INVESTIGANDO EN
SAN MARTÍN DE ÁRTÁIZ.
Por Simeón Hidalgo
Valencia (9 de junio de 2021)
Recibo un guasap en mi móvil de un número
desconocido cuyo texto dice:
“Buenas tardes.
Soy Irati, me ha pasado tu
teléfono…era para preguntarte si mañana por la tarde o el viernes a la mañana
podríamos quedar para ver la iglesia de Artaiz por dentro.
Estudio Historia y Patrimonio en la
UPNA y estoy buscando grafitos para un posible estudio y mi profesor me ha
recomendado mirar dentro…Gracias de antemano”.
Me pongo en contacto por teléfono con
Irati y quedamos para el viernes por la mañana en la explanada de la iglesia y
recuerdo los tiempos en que yo mismo recorrí Navarra durante años recogiendo
las marcas de cantería de muchas iglesias, ermitas, monasterios, puentes y
palacios. Las horas que metí observando los sillares para localizarlas, sacando
las fotografías, calcándolas para obtener su exacta medida, perfilando su
silueta, escaneándolas, analizando cada una de ellas, comparándolas y, por fin,
relacionando unos edificios con otros y sacando mis conclusiones. Resultado de
esos años de peregrinaje investigador con ganas de saber sobre el tema fue el
libro autoeditado en dos tomos titulado “Canteros románicos por los caminos
de Navarra”. Aún sigo en la tarea, pero a otro ritmo, lo que me ha
permitido escribir artículos en mi blog y publicar otro libro interesante sobre
las marcas de cantería de la ermita de San Zoilo de Cáseda mientras continúo
con mi trabajo sobre el Palacio de Olite que ¡a ver cuándo lo acabo!
Llego el viernes y allí me estaba
esperando Irati acompañada de Alba, compañera de estudios. Después de los
saludos y primeros cambios de impresiones comienzan su trabajo de investigación
en el interior de la iglesia y, como siempre que se busca se suele encontrar
algo nuevo, me uno a ellas en la observación.
…y ¡ahí las tenemos centradas en su trabajo!
Siempre que veo a personas jóvenes
interesadas en estos temas patrimoniales veo un rayo de esperanza y pienso que
el mundo no se acabará con los que ya estamos un poco mayores y quizás un poco
cansados de insistir en el valor que tiene el patrimonio heredado en cualquier
lugar del mundo y trabajar para conservarlo y transmitirlo. Veo un rayo de
esperanza, pues a nuevos retos, nuevas iniciativas y personas que les harán
frente y más si como Irati y Alba, que estudian esta nueva carrera denominada “Historia
y Patrimonio”, se las ve con ilusión en este camino formativo que han
emprendido.
De la zona del coro subimos Irati y yo hasta la torre, donde tomamos nota de tres motivos antiguos que pudieran remontarse a la época en que esta iglesia no tenía la torre actual sino la clásica espadaña. Lo digo porque los motivos que se muestran están en la cara este del muro occidental que originalmente sería la espadaña. Dos de ellos son pinturas.
El tercero es una cruz tallada rehundida en el sillar. Esta cruz parece la más antigua y pudiera ser una marca más de protección que se solían poner en zonas determinadas de los edificios, fueran civiles o religiosos. Recordemos que esta marca ahora ha quedado dentro del interior de la actual torre y que antes de su construcción daría al exterior. Si nos fijamos con atención también podemos deducir que estos sillares hubieran sido reciclados.
Una de las dos pinturas contiene el monograma de Jesús pintado en negro sobre fondo rojizo. El otro, con los mismos colores, ¿puede ser el intento de dibujar una hoja?, ¿puede ser la cabeza de un animal vista por detrás? Estos dos dibujos parecen más modernos en el tiempo.
Monograma de Jesús, Hijo de Dios, Salvador.
En la misma torre también se encuentra un
testimonio epigráfico interesante dado que se trata de la abreviatura del
nombre y del primer apellido de la persona que realizó el trabajo de echar masa
sobre el alfeizar del hueco de la campana que da al sur el día 1 de febrero del
año 1958. Posiblemente uno de los trabajadores que operaron aquí en la gran
restauración de esta iglesia. Su apellido, Peña.
Le comento a Irati
Como estamos habituados en este tipo de investigaciones a mirar sobre todo en las paredes les enseño, al bajar, otra de las huellas que tenemos en San Martín de Artáiz que, como la de Manuel Rada, nos da a conocer otros hechos. Es un número escrito en uno de los ladrillos del suelo en la zona del pasillo que dejan los bancos.
Es el 834. Supongo que es el número de nuevos ladrillos encargados en Valencia para hacer a mano, según modelo de alguno que se recuperó del suelo anterior, al hacer la obra para poner la calefacción. Esta obra realizada en 1985 implicó quitar la tarima que antes había, sacar los restos de los difuntos enterrados dentro de la iglesia, hacer un trasdosado sobre el suelo antiguo de ladrillo macizo, sobre él colocar celetyp y echar el suelo actual con estos 834 ladrillos. Les comento que en su día empecé a contarlos, pero desistí.
Dibujo a mano alzada de la sección de la obra del suelo de 1985.
Por el exterior hay algunos detalles más, pero Irati y Alba, tenían interés de investigar el interior, como su profesor les había recomendado.
Suerte a las dos.
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