DE
ROMERÍA A IZAGA – 2017
Por
Simeón Hidalgo Valencia (13 de junio de 2017)
Son casi las 8 horas del domingo 11
de junio de 2017, cuando desde el recogido silencio depositado en la tumba, se
levanta hacia Izaga una oración por los que en otro tiempo en las casas de
Urbicáin se preparaban, cual romeros, para cumplir con el rito de subir a pedir el
amparo de San Miguel Arcángel.
Eran otros tiempos en
que la vida pululaba por sus calles, aunque hoy se ha convertido en ruina y
yace en el peligroso silencio y deterioro de sus casas abatidas progresivamente
por los suelos. Sólo en la granja se nota actividad.
Pero hoy, 11 de junio
de 2017, las calles apartaban sus escombros al paso de los romeros, que en
goteo, las atravesaban entre murmullos de oraciones. Porque hoy Urbicáin también ha sido punto de salida
hacia Izaga y meta de llegada para depositar en sus ruinas una posible
esperanza de que sus descendientes no lo dejen desaparecer del mapa. Hoy han
sido dos los romeros que desde este despoblado casco han cumplido con el rito y
reanudado, después de muchos años, la tradición penitencial.
Yo, que he sido testigo,
lo valoro no sólo desde el punto de vista espiritual, sino como defensor del patrimonio,
también desde ese punto de vista, pues su conservación es vital para la vida
amenazada en varios lugares del valle de Izagaondoa y lo considero un pequeño,
pero gran gesto, por recuperar desde la memoria de los descendientes de
Urbicáin la vida para el lugar de sus antepasados y la emoción es algo
inevitable.
Una pequeña cruz
prestada, que no la original de Urbicáin, fue portada hasta Izaga haciendo el
camino con la de Turrillas y la de Induráin y fue la décima de entre las que
este año estaban presentes en la ceremonia de la bendición de los campos.
Despedidos los romeros de Urbicáin
me acerqué hasta Ardanaz con la curiosidad de ver quiénes y cuántos serían los
penitentes entunicados portadores de la cruz hacia el monte, pues la edad y las
enfermedades van haciendo mella en los que aún se atreven a realizar este
esfuerzo y sí, allí estaban las cruces preparadas en el zaguán de algunas
casas. Buen signo. Aunque ha habido refuerzos desde Gernika y mientras el
cuerpo aguante toda ayuda es positiva a falta de que otros más jóvenes que se
apunten y sigan con esta tradición, aunque ya sabemos que la vida cambia y
tampoco hay que agarrarse al pasado porque sí. Nuevas formas surgirán, seguro.
Como ya no puedo hacer
esfuerzos de subir por caminos de montaña en Zuazu me planté haciendo dedo para
subir a la ermita-basílica de San Miguel y fue Rafa de Ardanaz y sus amigos de
Gernika quien me subieron y en la subida nos topamos con los romeros de Zuazu,
Lizarraga, Reta, Artáiz y Urroz haciendo la parada obligada de oración mirando
hacia el santuario de la Virgen de Uxue y desde Izaga la dulce paloma recibió agradecida
sus oraciones. Especialmente hoy que se podía ver con bastante nitidez la
atalaya navarra presidida por este santuario mariano.
Es el último repecho,
que los romeros encaran con nuevos ánimos desde todos los puntos de ascenso y
llegan y saludan a su protector en la cumbre y colocan las cruces blancas
parroquiales junto al altar y llegan los penitentes desde Ardanaz y los de
Iriso y los de Turrillas y los de Induráin y los de Urbicáin y los cantos se suceden y en la misa se
recuerda a los que ya no pueden subir físicamente porque nos han dejado, pero
que en la mente de sus seres queridos y de los que los hemos conocido están
presentes.
Todo el valle en las alturas.
Saludos. Charlas amigables. Sana convivencia que, como pidió el párroco, ha de
mantenerse en el día a día en el valle.
Y la bendición de los
pueblos y sus gentes y de campos al norte, al sur, al este y al oeste y el
descenso de unos a la rutina diaria en el valle, mientras otros nos quedamos
para seguir la fiesta en la comida que los de Induráin preparan todos los años.
Y a los postres el sonido de un acordeón nos invita a cantar en buena armonía y
convivencia. Todo casi perfecto, pues siempre hay algún punto que mejorar para que la convivencia sea
plena. Quien lo tenga que reflexionar…
Son las 18 horas y los últimos
romeros se despiden de su arcángel protector, señor de la cumbre de Izaga y los
cantos gozosos se repiten y se cierra la puerta y San Miguel (Amo y Criadico
quedan al silencio de la cumbre) y los romeros de Urbicáin, junto con los de Induráin, descienden a sus pueblos.
Hasta el año que viene,
nos dicen.
Agur.
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