M. V. – TRAS LA
ESTELA DE LOS CANTEROS MEDIEVALES.
Por Simeón Hidalgo
Valencia (02 de junio de 2021)
Han pasado 63 años desde que M. V., uno de esos maestros canteros gallegos que se asentaron en Navarra a mediados del siglo XX, dejó su huella en las obras de restauración de la iglesia de San Lorenzo sita en Arrieta, lugar del hermoso Valle de Arce.
Han
pasado 63 años y alguno menos si tenemos en cuenta que después trabajó en la
iglesia de Santo Tomás de Najurieta, donde M. V. y su cuadrilla dieron nueva
vida a esta iglesia del Valle de Unciti, a la que me acerco con frecuencia,
pues es una de las “iglesias Petrus” que visitamos de vez en cuando para dar a
conocer la obra del medieval maestro cantero Petrus de Guerguitiáin, que forma
parte de esos rebeldes que osaron reivindicar con su firma la obra que
materialmente realizaron saltándose la costumbre del anonimato de la época.
Han pasado 63 años y nuestro M. V. cumple
ya los 89 años de vida y yo, que conozco la obra que los canteros gallegos
realizaron en Najurieta y la di a conocer en 2012 y ahora en el libro “Izagaondoa.
En torno a Izaga”, me he acercado hasta Arrieta siguiendo sus propias
huellas para sacar a la luz uno de sus bellos trabajos firmados, aunque quizás,
menos conocido.
En la iglesia de San Lorenzo también hay
algún otro testimonio que nos habla de obras realizadas, como es la del pórtico,
que se hizo en tiempos del “ABATE ELYA”, el abad Elías, allá por el año 1826. Se
ve muy bien después de casi dos siglos.
Han pasado 63 años -toda una vida- y en la clave de la iglesia sigue colocada la talla de la figura de Jesús crucificado. Un crucificado sujeto a la cruz con cuatro clavos que desde su altura nos acoge. Al analizar la talla observo las características de un “crucificado románico” pues está vivo, en posición vertical y con los brazos abiertos al igual que sus manos, con su barba, bigotes y melena. Cubre su desnudez con el “paño de pureza” que le llega frontalmente hasta sus rodillas y posee una actitud serena, sin signos de dolor. Sin duda que en la mente del maestro que lo labró, en la cabeza de M. V. estaba el recuerdo de los maestros canteros medievales. Pero no era al crucificado lo que en realidad iba buscando, sino el texto que en la parte inferior del travesaño vertical de la cruz escribió. Al descubrirlo, pues no es fácil verlo, me di por satisfecho y pude leer:
M V
ME FECIT
AD 1958
(ME HIZO M. V. EN EL AÑO DEL SEÑOR DE 1958)
¿Y quién es este M. V.? Yo mismo lo
desconocía, como sigo desconociendo el significado de las letras que algunos
miembros grabaron en la pared norte de la capilla bautismal actual: O. I., S. C.
y O. C., hasta que alguien muy cercano a él, su propio hijo, me lo descubrió
como su padre: MANUEL VILLAMARÍN, maestro cantero venido con su cuadrilla a
trabajar en Navarra y provincias vecinas. Me cuenta su hijo Félix que “... esta gente realizó obras tan emblemáticas
como el vía crucis de Artica, la hornacina de san Fermín de la calle de Santo
Domingo, La restauración de las fuentes de Luis de Paret en Pamplona , Las
conocidísimas bolas de la avenida del ejército, La casa Roncal de Zizur Menor
entera, La casa Orbáiz de Elcano, La restauración de Liberri..., la
restauración de más de 100 iglesias en Navarra (La de Alzórriz en vuestra zona
también) y algunas en La Rioja y Álava, aunque si nadie cuenta estas cosas todo
se pierde en el tiempo…”
Han pasado 63 años y hoy, 2 de junio, el señor Manuel Villamarín cumple sus 89 años. Sirvan estas letras para que quien esto lea, sepa que él hizo todos estos trabajos mencionados y más y para que si en alguno de ellos ve la abreviatura M. V., sepa quién está detrás.
Por mi parte solo me queda, a pesar de
los reveses que nos da la vida, agradecer a través de su persona la buena labor
realizada en su momento por estos profesionales venidos de Galicia, tierra
añorada y desearle mucha felicidad en su día y que viva muchos más.
¡PARABÉNS E FELIZ ANIVERSARIO, SEÑOR MANOEL!
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