PATRIMONIO
HUMANO DEL VALLE DE IZAGAONDOA
Dª
GUADALUPE VILLANUEVA IRIARTE – CENTENARIA
Por
Simeón Hidalgo Valencia (5 de marzo de 2017)
Me enteré por el Diario de Noticias
de que la Sra. Dª. Guadalupe Villanueva Iriarte ha cumplido 100 años. Gran
noticia, desde luego, pero más me llegó al alma el que hubiera nacido en un
lugar del Valle de Izagaondoa, antiguo señorío, hoy desaparecido del mapa.
Izánoz.
Como 100 años de vida
no se cumplen todos los días y porque a este feliz acontecimiento hay que darle
el peso e importancia que merece, pues el patrimonio humano para mí es lo más
importante, al momento empecé a dar pasos para poderla felicitar en persona.
Concerté una entrevista
con Resu, la hija mayor de Guadalupe para el jueves 2 de marzo a las 12.00
horas con el fin de saber de esta izagaondoarra, que dentro de su aparente
poquita cosa, ha resultado ser muy fuerte al bregar con la vida además de ser
la primera centenaria del valle, y ¡que lo sea por muchos años más!
Cuando salgo del
ascensor me está esperando en el descansillo de la escalera la misma Sra. Dª.
Guadalupe acompañada de dos de sus hijas, y siento una honda emoción al verla sonriente
apoyada en Txaro, hija a la vez que vecina, y me recibe con el cariño de un par
de besos a los que correspondo con mi felicitación.
El salón de la casa
está adornado con hermosos, coloridos y lozanos ramos de flores, prueba, alguno
de ellos, de la felicitación homenaje del Ayuntamiento de Pamplona presidido
por el mismo Sr. Alcalde. Pamplona es la ciudad donde reside desde el mes de
enero de 1971 en el barrio de la Txantrea.
Unos libros sobre la
mesita central dan fe de que las raíces con su lugar de origen se mantienen, pues
hablan todos ellos de Izagaondoa y para que esas raíces sigan lozanas también
yo les regalo otras dos publicaciones más: “Izagaondoa. Memoria para el
futuro” e “Izaga en el corazón” y vamos
entrando en conversación y al verla tan guapa y ágil le comento que está mejor
que yo y ella con un movimiento de cabeza, una mirada clara y un gesto con la
mano me viene a decir que “ya, ya, que para rato”.
-¿Qué le duele? bromeo,
y al instante me contesta: ¡Nada!
-Pues ya me gana,
respondo yo.
…
En Izánoz nació un 24 de
febrero de 1917 una niña a la que sus padres, Martina y Patricio llamaron
Guadalupe. En Izánoz, como en otros pueblos del valle, en esa época no había ni
agua corriente ni luz eléctrica y la vida en general era muy dura y desde niña
tuvo que colaborar en los quehaceres de la casa, del campo, de la huerta, del
ganado y de todo aquello que se terciara.
Todos los días lectivos acudía a la
escuela unitaria de Induráin, junto a los niños y niñas de éste lugar y los de
Turrillas, Izánoz, Guerguitiáin y Muguetajarra. Me cuenta, a través de sus
hijas Resu, Txaro y Juana Mari, que la maestra que tenía era muy buena, no
pegaba y aprendió con ella muy bien a leer y a escribir, a pesar de que sólo
estuvo hasta los nueve años.
Foto de Joaquín Ahechu.
Pila bautismal
de Izánoz.
Fue bautizada en la iglesia de
Izánoz, pero no recuerda cómo era la pila bautismal, que aún se conserva y se entristece un poco
al ver una fotografía de su desaparecida iglesia ya en estado de ruina.
Guadalupe
y Olegario. 1948 (Foto de la familia)
Se casó con el Sr. D.
Olegario Baztán Lecumberri, a los 31 años, pero no en Izánoz, sino en Pamplona,
en la iglesia de San Nicolás y el viaje de novios lo hicieron a Donostia, donde
conoció por primera vez la grandeza del mar.
Buscando mejorar en la
vida se trasladan a la capital del Valle de Izagaondoa, Ardanaz y allí se
instalan en la casa del “Herrero Viejo” que se llamaba Marcos Baztán Landueta.
En Arzanaz las
condiciones de vida eran mejores, pues ya había agua corriente, que no
caliente, y también luz eléctrica. En la casa llegaron a vivir entre los
abuelos, los padres y los hijos hasta 10 personas. Aunque tuvo siete hijos le sobrevivieron
cinco: Resu, Mari Carmen, Txaro, Juana Mari y José Luis.
Allí, en Ardanaz,
aprendió a coser, pues acudía hasta Urroz a recibir clases. Recuerda que
cocinaban en la cocina antigua de fuego bajo, donde del lar colgaba la caldera
para los cutos y al rescoldo de las brasas se asaban las patatas y sobre los
trébedes se colocaban los pucheros y en sillas pequeñitas se sentaban al calor
del hogar para calentarse y compartir historias.
En Ardanaz, también
había su carga de trabajo, pues además de atender a los hijos había que llevar
las tierras, las ovejas, la vaca, los dos bueyes, las cabras, los conejos, los
cutos y las huertas de el Soto y Cebollares y en temporada de siega allí estaba
con su hoz y su zoqueta segando a mano, que también eso le tocó.
A los cinco años de
casarse, con 36 años, le pilló una segadora y el accidente le reventó la vejiga
y a punto estuvo de morir, pero con su naturaleza fuerte superó esta desgracia
y siguió para adelante en su camino de la vida.
Su marido, el Sr.
Olegario en Arzanaz se dedicó a las tierras y su labranza hasta que se creó la
Cooperativa agrícola en Ardanaz a la que no se apuntó y con el tiempo recicló
su profesión y se metió a cartero. Acudía hasta Urroz a recoger la
correspondencia y luego la repartía por todos los pueblos de Izagaondoa, así
que era bien conocido por sus vecinos. Al comienzo hacía el reparto en
bicicleta, luego en una moto Guci para terminar en un Dos Caballos con el que
se acercaba hasta Pamplona a llevar los productos del campo al Mercado Viejo de
La Mañueta y así hasta su jubilación.
Guadalupe y Olegario. (Foto de la
familia)
Como se ha mencionado,
en enero de 1971 da un cambio su vida y la familia se traslada a vivir a
Pamplona donde acuden al Barrio de la Txantrea, donde vive la Sra. Dº Guadalupe
actualmente. Aquí se siente mucho mejor, sin los trajines y fatigas del pueblo,
aunque como no había ascensor había que subir y bajar a pie los cuatro pisos,
pero eso era poco para todo el esfuerzo que había tenido que hacer antes. Sus
hijos reciben estudios, prosperan, se casan, tienen hijos y la hacen abuela de
ocho nietos y hasta bisabuela de una biznieta llamada Marta y espera con
ilusión conocer a otro vástago que está en camino. Es querida por sus nietos
que la vienen a visitar y está muy contenta con su nieta Silvia, que es
peluquera, y la peina y hace la manicura con todo cariño.
Muchos acontecimientos
ha vivido a lo largo de estos 100 años y le parece muy mal la existencia de
guerras.
Lo que más valora y de
lo que se siente orgullosa desde la altura de sus 100 años es la familia, ¡ah! y el haber venido a Pamplona,
pues fue un descanso para ella de la vida tan dura que llevó en el pueblo.
-¿Pensaba llegar a los
100 años?, pregunto y sin dudarlo hace un gesto afirmativo con la cabeza y
entorna una sonrisa: ¡Sí, sí!, me contesta y en su rostro se refleja la
felicidad.
En su recuerdo tiene
presente a las gentes del valle y cita al difunto Domingo y la familia Larraya,
a los de Casa Juanico de Zuazu, a los de Casa Lisiar, los Agudos, de Iriso, al
señor Joaquín Zandueta de Zuazu que iba por los pueblos vendiendo y tenía una
tienda en Reta, donde también se acuerda de los Liberal, a sus parientes de
Idoate, así como de Ildefonsa de Casa Hualde de Turrillas, de Miguel Burgui
Bayaz, de Casa Zozaya,…
-Bueno, Sra. Guadalupe,
¿Y qué hace ahora?, porque la veo muy activa.
Me contesta por ella,
porque ya está un poco cansada, su hija Resu: Pues hace la cama, pone la mesa,
tiende la ropa, ayuda en todo y pasea todos los días buenos por la calle y si
no dentro de casa.
-¿Nos da algún consejo
para alcanzar su edad?, pregunto, y me dice que lo mejor es ser feliz, tener
trabajo y llevar una vida sana.
Es cerca de la una
cuando nos despedimos y como a mi llegada me acompaña con sus hijas hasta el
ascensor. Me voy con dos besos reiterados de despedida y con el sentimiento de
haber conocido a una persona buena, feliz y fuerte y al terminar estas líneas
en su honor deseo dentro de mí que su bondad, su felicidad y fortaleza me sirva
de ejemplo en la mía propia.
Felicidades, Sra. Dª
Guadalupe. Que Dios nos la conserve durante muchos años. Es Usted parte del
patrimonio humano del Valle de Izagaondoa. Es Usted su primera centenaria.
Un beso.
Romería a San Miguel de Izaga. Años
40 del siglo XX.
Don
Olegario Baztán porta la cruz blanca de Izánoz. (Foto de la familia)
Cruz
procesional de Izánoz. Hoy día en el Museo Diocesano de Pamplona.
Felicidades para Guadalupe! Un artículo entrañable, eso si no es la primera centenaria que ha habido en El Valle. Saludos
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