LOS NIÑOS Y EL CAPITEL INTERIOR DE LA
IGLESIA DE VESOLLA.
Por Simeón Hidalgo Valencia (14 de junio de
2021)
Y la verdad es que los pequeños, los niños, en su sencillez y espontaneidad ven y expresan con toda normalidad lo que los adultos, por prudencia, para no equivocarse y no meter la pata, para dar la sensación de personas serias, a veces no nos atrevemos a expresarnos.
Esto, llevado al complicado mundo de la identificación y aún más de la interpretación de los motivos que los maestros tallistas medievales grabaron en sus obras, fueran capiteles, canecillos, portadas, etc., estoy comprobando en estos últimos años en que me dedico a transmitir lo que, después de una larga observación y reflexión yo mismo logro ver e interpretar en las iglesias de la Comarca de Izaga, rica en arquitectura de los siglos XI-XII-XIII y XIV, va siendo algo muy cierto.
Así lo he comprobado sea en Guerguitiáin, sea en Artáiz, Besolla, Najurieta, Izco, Ekai o cualquier otro de los muchos lugares por los que nos movemos. Siempre las respuestas y observaciones de los pequeños han dado en el clavo y han sabido ver lo que para los ojos de los adultos es invisible, quizás porque hayamos perdido esa mirada profunda y clara de la mente infantil que ve más allá y está más cerca del valor de los símbolos que los maestros medievales emplearon en sus obras.
Escribo estas líneas porque en las dos últimas visitas guiadas que este fin de semana hemos realizado, los niños y su clarividencia han sido los protagonistas al hablar de uno de los capiteles perteneciente a la iglesia de Besolla, que está colocado en la Sala Petrus II del PETRUS MUSEUM, sala que por cierto es la que más les ha gustado, según su propio parecer. Lo mismo sucedió cuando en el año 2012 hicimos un paseo desde Izco hasta Besolla. La misma respuesta dada por un niño en 2012, fue la que el sábado pasado escuché de la boca de un niño y, ayer domingo, de la de una niña de ocho años. Ninguno de ellos había visto antes el capitel que se explicaba, pero supieron identificar cada una de sus partes. Lo que para los adultos se nos escapa, para los niños es algo evidente y así lo expresan… y así lo recogí en diciembre de 2014 cuando escribí el artículo titulado “SANTA MARÍA DE VESOLLA EN EL PETRUS MUSEUM”. Decía entonces:
En este capitel ya conocemos el
simbolismo de los zarcillos de la vid y de los casquetes esféricos o bolas.
Jesús y su cuerpo en figura de pan.
También está presente la figura humana,
curiosamente como amortajada, sin brazos. Su gran cabeza cubierta y la
expresión de sus ojos redondos y abiertos miran fijamente hacia ninguna parte.
Parece representar a una persona muerta. Esta persona ocupa el encuentro de las
caras central y derecha del capitel.
El maestro cantero ha grabado a su
derecha un ave rapaz que por su silueta recuerda a un halcón y por encima del
halcón dos hogazas de pan.
La figura del halcón nos remonta a las
creencias egipcias en las que a la vez que simboliza el alma de la persona, se
le identifica como divinidad solar siendo el símbolo de la luz y el que marca
el proceso de la muerte y la resurrección. Se asume de nuevo una tradición
antigua para expresar el hecho de la muerte y la esperanza de la resurrección
en la vida de los creyentes.
En la parte inferior del capitel se ha
representado un puente de arcos de medio punto que lo recorre de extremo a extremo. En el otro extremo del capitel se representan
de nuevo los zarcillos de la vid como punto de llegada y en el encuentro de las
caras central e izquierda del capitel se ha labrado, como dijimos en su
momento, un detalle difícil de identificar que podría simbolizar a la vida
nueva en forma de gotas de agua.
El centro del capitel lo ocupa otra vez
la representación de los pámpanos de la vid escoltados simétricamente por un
par de halcones que, a manera de los pájaros carpinteros del capitel exterior derecho
de la portada, parecen indicarnos en dónde han de obtener el alimento y la vida
las personas cristianas. La vid, el vino y la sangre están presentes junto al
pan y la carne.
¿Qué comunica este capitel?
Parece comunicarnos que la persona
cristiana ha de realizar un cambio a lo largo de su existencia, que le lleve de
la muerte a la vida. Las fuerzas para realizar el recorrido de una orilla a
otra, a través del puente de su existencia, las obtendrá alimentándose con el
cuerpo y la sangre de Jesús. Es decir, llevando a la práctica las enseñanzas de
Jesús.
Este capitel en definitiva parece resumir el capítulo 6 del evangelio de Juan y en concreto la respuesta que da Jesús a los judíos en Jn.6, 52-54, que se preguntaban “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día.”[1]
En las dos veces reaccioné interiormente e hice muestras de admiración dirigiéndome a los adultos, algunos de los cuales ya habían hecho comentarios al oído sobre lo que ellos veían en este motivo casi, casi abstracto, y también ellos se sorprendieron de la respuesta dada.
¡Muy bien! - digo yo. Una gota de agua que
parece que va creciendo, ¿no? Como pasa en los cristales de los coches cuando
llueve.
…y pregunto a los mayores a ver qué es lo
que ellos ven…y alguno, con cierto miedo dice que le parece una caca, y otro,
más decidido dice:
- ¡Pues lo voy a decir! Yo lo que he visto
desde el principio y así se lo he dicho a mi pareja al oído es que me parece el
sexo femenino.
- ¡Qué visiones tan diferentes! Comenta otro
adulto.
- ¿Son diferentes? Sí, pero ¿También lo es
el mensaje? Y les comento que la visión infantil de la gota de agua nos habla
de vida. El agua es vida. Sin agua moriremos… y voy a seguir cuando una mujer
comenta:
- Lo mismo que el sexo femenino, que transmite
vida.
- Así es. Las dos visiones nos hablan de
vida.
El puente une dos orillas y como el halcón Horus que muere y resucita nosotros hemos de morir también y pasar el puente hasta la otra orilla y volver a nacer a una nueva vida.
…y les comento la genialidad del maestro
Petrus que supo, con su sabiduría del mundo antiguo y su profesionalidad como
cantero, plasmar el mensaje teológico de la muerte y de la resurrección que el
comitente de la iglesia de Besolla le encargó que transmitiera en este capitel
sin emplear ningún motivo claramente cristiano, sino sirviéndose del
conocimiento que sobre la cultura antigua egipcia tenía y empleando símbolos
fácilmente reconocibles por las gentes humildes de la aldea de Besolla.
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