DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA
LIZARRAGA DE IZAGAONDOA EN NAVARRA
Por Simeón Hidalgo Valencia (09 de
agosto de 2025)
En
el anterior artículo relacionaba un pequeño detalle estilístico que vi en la
visita que hice este verano a Montañana, en Huesca, presente a la vez en los
animales de los capiteles de la portada de la iglesia de San Martín de Artaiz y
señalaba un hilo del que tirar que nos permite pensar que tanto en el lugar
oscense como en el navarro trabajó el mismo maestro tallista o la misma
escuela.
Ahora
me voy a centrar en otro detalle, que para los que estudiamos de niños el
catecismo y se nos explicaba en la Historia Sagrada lo sucedido en el Paraíso
Terrenal, cuando la serpiente habla con Eva y ésta se deja seducir y come del
fruto prohibido y luego se lo da a Adán y come también, resultaba evidente que
el fruto prohibido fue la manzana, tal era el aplomo y seguridad del catequista
al comunicárselo a las mentes infantiles.
También
en la portada de la iglesia de Santa María de Baldós encontramos algo en común
con la portada de la iglesia de Santa Eulalia de Lizarraga de Izagaondoa, de la
que he escrito resaltando el detalle y lo publiqué en el libro “Las Claves
de Izagaondoa”[1]. También en 2017, el
20 de septiembre, publiqué en mi blog el artículo titulado “La higuera, el
roble y me decisión” cuya primera parte transcribo de nuevo, dado que tanto
en Montañana como en Lizarraga de Izagaondoa, quien mandó representar la escena
del Paraíso era de otra opinión acerca de la fruta prohibida.
*LIZARRAGA DE IZAGAONDOA. Veamos lo que primero descubrí.
“La sencilla y
preciosa portada medieval de la iglesia de Santa Eulalia de Lizarraga de
Izagaondoa transmite aún hoy día su mensaje a quien quiera y sepa leerlo. La
estudié allá por el año 2010-11 y expliqué mi propia lectura por primera vez
con ocasión de la Jornada Románica por Izagaondoa celebrada en octubre del
2011.
Aunque el trabajo
realizado lo di a conocer a través de mi blog y más tarde fue uno de los
artículos del libro “Las claves de
Izagaondoa”, ahora me voy a
centrar en reflexionar de nuevo sobre los capiteles del lado izquierdo de la
portada, según la miramos, pues en las tallas de sus tres capiteles
protogóticos veo compendiada magníficamente la doctrina que la iglesia católica
transmitía a los fieles del siglo XIII y que hoy sigue teniendo vigencia
también desde el punto de vista de la ética para las personas actuales, sean
cristianas o no, pues en definitiva se nos habla, por medio del simbolismo, de
la propia libertad que cada persona posee para tomar un camino u otro en su
propia vida.
Titulo esta reflexión
“La higuera, el roble y mi decisión”,
porque el simbolismo de estos dos árboles se convierte en referencia ética para
mí, como persona. La higuera y el roble hacen aquí de elementos paradigmáticos
que nos llevan a los orígenes de lo que se ha dado en llamar el Antiguo y el
Nuevo Testamento.
LA HIGUERA:
Si observamos al
detalle y sin prisas el primer capitel, el exterior, llegará un momento en que
identificaremos tanto la hoja del árbol como los frutos de éste perfectamente
labrados por el maestro de Lizarraga de Izagaondoa, anónimo sí, pero de tan
alto nivel profesional que parece bordar en la misma piedra. Las hojas y los frutos sean brevas o higos,
nos hablan de la higuera.
¿Y por qué se talla la higuera en
este capitel?
Porque quien encargó
esta portada para la primitiva iglesia de Lizarraga se propuso plasmar aquí los
primeros momentos de la humanidad, cuando veía el Jardín del Edén o Paraíso
Terrenal como una referencia palpable que a manera de cuento se recoge en los
inicios del Génesis para poder comprender mejor y explicar de alguna forma la
situación dolorosa de la condición humana en lucha constante por su propia
existencia.
La Biblia inicia con
el libro del Génesis, donde se narra los orígenes del mundo y de la humanidad.
Hay dos relatos de la creación. El que aquí nos interesa es el segundo. Se
puede leer en Génesis 2,4-26. En este último versículo se nos dice que “Estaban ambos desnudos, el hombre y su
mujer, pero no se avergonzaban uno del otro.”
A continuación, en
todo el capítulo 3º se habla de la serpiente, de la prohibición de comer del “fruto del árbol que está en medio del
jardín”. “No comáis de él. Ni lo toquéis, so pena de muerte.” De la visión
de la serpiente sobre el tema: “De
ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis
de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del
mal.” [2]
Etc., …
Pero ¿cuál era el
árbol situado en medio del jardín?
Nadie lo sabe.
Generalmente se habla de su fruto: la manzana, por lo que el árbol sería el
manzano, pero en Lizarraga no aparece el manzano, sino la higuera con sus
frutos.
¿Por qué?
Porque en esto del
mito original del Paraíso perdido a través de la decisión humana de hacer caso
a “la serpiente”, la fruta no es lo
importante por lo que no se especifica y en Lizarraga de Izagaondoa aparece una
de las versiones frutales correspondientes al árbol del centro del jardín
primigenio. La higuera.
¿En qué se basa esta
talla?
Quien esto manda
hacer conocía muy bien las tradiciones antiguas que en el siglo X se plasman en
los libros miniados realizados en los escritorios de los monasterios, focos de
cultura y de transmisión de saberes. Y es en esos códices donde encuentro la posible
base de lo que aparecerá no ya pintado, sino esculpido en Lizarraga unos
trescientos años después.
El monje Vigila copia
en el scriptorium del monasterio de Albenda de Iragua, La Rioja, entre los años
974 al 976, la Crónica Albendense y terminado el libro su contenido se recoge
en gran parte en el monasterio de San Millán de la Cogolla de Suso conocido por el nombre de Códice Emilianense
que se inicia en el 976 y se acaba en el 992.[3]
Pues bien, en ambos códices aparece ilustrada la caída de Adán y Eva en el
Paraíso Terrenal y el árbol que se representa es una higuera.[4]
Pasarán más de 300 años y este mismo árbol se talla en Lizarraga para
indicarnos simbólicamente el definido como “Pecado original”.
La lámina representa
en el centro a la higuera. La serpiente enroscada en ella lleva en su boca un
higo o una breva y se lo da a Eva que extiende su brazo y lo coge. Adán y Eva
se tapan con hojas de higuera. “Entonces
se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban
desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores.”
La lámina especifica
claramente con las palabras “LIGNVN FICI”
que se trata de árbol del higo: la Higuera.
Rodeando a manera de marco la imagen, el copista escribe comenzando desde la parte superior izquierda y siguiendo el sentido de las agujas del reloj el siguiente texto:” + Allí entre los árboles del Paraíso Eva había tendido la mano hacia el fruto tomándolo de la boca de la serpiente. Rápidamente se la había llevado a Adán. Después juntaron hojas de higuera y se hicieron perizoniums (delantales, taparrabos, paños de pureza…)”.[5]
La higuera, ese árbol tan familiar en muchas de las casas de nuestros pueblos, resulta, según esta tradición, ser el árbol del conocimiento del bien y del mal. Árbol representado en este capitel de la iglesia de Santa Eulalia en Lizarraga de Izagaondoa con todo su simbolismo primigenio del mal que acecha a la humanidad.
*MONTAÑANA.
También en Montañana está representada la escena de la desobediencia de Adán y Eva en tres de los capiteles de su lado izquierdo, según se contempla la portada. En medio se talla el árbol del Conocimiento, que estaba en el centro del Jardín del Edén y, si observamos con atención descubriremos, que como en Lizarraga de Izagaondoa, es una higuera con sus frutos.
En la higuera está enroscada la serpiente que habla al
oído derecho de Eva que cede y come el higo y da también a Adán que también
come. Ambos descubren y conocen que están desnudos y cubren sus partes
íntimas. En el caso de Adán se lleva su
mano izquierda al cuello, gesto que se interpreta como “el bocado de Adán o
nuez”.
Entre sendos capiteles se extienden más ramas de higuera
con sus frutos.
Quiero hacer notar que quien organiza el mensaje teológico de esta portada
parece asimilar el pecado en general con la simbología de la higuera, como se
puede ver en el cimacio de la ménsula derecha que sostiene el tímpano.
Esta ménsula, se ha comentado en el artículo anterior, se
suele interpretar como una representación del pecado de la lujuria. En su
respectivo cimacio vuelven a aparecer las ramas de la higuera con sus frutos.
El el capitel derecho se pone en imagen el castigo y Eva aparece haciendo
de costurera y Adán transportando un pesado fardo a sus espaldas. “Comerás
el pan con el sudor de tu frente”.
Representación Siglo X. Representación Siglo XII-XIII.
Un pequeño detalle coincidente entre Santa María de Baldós
en Huesca y Santa Eulalia de Lizarraga de Izagaondoa en Navarra, reflejo de una
manera de interpretar historias a lo largo del tiempo y del espacio. Lo que
ahora es manzana, antes parece que fue higo, pero esto no es lo importante. Lo
importante para la humanidad es conseguir volver al deseado paraíso terrenal… y
tal como vamos…
[1]
SIMEÓN HIDALGO VALENCIA, “Las claves de Izagaondoa”, Pamplona, 2014, págs.
112-121.
[2] Los textos bíblicos que se citan
en el artículo siguen la versión de la Biblia de Jerusalén.
[3] Consultar en Internet: Códice o
Código Albendense o Vigilano y Códice Emilianense.
[4]
Imagen recogida en Internet.
[5] Traducción ofrecida por Margarita
Marcos González en la página de Facebook “Románicos en movimiento”.