SOLSTICIO DE
INVIERNO EN SAN MARTÍN DE ARTÁIZ
Siempre me ha gustado acudir en los
momentos importantes de cada año, léase en los solsticios y equinoccios, a
alguna de las iglesias románicas que tenemos en la Comarca de Izagaondoa para contemplar
y a la vez estudiar cómo actúa el sol al incidir en su decoración escultórica o
para ver su iluminación interior al natural y sobre todo para comprobar el
momento en que el edificio en cuestión se replanteó, pero además porque encuentro,
al hacerlo, la paz interior al disfrutar de tanta pequeña maravilla que nos
ofrecen estos lugares.
Fruto de esta afición ha sido el libro que la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa presentó este año en la Casa Concejil de Villaveta el pasado 5 de noviembre titulado “De luz y románico. Artáiz, Guerguitiáin, Meoz”, que fue la novedad que se ofreció al público en las últimas Ferias de Urroz-Villa.
Con la idea de que este público interesado tuviera estas mismas experiencias se propuso el hacer una visita guiada con ocasión del solsticio de invierno y después de asegurar que al menos no lloviera, nos arriesgamos a publicitar la actividad y se informó a nuestros contactos. Al caer el 21 entre semana ya se contemplaba que la asistencia sería reducida.
Se citó a los interesados a las 10, aunque yo estaba antes del amanecer al pie del cañón con la esperanza de ver la salida del sol, pero la intensa niebla que cubría la zona no despejó hasta poco antes de la hora de la visita, por lo que después de sacar un par de fotos a la fachada para hacer tiempo me di un pequeño paseo con Apur, mi fiel acompañante, camino de la fuente románica. Volví para las 9,45 y aún tuve tiempo para captar algunas imágenes del exterior y del interior pues el día clareaba y, aunque el sol estaba velado por la niebla, el interior de la iglesia se llenaba de luz sin necesidad de encender ninguna lámpara.
Poco a poco fueron llegando los visitantes y se formó un grupito inicial de nueve personas a las que se unirían dos más al poco de comenzar la actividad. Como se había previsto todos estábamos ya jubilados.
Como en todas las ocasiones en que dirijo estas visitas fue un placer para mí dar a conocer lo mucho que la iglesia de San Martín de Artáiz, después de 800 años de su construcción nos enseña a todas las personas, pensemos lo que pensemos o creamos lo que creamos.
Siempre es buen momento para aprender y
sacar algo positivo de lo que vemos y aunque no nos acompañó más que
tímidamente y en algún momento el sol, ahí estaba detrás de la niebla espiando
cómo se replanteaba la iglesia, cómo contemplábamos canecillos y metopas,
capiteles y arquivoltas, admirándose del nuevo sol grabado en el tímpano cual
Crismón y hasta se descalza metafóricamente con nosotros antes de entrar al
interior del espacio sagrado y, aunque lo conoce muy bien pues lleva siglos
contemplando esta maravilla agudiza su oído para escuchar atentamente las
explicaciones porque siempre hay algo nuevo que aprender.