SANTA MARÍA DE
ELIZABERRIA – IBARGOITI – NAVARRA - IV
EL EDIFICIO
Por Simeón Hidalgo
Valencia ( 20 de enero de 2020)
A partir de los restos que nos han llegado
de la iglesia de Santa María de Elizaberría nos podemos hacer una idea bastante
certera de cómo era, pues se conserva todo el espacio interior de su planta y
gran parte del alzado del ábside y muros perimetrales. La iglesia era el
edificio principal del conjunto de todo el monasterio, del que han aparecido e
irán resurgiendo nuevas estructuras si se sigue excavando.
Elizaberría, la iglesia nueva, parece que
se levanta por el propio interés de la familia formada por el Señor Sancho
Fortuñones y la Señora Sancha Orioliz, lo que situaría su construcción en el
siglo XI, siempre antes de 1084, pues en ese año se la dona Sancha Orioliz a su
hija Sancha Sánchez, lo que indica que es un monasterio de propiedad particular
civil.
Este monasterio particular entra en la
órbita del gran monasterio de Leire en 1085, año en que la matriarca Sancha
Garceiz u Orioliz se lo dona a Leire. Parece que de alguna manera se revoca el
testamente o la cesión que había hecho en el año anterior a su hija Sancha
Sánchez en favor, ahora, de Leire lo que promoverá el descontento de sus nietos
que no están de acuerdo en esa decisión y será en 1097 cuando se resuelvan
estas disensiones a través de la mediación real volviendo gran parte de los bienes
entregados a Leire en el año citado, a los reclamantes nietos de la Señora
Sancha Orioliz. Entre los bienes que conserva Leire está incluido el cenobio o
monasterio de Elizaberría, que dentro del organigrama legerense pasa a
denominarse Priorato. Tenemos sendos documentos de hacia 1124 y 1238, ya
citados, en los que aparece como firmante el “Dompno Sancio, prior
d’Elizaberria”.
Los años de prosperidad de este priorato
se pueden situar desde su aparición, quizás ya en el siglo X, pero sobre todo
en el siglo XI a partir de su donación a Leire hasta la década de los treinta
del XIV, pues no fue ajeno a las consecuencias de la prolongada mala
climatología que trajo como consecuencias las malas cosechas, el hambre, la
ruina económica, las enfermedades y la peste bubónica, que unidos a las
diferentes guerras mantenidas y a los altos impuestos, épocas de sequías, etc.,
favorecieron una fuerte crisis que llegó hasta la mitad del siglo XV.[1]
Todo ello diezmó la población y numerosos lugares quedaron desolados.
También el priorato de Elizaberría sufrió
los avatares de la crisis, lo mismo que el monasterio de Leire que tuvo que
replantearse qué hacer con tantas posesiones que tenía, claramente devaluadas.
Elizaberría se constituyó en Granja y por sus pobres rendimientos llevó a Leire
a permitir el arriendo a gentes de Salinas y posteriormente a hacer una permuta
con Salinas como se refleja en el documento de 1375, pero esto no salvó del
progresivo deterioro, a pesar de que Leire puso al cuidado de la iglesia, huerto
y otras dependencia al matrimonio formado por Juan Sánchez de Ororbia y Sancha
García de Ubani como paniaguados, como recoge el documento relativo al año de
1410, pero el lugar no levantaría cabeza y la ruina se fue apoderando de tal
manera que a ella se unió el saqueo de la piedra por parte de vecinos de
Salinas, que las emplearon para la construcción de sus casas como recoge el
documento de 1536.
La ruina perduró hasta nuestros días en
que se ha decidido, al menos, consolidar la misma para recuperar la memoria de
este lugar patrimonio de Navarra.
EL EDIFICIO.
A simple vista hay una serie de cosas que
llaman mi atención detenidamente:
*Que todo el edificio religioso, la
iglesia nueva, parece responder a una misma época constructiva y que se hizo de
una tirada.
*Todos
los sillares, tanto los externos como los internos, están tallados con la misma
técnica, dejando sus caras vistas “apiconadas”, como si estuvieran destinadas a
ser recubiertas con otros materiales. Cuando caí en la cuenta de este detalle
me vino a la memoria el Palacio nuevo de Olite, en el que en la mayoría de sus
paredes se trabaja de la misma manera, pues estaban destinadas a ser
recubiertas.
*Hablando de los sillares llama
poderosamente la atención su irregularidad, que contrasta con la regularidad de
su labra en construcciones posteriores, perfectamente escuadrados en todas sus
caras. A hiladas de sillares grandes en la parte inferior, suceden hiladas de
menos altura en las intermedias. Muy claro se ve esto en el exterior del
ábside.
*Y hablando de hiladas, una de las leyes
básicas de la construcción nos habla de que han de ir a nivel, más si el muro
va a ser a cara vista. Como se puede apreciar en esta cata del interior del
lienzo sur, no se cumple con exactitud la norma y en general en todo el
edificio es una ley bastante laxa.
*Cuando
se analiza cada uno de los sillares hay numerosas señales que indican que se
han realizado en el tamaño y forma que pedía la marcha de la obra, para que
encajaran con los ya colocados, como si del moderno juego del Tetris se
tratara, pero con mucha más irregularidad. Se hace casi “por encargo” el sillar
siguiente para que encaje, según avanza la obra, como se puede ver en este paño
interior de fábrica, a la izquierda de la puerta del este.
*La
irregularidad de los sillares, tanto en medida, forma y escuadración se ve por
todo el edificio. En este ejemplo de la parte correspondiente al exterior de la
fotografía anterior, se puede comprobar lo dicho si ponemos sus medidas a los
nueve sillares seleccionados, que van desde los 11cm a los 62cm en la altura y
desde los 42cm a los 139cm en las larguras.
Podríamos decir que en todo el edificio no
hay dos sillares iguales. Además de los anteriores otras mediciones de la
altura o grueso y largura o soga, nos dan los siguientes resultados: 33x80,
49x53, 15x82, 40x84, 36x112, 30 y 37 de alto x 97 y 90 de largo, 37x40, 33x46,
53x72, 51x8, 52x61, 55x56, 45x54, 45x87, 30x75, 35x51, 55 de alto x 9 y 5 de
largo, 57x67, …
En los que se ha tomado también la
profundidad o tizón pasa lo mismo: 50x117x20, 34x92x20, 50x84x57, 47x79x42,
58x80x33, 44x114x29, 50x49x105, 17x116x31, 56x22x101, 34x92x29, …
Medidas de uno de los sillares del ángulo suroeste.
22cm de grueso, 129cm de soga y 42cm de
tizón.
En este lienzo del interior de la iglesia
se puede observar el que quizás sea el más largo de todos los sillares. Su
altura o grueso es de 22cm y su largura o soga llega a los 273cm, medida que
equivale prácticamente a 3 varas navarras.
Tienen en torno a las 2 varas navarras de
grosor (entre los 146cm a los 170cm y más según zonas, como se aprecia en la
fotografía. Su solidez es tal que no fueron necesarios colocar contrafuertes en
el exterior de los muros norte y sur.
Ejemplo de
irregularidad en los niveles de las hiladas y en el tamaño de sillares en cara
norte.
[1] LUIS
Javier Fortún, LEIRE, Un señorío monástico en NAVARRA 8siglos IX-XIX), Gobierno
de Navarra,1994, págs. 667-722.
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