianas o no, pues en definitiva se nos habla, por medio del simbolismo, de la propia libertad que cada persona posee para tomar un camino u otro en su propia vida. 

Titulo esta reflexión “La higuera, el roble y mi decisión”, porque el simbolismo de estos dos árboles se convierte en referencia ética para mí, como persona. La higuera y el roble hacen aquí de elementos paradigmáticos que nos llevan a los orígenes de lo que se ha dado en llamar el Antiguo y el Nuevo Testamento. 

LA HIGUERA: 

Si observamos al detalle y sin prisas el primer capitel, el exterior, llegará un momento en que identificaremos tanto la hoja del árbol como los frutos de éste perfectamente labrados por el maestro de Lizarraga de Izagaondoa, anónimo sí, pero de tan alto nivel profesional que parece bordar en la misma piedra.  Las hojas y los frutos sean brevas o higos, nos hablan de la higuera. 

¿Y por qué se talla la higuera en este capitel? 

Porque quien encargó esta portada para la primitiva iglesia de Lizarraga se propuso plasmar aquí los primeros momentos de la humanidad, cuando veía el Jardín del Edén o Paraíso Terrenal como una referencia palpable que a manera de cuento se recoge en los inicios del Génesis para poder comprender mejor y explicar de alguna forma la situación dolorosa de la condición humana en lucha constante por su propia existencia.

La Biblia inicia con el libro del Génesis, donde se narra los orígenes del mundo y de la humanidad. Hay dos relatos de la creación. El que aquí nos interesa es el segundo. Se puede leer en Génesis 2,4-26. En este último versículo se nos dice que “Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.” 

A continuación, en todo el capítulo 3º se habla de la serpiente, de la prohibición de comer del “fruto del árbol que está en medio del jardín”. “No comáis de él. Ni lo toquéis, so pena de muerte.” De la visión de la serpiente sobre el tema: “De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.” [2] Etc., … 

Pero ¿cuál era el árbol situado en medio del jardín?

Nadie lo sabe. Generalmente se habla de su fruto: la manzana, por lo que el árbol sería el manzano, pero en Lizarraga no aparece el manzano, sino la higuera con sus frutos. 

¿Por qué?

Porque en esto del mito original del Paraíso perdido a través de la decisión humana de hacer caso a “la serpiente”, la fruta no es lo importante por lo que no se especifica y en Lizarraga de Izagaondoa aparece una de las versiones frutales correspondientes al árbol del centro del jardín primigenio. La higuera. 

¿En qué se basa esta talla?

Quien esto manda hacer conocía muy bien las tradiciones antiguas que en el siglo X se plasman en los libros miniados realizados en los escritorios de los monasterios, focos de cultura y de transmisión de saberes. Y es en esos códices donde encuentro la posible base de lo que aparecerá no ya pintado, sino esculpido en Lizarraga unos trescientos años después. 

El monje Vigila copia en el scriptorium del monasterio de Albenda de Iragua, La Rioja, entre los años 974 al 976, la Crónica Albendense y terminado el libro su contenido se recoge en gran parte en el monasterio de San Millán de la Cogolla de Suso  conocido por el nombre de Códice Emilianense que se inicia en el 976 y se acaba en el 992.[3] Pues bien, en ambos códices aparece ilustrada la caída de Adán y Eva en el Paraíso Terrenal y el árbol que se representa es una higuera.[4] Pasarán más de 300 años y este mismo árbol se talla en Lizarraga para indicarnos simbólicamente el definido como “Pecado original”. 

La lámina representa en el centro a la higuera. La serpiente enroscada en ella lleva en su boca un higo o una breva y se lo da a Eva que extiende su brazo y lo coge. Adán y Eva se tapan con hojas de higuera. “Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.”

La lámina especifica claramente con las palabras “LIGNVN FICI” que se trata de árbol del higo: la Higuera. 

Rodeando a manera de marco la imagen, el copista escribe comenzando desde la parte superior izquierda y siguiendo el sentido de las agujas del reloj el siguiente texto:” + Allí entre los árboles del Paraíso Eva había tendido la mano hacia el fruto tomándolo de la boca de la serpiente. Rápidamente se la había llevado a Adán. Después juntaron hojas de higuera y se hicieron perizoniums (delantales, taparrabos, paños de pureza…)”.[5] 

La higuera, ese árbol tan familiar en muchas de las casas de nuestros pueblos, resulta, según esta tradición, ser el árbol del conocimiento del bien y del mal. Árbol representado en este capitel de la iglesia de Santa Eulalia en Lizarraga de Izagaondoa con todo su simbolismo primigenio del mal que acecha a la humanidad.

 


*MONTAÑANA.

También en Montañana está representada la escena de la desobediencia de Adán y Eva en tres de los capiteles de su lado izquierdo, según se contempla la portada. En medio se talla el árbol del Conocimiento, que estaba en el centro del Jardín del Edén y, si observamos con atención descubriremos, que como en Lizarraga de Izagaondoa, es una higuera con sus frutos.



En la higuera está enroscada la serpiente que habla al oído derecho de Eva que cede y come el higo y da también a Adán que también come. Ambos descubren y conocen que están desnudos y cubren sus partes íntimas.  En el caso de Adán se lleva su mano izquierda al cuello, gesto que se interpreta como “el bocado de Adán o nuez”. 

Entre sendos capiteles se extienden más ramas de higuera con sus frutos. 



Quiero hacer notar que quien organiza el mensaje teológico de esta portada parece asimilar el pecado en general con la simbología de la higuera, como se puede ver en el cimacio de la ménsula derecha que sostiene el tímpano. 

Esta ménsula, se ha comentado en el artículo anterior, se suele interpretar como una representación del pecado de la lujuria. En su respectivo cimacio vuelven a aparecer las ramas de la higuera con sus frutos. 


En el capitel izquierdo aparece Dios impartiendo el castigo a la Serpiente, a Adán y a Eva. Detrás la figura de un ángel que vigilará para que no vuelvan al Paraíso, una vez expulsados de él. 

El el capitel derecho se pone en imagen el castigo y Eva aparece haciendo de costurera y Adán transportando un pesado fardo a sus espaldas. “Comerás el pan con el sudor de tu frente”. 

       


       Representación Siglo X.                          Representación Siglo XII-XIII.

 

Un pequeño detalle coincidente entre Santa María de Baldós en Huesca y Santa Eulalia de Lizarraga de Izagaondoa en Navarra, reflejo de una manera de interpretar historias a lo largo del tiempo y del espacio. Lo que ahora es manzana, antes parece que fue higo, pero esto no es lo importante. Lo importante para la humanidad es conseguir volver al deseado paraíso terrenal… y tal como vamos…



[1] SIMEÓN HIDALGO VALENCIA, “Las claves de Izagaondoa”, Pamplona, 2014, págs. 112-121.

[2] Los textos bíblicos que se citan en el artículo siguen la versión de la Biblia de Jerusalén.

[3] Consultar en Internet: Códice o Código Albendense o Vigilano y Códice Emilianense.

[4] Imagen recogida en Internet.

[5] Traducción ofrecida por Margarita Marcos González en la página de Facebook “Románicos en movimiento”.


jueves, 7 de agosto de 2025

DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA ARTAIZ EN NAVARRA

 

DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA ARTAIZ EN NAVARRA 

Por Simeón Hidalgo Valencia (07 de agosto de 2025)

 




Llegar a Montañana, en la comarca oscense de Ribagorza, es viajar en el tiempo y transportarse arquitectónica y urbanísticamente a la Edad Media. Es una de esas joyas que rezuman historia desde su puente de entrada hasta su iglesia románica de Santa María de Baldós, atalaya altiva dentro de los muros de su fortaleza, pasando por sus casas centenarias y sus calles empedradas a conciencia. 

Pocos son sus habitantes, pues como otros muchos lugares con raigambre, poco a poco se han ido marchando, unos a lugares con más futuro; otros, es ley de vida, para siempre. Aunque en el pueblo se nota la vida, pues en medio de su silencio se escuchan algunas conversaciones de algunos vecinos que han llegado a pasar el fin de semana, “solo nueve personas lo habitan a diario”, nos comenta una señora con la que nos cruzamos en una de sus estrechas calles, que con la compra se dirige a su casa cercana a la ermita de San Juan Bautista. 

A pesar de sus pocos habitantes, Montañana tiene una Oficina de Turismo, pues parece que en los fines de semana estas calles se llenan de gentes que vienen a visitar el pueblo. Cuando llegamos nosotros, es jueves, y la oficina está cerrada, pues abre los sábados y domingos y en esos días hasta hay una persona que realiza y atiende a los turistas en visitas guiadas. 


Subimos despacio sus empinadas calles, observamos sus casas, sus portaladas, los restos de sus torres, sus escudos nobiliarios, sus reconstruidos muros perfectamente levantados a piedra seca, y a medida que ascendemos el horizonte se nos muestra majestuoso y comprendemos mejor la misión de vigilante atalaya que desempeñó Montañana. 

En lo alto, su iglesia se yergue rehabilitada y me centro en la contemplación de su portada románica con sus arquivoltas, tímpano y capiteles, que me depararán alguna sorpresa agradable, que motivan este escrito, porque, a veces, pequeños detalles coincidentes abren pistas de investigación que aportan nuevo conocimiento. 



Las cinco arquivoltas descansan en sendas columnas con basa, fuste y capitel. Les rodea el guardalluvias que descansaba en sendas ménsulas de las que se conserva la izquierda, según miramos la portada. El guardalluvias está adornado por cabezas de clavos en forma de X, que es la letra Ji griega, inicio del nombre de Christos. 


Cristo que aparece sentado en majestad en el centro del tímpano. Bendice con su mano derecha y con la izquierda sostiene el Libro de la Vida, que en esta imagen aparece cerrado. Rodea su rostro el nimbo celestial y la cruz se define detrás. Aparece dentro del espacio celestial delimitado por la mandorla, sostenida por dos ángeles.  El tímpano se apoya en ménsulas talladas. La izquierda con un león andrófago y la derecha con un personaje al que atacan otros dos, que suele interpretarse como el pecado de la lujuria, como se verá a continuación.


En las ménsulas y capiteles de la zona izquierda, según se mira la portada, se adivina en la ménsula que sostiene el guardalluvias algo que me cuesta identificar, pero que cuando lo analizo y veo claramente el relieve de un trifronte, me viene inmediatamente el recuerdo de San Martín de Artaiz donde hay dos o de las iglesias de Iriso y del antiguo Garitoain, hoy día en la portada de la ermita de Santa Bárbara en la Higa de Elo-Monreal. También aquí se echa mano de la representación de un dios antiguo anterior al cristianismo como un recurso pedagógico que la Iglesia oficial coloca en la escultura de la portada, bien a la vista, para que los creyentes del siglo XII-XIII pudieran “comprender” de alguna manera el misterio de la Trinidad, dogma eclesiástico que se ponía en duda por alguna corriente espiritual de la época. 

Trifronte y Psicostasis en Montañana.

Lo mismo me pasa con el capitel más exterior. Su grado de erosión casi lo hacen irreconocible, pero si nos fijamos atentamente y lo analizamos llegaremos a ver a dos personajes: Uno vestido con túnica que levanta su brazo izquierdo. Delante de él hay algo cuya base es circular en posición inferior a algo similar que está a su derecha, un poco más elevado. A la derecha se adivina al segundo personaje, que está desnudo y que tiene rabo. Su brazo y pierna izquierda tocan la pieza similar de la derecha. 

Todo ello me lleva a identificar en este capitel la escena del “juicio del alma” o “psicostasis”, pues los dos personajes se pueden identificar con San Miguel y con el Diablo que, como en otras representaciones similares de esta cristianizada escena milenaria egipcia, intenta hacer que el platillo de la balanza que contiene las malas obras del difunto pese más que el que porta las buenas obras realizadas en vida. Aquí gana el bien sobre el mal y el mensaje es positivo. También en Artaiz está presente esta escena y también en ella triunfa el bien.  


A continuación, los tres siguientes capiteles nos describen los inicios del género humano allá en el Paraíso Terrenal, según recoge la Biblia en su primer libro denominado el Génesis, desde el capítulo 2, 4 hasta el capítulo 3, 1-24. 

En el centro, tercer capitel, está la escena de la tentación en el momento en que la serpiente induce a Eva a comer del fruto del árbol del conocimiento. En el segundo capitel la escena de la expulsión del paraíso y en el capitel cuarto la escena del castigo. En el siguiente artículo titulado “De Montañana en Huesca hasta Lizarraga de Izagaondoa en Navarra” se comentará más al detalle. 

El quinto capitel muestra una escena muy habitual en época medieval, como es la imagen de la persona avara de cuyo cuello cuelga la bolsa del dinero y los tormentos a la que es sometida después de su muerte. 



En la ménsula izquierda que sostiene el tímpano aparece la talla de la cabeza de un león en cuyas fauces tiene a una persona desnuda. Es el denominado normalmente como “león andrófago”, que también en San Martín de Artaiz está presente de cuerpo entero, que como aquí viene a ser el dador de vida, protector y acompañante a esa otra vida después de la muerte física[1]. 

En la imposta que sostiene el tímpano y en los capiteles de la zona derecha, según se mira la portada, se pueden identificar tres episodios bíblicos y una interpretación de uno de los pecados que más se cita en esta época, como es la lujuria. 

De los episodios bíblicos claramente identificados aparece en primer lugar el denominado “Sacrificio de Isaac”, en que Yahvé tienta o pone a prueba a Abraham pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac. En San Martín de Artaiz también está presente este pasaje de la Biblia recogido en Génesis 22, 1-19. 

Son dos capiteles los que plasman esta historia. En uno de ellos aparece un ángel indicando, con un desproporcionado dedo índice de su mano derecha el carnero que se muestra en el siguiente capitel. Completando la escena del anterior se talla a Abraham en el momento de ir a sacrificar a Isaac, que es cuando el ángel le detiene. 

La siguiente escena bien identificada corresponde al episodio de la “Anunciación a María”. Aparecen tres personajes o, mejor dicho, cuatro. En primer lugar, se ve a José con su típico bastón en forma de T. En segundo lugar, a María y, en tercer lugar, al Ángel. Además, hay una Paloma, símbolo del Espíritu Santo, que infunde su espíritu a María susurrando en su oído, al modo en que la serpiente susurraba al oído de Eva en la escena de la Tentación en el Jardín del Edén. Mateo 1, 18-25 y Lucas 1, 26-45. 

A continuación, la tercera escena que se logra identificar, a pesar de su gran deterioro, parece corresponder al pasaje de la “Resurrección”. En ella hay un ángel sentado al borde del sepulcro y a la derecha del sepulcro se ven los restos de tres figuras, que serían las tres mujeres que acudían a embalsamar el cadáver de Jesús, pero que se encuentran con el ángel que les anuncia que “no busquen entre los muertos a quien está vivo”. Mateo 28, 1-8.  Marcos 16, 1-8. Lucas 22, 50-56 y 24, 1-11. 

Queda por comentar la talla que aparece en la imposta derecha que sostiene el tímpano, donde se recoge la escena de una persona, aunque su rostro tiene algo de bestia, que es atacada por dos fieros animales. Sus bocas muerden las mejillas. Sus patas delanteras presionan los pechos y con las garras traseras le desgarran el vientre y zonas íntimas. Tradicionalmente en este tipo de imágenes se suele ver la representación de uno de los pecados: el de la lujuria que, junto al visto en la zona izquierda, que representaba la avaricia, formaban junto a la soberbia, la ira, la gula, la envidia y la pereza, el conjunto de los denominados “pecados capitales”.


Esta es la escena comentada. Está bastante bien conservada, salvo la zona del muslo de la pata trasera izquierda de la fiera situada a la derecha. Hasta podemos admirar restos de la policromía de la pieza y es precisamente esta buena conservación de la parte inferior de la extremidad señalada la que me llama más la atención, dado que de inmediato la relaciono con otras piezas, también de animales, de San Martín de Artaiz. Un pequeño detalle que puede ayudar a conocer algo más de esta iglesia navarra, sea en cuanto a sus orígenes, sea en cuanto a alguna escuela de tallistas, sea en cuanto a una época, etc., pues su falta de documentación fundacional la envuelve en cierta niebla misteriosa. 

Ya he comentado que en la portada de la iglesia de Santa María de Baldós y en la de San Martín de Artaiz existe temática escultórica común, como es: El “Rostro Trifronte”, La “Psicostasis o Pesaje del Alma”, La escena bíblica del “Sacrificio de Isaac” y El “León Andrófago” por lo que se puede pensar en un denominador común mensaje doctrinal en ambos edificios. A estos cuatro elementos hay que añadir el rasgo estético escultórico observado en la “escena de la lujuria”.

¿Será una prueba de la presencia en ambos lugares de la misma escuela escultórica o de una manera de hacer de la misma época o incluso de un mismo maestro escultor que trabaja en Montañana y en Artaiz, dado que en ambos lugares se emplea el mismo trazo estético?



Este trazo estético o textura en la piel de este ser maligno de Montañana coincide con lo que veremos en Artaiz y se puede describir como “dientes de sierra curvados”. 

 

*Trazo estético en los capiteles de la portada de San Martín de Artáiz




En los capiteles del lado izquierdo, según contemplamos la portada de San Martín de Artaiz, lo veremos en dos de los animales del capitel denominado “Las edades de la persona” en que se muestra a la infancia, la edad adulta y la ancianidad representadas alegóricamente por un perro galgo, un león y un águila, respectivamente. Pues bien, en los dos primeros animales, el galgo y el león, se emplea el mismo trazo estético, como se puede apreciar a continuación.



El galgo representa a la infancia. 


El león representa a la edad adulta.
 



En cada uno de los tres capiteles del lado derecho de la portada también se aprecia este trazo estético. 


 

En el más interior lo encontramos en el fiero perro que, con mirada penetrante, muestra su afilada dentadura dispuesto a saltar y clavar sus garras sobre quien le amenace.

En sendas patas aparece este tipo de trazo.




También lo veremos en las colas de las arpías que se tallan en el capitel central. Seres mitológicos compuestos de cabeza de mujer, cuerpo de ave, patas de cabra y cola de serpiente. 

En su misma esencia reside la maldad y están en todo momento dispuestas a devorar a las personas. 


Aunque el capitel exterior está en parte deteriorado, se pueden identificar sus componentes y leer su mensaje. 

En su cara interna vemos a un hombre que nos habla con gestos, pues desde su postura reflexiva se lleva el dedo índice de su mano derecha hacia su ojo derecho, como indicándonos que miremos con atención y hagamos caso de lo que se nos ha comentado en el resto de la portada y lo pongamos en práctica, pues si no, seremos descuartizados. 

A la derecha de su cabeza se puede apreciar que había una figura igual que la que aparece en la cara exterior del capitel, que se puede identificar como una liebre macho, que está agazapada como escondiéndose. 

En el eje del capitel el tallista ha colocado a un animal panzudo, con fuertes patas, de cuya boca sale una pierna humana y bajo su panza se puede adivinar lo que queda de una cabeza humana. Este animal es un sapo. Animal asimilado con el mal. Animal que, como las arpías del anterior capitel, descuartiza a una persona. 

La advertencia del hombre que se lleva su dedo índice al ojo no ha servido de nada y un ser ha sido devorado por su propio mal. 

Tanto en este maligno sapo como en la liebre de la cara externa del capitel observamos el mismo tipo de trazo.  



Panza y pata izquierda del sapo presentan el mismo trazo.
 

 


Por lo que podemos apreciar todo el cuerpo de esta liebre macho estaba acabado con este mismo trazo. 

 

*Alguna conclusión: 

1ª. Siempre me había llamado la atención este tipo de recurso estilístico que el maestro que realiza los capiteles de la portada de San Martín de Artaiz emplea al realizar las tallas de los animales representados. No lo había expresado o comentado hasta este momento, dado que soy más de ir al fondo del mensaje que la escultura románica nos comunica, siguiendo mi idea de no quedarme en el exterior. Es decir, de ir a lo importante, tratando de leer el mensaje de ese libro abierto tallado en piedra. 

2ª. Aunque no lo había tenido en cuenta en mis comentarios en las visitas guiadas que he dirigido, personalmente sí he valorado este recurso estilístico del tallista, pues es un detalle que, cuando se descubre, ves que aporta equilibrio, dinamismo, armonía y delicadeza a la pieza tallada. 

3ª. Es significativo que todos los animales -reales o mitológicos- que se tallan en los capiteles de la portada de San Martín de Artaiz, a saber: El perro galgo, el león, el perro de aspecto fiero, las arpías, el sapo y la liebre macho o matacán, muestren en alguna de sus partes este mismo tipo de textura o trazo que vemos en la garra izquierda del animal derecho de la ménsula derecha que sostiene el tímpano de la iglesia de Santa María de Baldós. 

4ª. Dado que no tenemos testimonios escritos que acrediten el origen de San Martín de Artaiz, aunque sí reconozco un par de detalles que nos pueden situar en la época de su construcción, uno relativo a la moda eclesiástica y otro al estilo constructivo, amén, por supuesto, del programa teológico que nos puede orientar a favor de un comitente eclesiástico de alto nivel, sí reconozco la importancia de este pequeño detalle estilístico coincidente con la iglesia de Santa María de Baldós dado que este sencillo rasgo pone en una misma óptica temporal y artístico sendas iglesias. 

5ª. Como suelo decir en mis escritos, esperemos que en otros lugares podamos encontrar este mismo punto de encuentro entre Montañana y Artaiz y que a medida que se va investigando se vaya dando luz y abriendo caminos para conocer un poco más de la iglesia de San Martín de Artaiz, que permanece aún en la neblina del tiempo. Éste que ahora ofrezco se podría considerar de poca importancia, pero creo que es un hilo del que tirar.  Por ahora es un detalle que he descubierto, que me permite afirmar que posiblemente Santa María de Baldós y San Martín de Artaiz tienen a un maestro tallista en común, pues el mismo rasgo estilístico se puede apreciar claramente en ambos lugares, aunque sea en Artaiz donde su presencia es mayor. 


Artaiz. Rasgo estilístico en el perro fiero.

 Capitel interior del lado derecho.

lunes, 30 de junio de 2025

SOLSTICIO DE VERANO EN SAN MARTÍN DE ARTAIZ: “DE LEONES Y DE HUMANOS”.

 

SOLSTICIO DE VERANO EN SAN MARTÍN DE ARTAIZ:

 “DE LEONES Y DE HUMANOS”.

 

Por Simeón Hidalgo Valencia (30 de junio de 2025)

 

LOS LEONES PROTECTORES 




El segundo nivel de lectura que yo hago de la portada de San Martín de Artaiz se refiere a sus dos grandes leones. 

En la zona de las enjutas se insertan sendos leones de grandes proporciones y de aspecto fiero a juzgar por sus fauces y sus garras. Su conexión con los leones de la fachada del monasterio de Leire y los del tímpano en que aparece el crismón de Jaca es evidente, aunque hemos de remontarnos mucho más atrás en el tiempo, pues en Artaiz, como en los lugares mencionados, se sigue la tradición antigua de plasmar en las puertas de sus ciudades figuras de animales protectores. 

Tendemos a interpretar estos leones de Artaiz siguiendo el paradigma del tímpano de la catedral de Jaca, dado que allí se expresa su simbolismo por escrito. 

Como a los dos leones de Artaiz se les ha representado con aspecto fiero y enormes garras, quien los ve por primera vez, sin detenerse a observar y analizar sus detalles, tiene una primera impresión negativa y aterradora de estos amenazantes leones devoradores de personas y esta es la interpretación más habitual. 

Sin embargo, aunque en parte los motivos sean los mismos, existen diferencias entre los leones de Jaca y los de Artaiz. 

Para empezar el tímpano de Jaca se realiza hacia finales del siglo XI y Artaiz hacia el último tercio del siglo XII, casi un siglo después. En Jaca hay dos leones y sólo en uno de ellos aparece bajo él una persona en cuya mano derecha sujeta una culebra.   En Artaiz también hay dos leones, pero relacionadas con ellos hay tres personas, a no ser que sea una persona en tres fases distintas de su estrenada vida. Esto me parece importante tenerlo en cuenta a la hora de poder interpretar estas imágenes. 

Pienso que el comitente ideológico de Artaiz, el famoso obispo de la fachada, aunque mantenga el mensaje de Jaca, lo plasma de forma más atrevida. 



Observemos de cerca a los leones de Artaiz y recordemos que también en el ábside, en el segundo canecillo de su lado noreste, hemos localizado el rostro de un león y debajo de él, el de un ser humano. 

Este canecillo recibe la luz del sol brevemente en la amanecida de los equinoccios y como el resto de los situados en la zona norte, solamente por unos días y horas en época del solsticio de verano, tanto en la amanecida como en el ocaso. El resto del año está apagado. Por ello es de sumo interés conocer cómo incide la luz sobre él, dado que está relacionado con los dos leones de la portada. Lo veremos más adelante. 

Este símbolo del león con personas a sus pies se decía, aparece ya en las culturas antiguas. La arqueología ha sacado a la luz restos escultóricos que demuestran que lo que vemos en San Martín de Artaiz no es algo aislado y propio del lugar, sino que más bien San Martín de Artaiz recoge y forma parte de una tradición y creencias que su comitente ve apropiadas para las gentes de finales del siglo XII en la comprensión de las creencias cristianas, tales como la muerte, necesaria para nacer a la otra vida, más allá de la muerte. 

 Este canecillo y los leones de las enjutas de Artaiz están en relación con algunas piezas escultóricas iberas, tales como el denominado “León de Bienservida” del Museo Arqueológico de Albacete, conocido también como “León de Huerta Bayonas”, Villarrodrigo (Jaén) (siglos VI-I a. C.) o el denominado “León protector de la ciudad de Cástulo” (Jaén) (siglos II-I a. C.), que se encuentra en el Museo Arqueológico de Linares, al igual que otro ejemplo de canecillo del siglo XII situado en la iglesia de Santa María de Xunqueira de Ambia. Ourense, y otros leones con personas debajo, en Navarra, como los plasmados en la antigua basílica de San Nicolás de Bari, en Tudela o en Santa María de Sangüesa. 


León de Bienservida.  (Tomada de Internet)


León de Cástulo(Tomada de Internet) 


León de Xunqueira de Nabia. (Cedida por Javier Gago)  


Leones de San Nicolás de Bari - Tudela - Navarra


León de Santa María de Sangüesa - Navarra.


Uno de los leones de Leire. El mejor conservado. Navarra.


Tímpano de San Pedro de Jaca. Huesca



- ¿Qué hace este león de Artaiz?, pregunto en las visitas, y la primera respuesta es:

- Está devorando a una persona.

Pero de inmediato, otro asistente comenta:

-O la está regurgitando.

 Esto último crea comentarios dispares y se anima el ambiente de la visita. Es bueno y positivo, digo, el intercambio de visiones y pareceres. A primera vista nos da la impresión de que el león está devorando a una persona, mientras otra espera tumbada a sus pies para correr la misma suerte.  Pero ¿y si estos leones de Artaiz están en la línea simbólica de las esculturas recientemente descubiertas, pero esculpidas muchos siglos antes? ¿Serán seres protectores que nos protegen y acompañan hasta el final de nuestra vida?

 Personalmente me inclino a ver a un solo león y a una sola persona en tres momentos. El león es Cristo, como se dice en Jaca. La persona, cada uno de los que se acercan hasta Artaiz a leer en el libro escrito de sus esculturas. ¿Qué es lo que yo leo?



 En un primer momento leo que el león ciertamente está pariendo. De sus aparentes devoradoras fauces sale una persona. Viene de nalgas y como todo ser que nace está desnudo. En un segundo momento el recién nacido está acostado y a los pies del león hace sus primeros movimientos. Se abraza a la pata delantera derecha del león y la misma luz del sol, que es vida, certifica este primer movimiento e ilumina progresivamente sus manos y la garra del león que le sostiene.



 La paz y la tranquilidad que refleja el rostro de la persona denota que es un recién nacido cuya cabeza se la sostiene el león con ternura y deja que repose en su garra delantera izquierda, que hace de almohada. No hay en su rostro ningún signo de terror o miedo a ser descuartizado.

 Que se trata de un nacimiento nos lo confirma la frase correspondiente del tímpano de Jaca escrita en latín.

Transcripta en su extensión se leería como la recoge Juan F. Esteban Lorente en su estudio “Las inscripciones del tímpano de la Catedral de Jaca”.



IMP(er)IVUM MORTIS CONCVLCANS E(st) LEO FORTES que traducido dice: 

“EL PODEROSO LEÓN ESTÁ PISANDO EL IMPERIO DE LA MUERTE”.


Luego, si “el poderoso león pisa, aplasta o domina el imperio de la muerte”, quiere decir que vence a la muerte, mata a la muerte, destrona al poder de la muerte y que ofrece la vida. Así se refleja en este león situado en la enjuta izquierda, según miramos la portada, de la iglesia de San Martín de Artaiz.  Si domina a la muerte es porque da la vida, como se ve en la metopa del descenso de Jesús a los infiernos para rescatar y dar la vida a los bienaventurados del Antiguo Testamento.



 El león de la derecha reproduce al mismo león y a la misma persona, pero en un tercer momento. Aquí la persona tiene ya más autonomía y parece como que quiere ponerse en pie. Para lograrlo se sigue apoyando en el león a cuya pata delantera izquierda se agarra, mientras se incorpora.

Su brazo derecho se ha perdido en parte, pero en lo que se conserva se adivina que lo tenía levantado. Por lo que en Jaca observamos en la única persona que aparece bajo el león de la izquierda, según miramos, también ésta de Artaiz sostendría una serpiente. Animal claramente símbolo del mal, al que la persona de Artaiz domina y mantiene a raya gracias a la fuerza y protección del león, Cristo, como se ve igualmente en el soldado del séptimo canecillo que clava su lanza en la boca del dragón mientras coloca su pie izquierdo sobre su cuerpo.

 Se muestra al león en actitud protectora, pues tiene entre sus garras a la persona que ha parido agarrada con confianza a su extremidad delantera izquierda y se recuesta sobre las garras de su pata delantera derecha. La expresión de su rostro sigue siendo de paz y confianza y parece sonreír. Actitud ésta que se resalta y ve con más claridad con los matices de la luz al incidir sobre su rostro. De esta manera sería aplicable a esta persona de Artaiz la misma leyenda que aparece en Jaca respecto de este león protector, símbolo de Cristo salvador.

 


PARCERE STERNENTI LEO SCIT. XP (istu) S Q(ue) PETENTI

 

“EL LEÓN SABE RESPETAR AL QUE SE LE POSTRA A SUS PIES

Y

 CRISTO AL QUE LE IMPLORA”.

 

… y en esta implorante actitud ha de intentar mantenerse a lo largo de su existencia terrenal, hasta que le llegue la muerte y con ella dé el paso definitivo a la vida eterna de la mano del león, Cristo, que perdona, protege y da vida.

 

El SOLSTICIO DE VERANO – 21 DE JUNIO

 

Volvamos ahora al canecillo mencionado al principio de este apartado y observemos su posición en el conjunto de los 14 que sostienen el alero de la cubierta del ábside. Corresponde al número 5 y está situado al noreste del ábside. Como el resto de los numerados su tema se repite en la portada. Con la salida del sol en los equinoccios se ilumina. En esta fotografía del equinoccio de otoño de 2015 se aprecia muy bien, enfrentado al número 4, que representa el órgano genital masculino y simboliza la generación de la vida: El nacimiento. Y donde hay nacimiento habrá, al final, su opuesto: La muerte.



 Es en el solsticio de verano cuando la luz del sol incide sobre los canecillos del noreste del ábside y de la fachada norte por unas horas, tanto al amanecer como al atardecer.

 Este año de 2025 he vuelto a Artáiz el día 21 de junio, día del comienzo del verano, para seguir observando cómo actúa la luz del sol, fuente de vida, sobre las zonas citadas y muy especialmente sobre el canecillo en que aparece una cabeza de león y debajo de ella una cabeza humana.



La salida del sol se produjo a las ‏‎6:55:40 (4,55 solares) y desde ese momento las zonas señaladas de la iglesia se iluminaron, hasta que progresivamente volvieron a la oscuridad al ir rotando y desplazándose la tierra y la luz solar iluminaba progresivamente el sureste del ábside y la fachada sur. Veamos la secuencia.

  ‏‎  


6:57:26.  

    


 ‏‎6:58:30.                                  

   


 ‏‎6:59:52.

     ‏‎


7:06:04.   

   


 ‏‎ 7:07:38.     

   


‏‎ 7:37:34.

    


 ‏‎7:42:54.     

  ‏‎   


9:09:46.   

 ‏‎  


  9:21:12.

‎  


10:05:06.   

 


 ‏‎10:53:22.   

  


‏‎ 10:54:20.

 


He podido calcular, teniendo en cuenta las horas en que se realizan las fotografías expuestas, que son prácticamente 4 horas (3 h. 58’ 40’’) las que el canecillo segundo de la zona noreste del ábside, (opuesto al segundo de la zona sureste, que corresponde a los órganos genitales masculinos), está en todo o en parte iluminado.

 Por la tarde me acerqué de nuevo para seguir observando el impacto de la luz solar sobre los canecillos de la fachada norte y comprobar, de nuevo, como había hecho años anteriores, hasta dónde llegaba a iluminar en el momento de ponerse el sol. No tuve suerte, pues una imprudente nube ocultó al sol. Por ello echo mano de las imágenes tomadas también un 21 de junio, pero en este caso de 2016.

     En el atardecer del solsticio de verano, el 21 de junio, el sol empieza a iluminar los canecillos del norte comenzando por el situado en la esquina noroccidental, que en este caso es una deteriorada cabeza humana. Desde las 19:17:00 a medida que hace su recorrido descendente hasta el punto del ocaso va iluminando los diferentes canecillos en dirección al noreste del ábside.

 Progresivamente llega la luz al caballero barbudo, a la mujer en cuclillas que enseña su sexo, al feísimo y deforme diablo, al padre que lleva en sus hombros a su hijo, a los dos personajes con un barril, al hombre triste, a la pareja de amantes, a las cuatro bolas, al hombre en cuclillas y al canecillo con una sola bola. Estos son los canecillos originales conservados en el muro norte.

 Pero además el sol ilumina también los dos canecillos primeros de la zona noreste del ábside. El primero representa los restos de un animal que parece clavado por sus cuatro patas a la misma piedra y el segundo, que es el objetivo de este estudio, representa a una cabeza de león por encima de una cabeza humana. 



Desde las ‏‎20:58:36 se empieza a iluminar por la parte izquierda del hocico y mandíbula superior de las fauces del león, como se ve en la secuencia “Dos cabezas a la luz solsticial” vespertina, habrá que añadir.

  


Poco a poco, el sol invade la cabeza del león y hacia las ‏‎21:31:36 comienza a iluminar el rostro humano por la zona de su ceja derecha, como se puede observar en la fotografía, 



hasta llegar a las ‏‎21:36:20 en que este canecillo llega a su máxima iluminación.



 Permanece iluminado con la luz mortecina del ocaso‏‎ y palidece poco a poco, hasta que lanza su último suspiro.



Son las ‏‎21:39:42, cuando se produce el ocaso. El sol, que es vida, muere y junto a él, el león y el ser humano penetran juntos en el misterioso mundo de las sombras.

 La luz vespertina del solsticio de verano lo ha iluminado durante 41’ 06’’.

 

 

“DE LEONES Y DE HUMANOS”: INTERPRETACIÓN.

 

Como se ha comentado, los leones de Artaiz forman parte de una cadena de espiritualidad cuyos primeros eslabones se remontan a tiempos anteriores a la aparición del cristianismo, así lo demuestra su similitud ideológica con esculturas realizadas por antiguas civilizaciones, recientemente descubiertas. En nuestro caso correspondientes a la cultura ibera. En ellas se representa a un león que tiene bajo su cuerpo a un ser humano.

 —¿Por qué, entonces, si son esculturas anteriores al cristianismo aparecen expuestas en la portada de Artaiz, si son representaciones de “tiempos paganos”?

 —Porque estas imágenes, hay que reconocerlo, forman parte del sentimiento trascendente del ser humano que se sitúa por encima de dogmas, religiones o creencias determinadas excluyentes, que forman parte de ese denominador común de toda cultura terrestre. El comitente que edifica la iglesia de San Martín de Artaiz, sabio obispo constructor y gran teólogo, así lo vio y consideró que esa base de sentimiento trascendente del ser humano expresado en esas esculturas antiguas era la base imprescindible, la roca firme, el humus fecundo de cualquier religión y, por lo tanto, también sería válido como expresión del sentimiento trascendente de las gentes cristianas de finales del siglo XII.

 El león, pues, es la representación de Jesús, como el Cristo Salvador del cual nacemos y bajo su protección nos mantenemos a lo largo de la vida con las fuerzas suficientes para dominar y mantener a raya el propio mal.

 —¿Y que tienen que ver estos dos leones de la fachada con el canecillo segundo de la zona noreste del alero?

 —Este canecillo contiene la esencia escénica de las esculturas de los aparentes fieros leones de las enjutas de la portada. La cabeza del león y la cabeza humana. Recordemos que es uno de los seis elementos presentes en las dos zonas más importantes del edificio: El ábside y la portada.

 —Además, este canecillo tiene una singularidad con respecto al resto de los del lado norte y de la zona noreste del ábside. Hasta él llega el sol del atardecer. En él se para y lo señala. En este momento se descubre que el león, símbolo de Jesús Salvador, nos protege desde el nacimiento hasta la muerte. El simbolismo del ocaso del sol y de la llegada de la noche nos habla de la muerte y en este último momento el león, es decir Cristo, además nos acompaña y conduce.  

 En resumen: Dicho con otras palabras, más técnicas, el comitente constructor de San Martín de Artaiz nos comunica que los leones de Artaiz desempeñan una doble función: Son seres apotropaicos que nos protegen en vida y en el momento de la muerte son nuestro psicopompo particular que nos conduce a la nueva vida.