NUEVO LIBRO: “LAS
CASAS DE IZAGAONDOA”
Por Simeón Hidalgo
Valencia (12 de junio de 2018)
Como todos los
años, desde su fundación en 2012, la Asociación Grupo Valle de Izagaondoa se ha
planteado el objetivo de lanzar entre sus seguidores una nueva publicación con
ocasión de las Ferias de San Martín de Urroz-Villa, que serán en noviembre.
Libros como “La
Ruta del Maestro Petrus de Guerguitiáin” (2012), “Las Claves de Izagaondoa” (2014),
“Izagaondoa. Cosas de antaño” (2015), Artáiz. Lugar Torreado” e “Izaga en el
corazón” (2016), “La iglesia románica de San Martín de Artáiz. Una lectura
particular” (2017), han ido dando a conocer algunos entresijos del patrimonio
del Valle de Izagaondoa y de la Comarca de Izaga, dejándolos por escrito… ¡y lo
escrito, escrito queda!
A estos trabajos,
todos ellos relacionados con miembros fundadores de la asociación, quiere
unirse el nuevo trabajo de investigación sobre las casas del Valle de
Izagaondoa que, aprobado en la última asamblea, coordina otro de los socios
fundadores: Xabier Ituláin Irurita.
En este nuevo proyecto
editorial colaboran también los vecinos del valle, ya sea como informantes, ya
como fotógrafos, ya como portadores de documentación escrita o gráfica.
La idea básica para
este libro fue la de que sirviera como libro base de referencia, de aquí a
cincuenta años, por ejemplo, cuando las nuevas generaciones se pregunten por la
historia y las gentes que habitaron su pueblo o su casa antes que ellos y para salvar
la memoria de un valle que poco a poco se despuebla, envejece y corre el
peligro de tener cada vez más lugares despoblados en su ámbito.
Como muestra de
cómo se hablará de las casas del Valle de Izagaondoa recojo a continuación algunas
fichas correspondientes a Guerguitiáin, lugar que todavía en los años sesenta
del siglo XX tenía vida, pero que actualmente es un despoblado.
Alberro es el apellido de Miguel
de Alberro, a quien localizamos residiendo en la misma (como casero) hacia
1722-1726. Por ejemplo, en 1723 aparece el propietario de la misma declarando:
“Fue presente Lupercio Ybañez vecino del lugar de Sansoain y dijo que a Miguel
de Alberro residente en Guerguitiain tiene el otorgante arrendada una
casa y vienes en dicho lugar de Guerguitiain por arrendacion de cinquenta rouos
de trigo en cada un año”.
Año 1811: “La casa llamada de Alberro
es de la casa de Martinena de Sansoain”.
Año 1842: “Una casa que les
correspondía en el de Guerguitiain denominada la de Alverro con su
derecho de vecindad, corral, pajar, …”.
Con seguridad, la localizamos
desde principios del s. XVIII perteneciendo a los dueños de casa Martinena (hoy
Tejada) de Sansoáin. Sin embargo, ya existiría en el siglo XVI.
Pertenecería a mediados del s.
XVI a unos vecinos de San Vicente que, a principios del XVII, la habrían
vendido a los señores del Palacio de Iriarte de Ochagavía.
En 1638 pertenecía a la casa “la
torre questa algo apartado de la dicha cassa baxo el lugar”. Esa torre habría
originado el actual topónimo ‘Dorrapea’ (debajo de la torre), que señala a la
zona situada en la parte trasera de casa Alberro.
Durante todo el s. XVIII y parte
del XIX era propiedad de la mencionada casa de Martinena de Sansoáin y a
mediados del s. XIX su dueño era un vecino de Pamplona, Francisco Martínez Moro
(quizás, militar de oficio). Este último la tenía arrendada en 1862 a Javier
Turrillas. En todo este tiempo, estuvo habitada por caseros.
En 1892-1914 la propietaria era
Isabel Martínez Moro.
En la primera mitad del siglo XX
residía en ella el matrimonio formado por Víctor Turrillas y Benita Irigoyen.
Fue su hijo, Jesús Turrillas, quien compró la casa. En ella residía con su
mujer, Vicenta Villava (natural de Vesolla), y sus hijos.
Alberro fue la última casa en
deshabitarse en Guerguitiáin, en los años 60 del s. XX. También es hoy la única
en condiciones de habitabilidad.
De allí, la familia trasladó su
vivienda a Izco.
Su propietario hoy, Mari
Turrillas (hijo de Jesús y Vicenta), reside en Izco.
Faustino.
Faustino Armendáriz era
propietario de la misma en los años centrales del siglo XX. Casado con Marta
Armendáriz, la familia residió en Muguetajarra antes de trasladarse a
Guerguitiáin. Uno de sus hijos, Fernando, continuó viviendo en Muguetajarra
hasta, por lo menos, 1965.
Los de casa Faustino residieron
en Guerguitiáin hasta que se fueron, hacia 1963, a Burlada, tras la muerte del
hijo de la pareja, Luis, en un accidente de tractor.
La casa parece existir ya en los
inicios del siglo XVI (1507), como propiedad del notario (de la Corte Mayor)
Juan de San Vicente, vecino de San Vicente. Desde entonces, hasta entrado el
siglo XX, fue propiedad de casa Isabelena de San Vicente. Todavía en el
catastro de 1914 aparece como dueña Rita Erdozáin, propietaria de Isabelena.
Algunos años más tarde fue comprada por Faustino Armendáriz.
Unos diez o quince años después
de abandonar Guerguitiáin la familia vendieron la casa a Ramón Ábrego, vecino
de Igúzquiza.
Hoy arruinada en su totalidad.
Abadía.
Hoy ya no existe. Se derruyó en
los años 80 del siglo XX.
Estaba adosada a la iglesia, en
su lado izquierdo.
Se la conoció arrendada, aunque
no se recuerda que haya residido párroco alguno en ella. Sin embargo, los
informantes sí que oyeron a sus mayores que llegó a haber cura residente.
Probablemente, ya existiría en
1740, cuando se dice sobre las casas de Guerguitiáin que en esa fecha había en
el lugar “quatro yncluso tambien el del abad”.
En ella residieron Pedro Erro y
María Jesús (Jesusa) Armendáriz. Abandonaron el lugar hacia 1960, pasando a
instalarse en Burlada, donde abrieron el bar Erro (que sigue en
funcionamiento).
Pedro trabajaba como pastor en
Guerguitiáin y para un vecino de Lumbier.
Tras marchar la familia, el
edificio no se volvió a habitar.
Jorge Irigoyen residía en
Guerguitiáin hacia 1850-70.
Maximiano Armendáriz nos aparece
como su propietario en los años centrales del siglo XX.
Esta casa es la que fue
considerada como el Palacio de Guerguitiáin.
Año 1726: “Primeramente una cassa
del Muy Ylustre señor Marques de Bessolla que se nomina Palazio que es
esempta de todas contribuziones segun dixo dicho Abbad”.
Seguramente, será lo que en 1507
nos aparece como “la torre que llaman palacio”: “Una pieca sobre el lugar de
Guerguetiayn de Vº quoartaladas tenient de la una part con la torre que llaman
palacio de la otra part con el yermo del conçexo”.
Las primeras menciones, de
mediados del siglo XVI, señalan que el edificio pertenecía a los palacianos de
Artieda. Como éstos se convirtieron con el tiempo en los Marqueses de Besolla,
serán los marqueses quienes aparezcan como los dueños de este solar (el
palacio) hasta, por lo menos, la segunda mitad del s. XX. Así, la incluyen en
un inventario de sus bienes del año 1864: “una casa con su derecho de vecindad,
sita en la calle de San Martin, número tres, aislada”.
Parece que ya en el s. XIX los
vecinos no la reconocían como el palacio y se refieren a ella como “la casa de
arriba” (1811) o su equivalente en vasco, “Goiticoechea” (1860).
Estuvo habitada por el matrimonio
compuesto por Maximiano Armendáriz y Bárbara Beorlegui. Originarios de Sabaiza.
De allí pasaron a Gardaláin (al casarse) y, después, a Echagüe y, por fin, a
Guerguitiáin. La familia se trasladó a Burlada a principios de los años sesenta.
Desde allí continuaron trabajando la tierra durante algunos años, incluida la
hacienda de casa Faustino.
Lorenzo y Alejandra Armendáriz
(hijos de Maximiano y Bárbara) fueron los dos últimos habitantes de
Guerguitiáin. Alejandra, posteriormente, residió en Celigueta.
Algún
tiempo después de salir la familia, la vivienda la vendieron los Marqueses a un
vecino de Igúzquiza, Ramón Ábrego, que, también, compró casa Faustino.
Hola Simeon, muy bueno el articulo, tengo ganas de leer el libro. Poco se de la casa donde vivio mi abuelo Pedro y mi abuela Jesusa. Se que tenia dos pisos y que en la parte de abajo habia animales. Lo poco que puedo recordar son un monton de piedras y una viga de madera que quedaba aun pegada a la iglesia.
ResponderEliminarCarlos.