DE MONTAÑANA EN HUESCA, HASTA
ARTAIZ EN NAVARRA
Por Simeón Hidalgo Valencia (07 de agosto de 2025)
Llegar
a Montañana, en la comarca oscense de Ribagorza, es viajar en el tiempo y
transportarse arquitectónica y urbanísticamente a la Edad Media. Es una de esas
joyas que rezuman historia desde su puente de entrada hasta su iglesia románica
de Santa María de Baldós, atalaya altiva dentro de los muros de su fortaleza,
pasando por sus casas centenarias y sus calles empedradas a conciencia.
Pocos
son sus habitantes, pues como otros muchos lugares con raigambre, poco a poco
se han ido marchando, unos a lugares con más futuro; otros, es ley de vida,
para siempre. Aunque en el pueblo se nota la vida, pues en medio de su silencio
se escuchan algunas conversaciones de algunos vecinos que han llegado a pasar
el fin de semana, “solo nueve personas lo habitan a diario”, nos comenta una
señora con la que nos cruzamos en una de sus estrechas calles, que con la
compra se dirige a su casa cercana a la ermita de San Juan Bautista.
A
pesar de sus pocos habitantes, Montañana tiene una Oficina de Turismo, pues
parece que en los fines de semana estas calles se llenan de gentes que vienen a
visitar el pueblo. Cuando llegamos nosotros, es jueves, y la oficina está
cerrada, pues abre los sábados y domingos y en esos días hasta hay una persona
que realiza y atiende a los turistas en visitas guiadas.
Subimos
despacio sus empinadas calles, observamos sus casas, sus portaladas, los restos
de sus torres, sus escudos nobiliarios, sus reconstruidos muros perfectamente
levantados a piedra seca, y a medida que ascendemos el horizonte se nos muestra
majestuoso y comprendemos mejor la misión de vigilante atalaya que desempeñó
Montañana.
En
lo alto, su iglesia se yergue rehabilitada y me centro en la contemplación de
su portada románica con sus arquivoltas, tímpano y capiteles, que me depararán
alguna sorpresa agradable, que motivan este escrito, porque, a veces, pequeños
detalles coincidentes abren pistas de investigación que aportan nuevo
conocimiento.
Cristo que aparece sentado en majestad en el centro del tímpano. Bendice con su mano derecha y con la izquierda sostiene el Libro de la Vida, que en esta imagen aparece cerrado. Rodea su rostro el nimbo celestial y la cruz se define detrás. Aparece dentro del espacio celestial delimitado por la mandorla, sostenida por dos ángeles. El tímpano se apoya en ménsulas talladas. La izquierda con un león andrófago y la derecha con un personaje al que atacan otros dos, que suele interpretarse como el pecado de la lujuria, como se verá a continuación.
Todo
ello me lleva a identificar en este capitel la escena del “juicio del alma” o
“psicostasis”, pues los dos personajes se pueden identificar con San Miguel y
con el Diablo que, como en otras representaciones similares de esta
cristianizada escena milenaria egipcia, intenta hacer que el platillo de la
balanza que contiene las malas obras del difunto pese más que el que porta las
buenas obras realizadas en vida. Aquí gana el bien sobre el mal y el mensaje es
positivo. También en Artaiz está presente esta escena y también en ella triunfa
el bien.
A
continuación, los tres siguientes capiteles nos describen los inicios del
género humano allá en el Paraíso Terrenal, según recoge la Biblia en su primer
libro denominado el Génesis, desde el capítulo 2, 4 hasta el capítulo 3, 1-24.
En
el centro, tercer capitel, está la escena de la tentación en el momento en que
la serpiente induce a Eva a comer del fruto del árbol del conocimiento. En el
segundo capitel la escena de la expulsión del paraíso y en el capitel cuarto la
escena del castigo. En el siguiente artículo titulado “De Montañana en
Huesca hasta Lizarraga de Izagaondoa en Navarra” se comentará más al
detalle.
El
quinto capitel muestra una escena muy habitual en época medieval, como es la
imagen de la persona avara de cuyo cuello cuelga la bolsa del dinero y los
tormentos a la que es sometida después de su muerte.
En
la ménsula izquierda que sostiene el tímpano aparece la talla de la cabeza de
un león en cuyas fauces tiene a una persona desnuda. Es el denominado
normalmente como “león andrófago”, que también en San Martín de Artaiz está
presente de cuerpo entero, que como aquí viene a ser el dador de vida,
protector y acompañante a esa otra vida después de la muerte física[1].
En
la imposta que sostiene el tímpano y en los capiteles de la zona derecha, según
se mira la portada, se pueden identificar tres episodios bíblicos y una
interpretación de uno de los pecados que más se cita en esta época, como es la
lujuria.
De
los episodios bíblicos claramente identificados aparece en primer lugar el
denominado “Sacrificio de Isaac”, en que Yahvé tienta o pone a prueba a Abraham
pidiéndole que sacrificara a su hijo Isaac. En San Martín de Artaiz también
está presente este pasaje de la Biblia recogido en Génesis 22, 1-19.
Son
dos capiteles los que plasman esta historia. En uno de ellos aparece un ángel
indicando, con un desproporcionado dedo índice de su mano derecha el carnero
que se muestra en el siguiente capitel. Completando la escena del anterior se talla
a Abraham en el momento de ir a sacrificar a Isaac, que es cuando el ángel le
detiene.
La
siguiente escena bien identificada corresponde al episodio de la “Anunciación a
María”. Aparecen tres personajes o, mejor dicho, cuatro. En primer lugar, se ve
a José con su típico bastón en forma de T. En segundo lugar, a María y, en
tercer lugar, al Ángel. Además, hay una Paloma, símbolo del Espíritu Santo, que
infunde su espíritu a María susurrando en su oído, al modo en que la serpiente
susurraba al oído de Eva en la escena de la Tentación en el Jardín del Edén.
Mateo 1, 18-25 y Lucas 1, 26-45.
A
continuación, la tercera escena que se logra identificar, a pesar de su gran
deterioro, parece corresponder al pasaje de la “Resurrección”. En ella hay un
ángel sentado al borde del sepulcro y a la derecha del sepulcro se ven los
restos de tres figuras, que serían las tres mujeres que acudían a embalsamar el
cadáver de Jesús, pero que se encuentran con el ángel que les anuncia que
“no busquen entre los muertos a quien está vivo”. Mateo 28, 1-8. Marcos 16, 1-8. Lucas 22, 50-56 y 24, 1-11.
Queda por comentar la talla que aparece en la imposta derecha que sostiene el tímpano, donde se recoge la escena de una persona, aunque su rostro tiene algo de bestia, que es atacada por dos fieros animales. Sus bocas muerden las mejillas. Sus patas delanteras presionan los pechos y con las garras traseras le desgarran el vientre y zonas íntimas. Tradicionalmente en este tipo de imágenes se suele ver la representación de uno de los pecados: el de la lujuria que, junto al visto en la zona izquierda, que representaba la avaricia, formaban junto a la soberbia, la ira, la gula, la envidia y la pereza, el conjunto de los denominados “pecados capitales”.
Esta
es la escena comentada. Está bastante bien conservada, salvo la zona del muslo
de la pata trasera izquierda de la fiera situada a la derecha. Hasta podemos
admirar restos de la policromía de la pieza y es precisamente esta buena
conservación de la parte inferior de la extremidad señalada la que me llama más
la atención, dado que de inmediato la relaciono con otras piezas, también de
animales, de San Martín de Artaiz. Un pequeño detalle que puede ayudar a
conocer algo más de esta iglesia navarra, sea en cuanto a sus orígenes, sea en
cuanto a alguna escuela de tallistas, sea en cuanto a una época, etc., pues su
falta de documentación fundacional la envuelve en cierta niebla misteriosa.
Ya
he comentado que en la portada de la iglesia de Santa María de Baldós y en la
de San Martín de Artaiz existe temática escultórica común, como es: El “Rostro
Trifronte”, La “Psicostasis o Pesaje del Alma”, La escena bíblica del
“Sacrificio de Isaac” y El “León Andrófago” por lo que se puede pensar en un
denominador común mensaje doctrinal en ambos edificios. A estos cuatro
elementos hay que añadir el rasgo estético escultórico observado en la “escena
de la lujuria”.
¿Será una prueba de la presencia en ambos lugares de la misma escuela escultórica o de una manera de hacer de la misma época o incluso de un mismo maestro escultor que trabaja en Montañana y en Artaiz, dado que en ambos lugares se emplea el mismo trazo estético?
Este trazo estético o textura en la piel de este ser maligno de Montañana coincide con lo que veremos en Artaiz y se puede describir como “dientes de sierra curvados”.
*Trazo estético en los capiteles de la portada de San Martín de Artáiz
En los capiteles del lado izquierdo, según contemplamos la portada de San Martín de Artaiz, lo veremos en dos de los animales del capitel denominado “Las edades de la persona” en que se muestra a la infancia, la edad adulta y la ancianidad representadas alegóricamente por un perro galgo, un león y un águila, respectivamente. Pues bien, en los dos primeros animales, el galgo y el león, se emplea el mismo trazo estético, como se puede apreciar a continuación.
El león representa a la edad adulta.
En
cada uno de los tres capiteles del lado derecho de la portada también se
aprecia este trazo estético.
En el más interior lo encontramos en el fiero perro que, con mirada penetrante, muestra su afilada dentadura dispuesto a saltar y clavar sus garras sobre quien le amenace.
En sendas patas aparece este tipo de trazo.
También
lo veremos en las colas de las arpías que se tallan en el capitel central.
Seres mitológicos compuestos de cabeza de mujer, cuerpo de ave, patas de cabra
y cola de serpiente.
En
su misma esencia reside la maldad y están en todo momento dispuestas a devorar
a las personas.
Aunque
el capitel exterior está en parte deteriorado, se pueden identificar sus
componentes y leer su mensaje.
En
su cara interna vemos a un hombre que nos habla con gestos, pues desde su
postura reflexiva se lleva el dedo índice de su mano derecha hacia su ojo
derecho, como indicándonos que miremos con atención y hagamos caso de lo que se
nos ha comentado en el resto de la portada y lo pongamos en práctica, pues si
no, seremos descuartizados.
A
la derecha de su cabeza se puede apreciar que había una figura igual que la que
aparece en la cara exterior del capitel, que se puede identificar como una
liebre macho, que está agazapada como escondiéndose.
En
el eje del capitel el tallista ha colocado a un animal panzudo, con fuertes
patas, de cuya boca sale una pierna humana y bajo su panza se puede adivinar lo
que queda de una cabeza humana. Este animal es un sapo. Animal asimilado con el
mal. Animal que, como las arpías del anterior capitel, descuartiza a una
persona.
La
advertencia del hombre que se lleva su dedo índice al ojo no ha servido de nada
y un ser ha sido devorado por su propio mal.
Tanto
en este maligno sapo como en la liebre de la cara externa del capitel
observamos el mismo tipo de trazo.
Panza y pata izquierda del sapo presentan el mismo trazo.
Por
lo que podemos apreciar todo el cuerpo de esta liebre macho estaba acabado con
este mismo trazo.
*Alguna
conclusión:
1ª.
Siempre me había llamado la atención este tipo de recurso estilístico que el
maestro que realiza los capiteles de la portada de San Martín de Artaiz emplea
al realizar las tallas de los animales representados. No lo había expresado o
comentado hasta este momento, dado que soy más de ir al fondo del mensaje que
la escultura románica nos comunica, siguiendo mi idea de no quedarme en el
exterior. Es decir, de ir a lo importante, tratando de leer el mensaje de ese
libro abierto tallado en piedra.
2ª.
Aunque no lo había tenido en cuenta en mis comentarios en las visitas guiadas
que he dirigido, personalmente sí he valorado este recurso estilístico del
tallista, pues es un detalle que, cuando se descubre, ves que aporta
equilibrio, dinamismo, armonía y delicadeza a la pieza tallada.
3ª.
Es significativo que todos los animales -reales o mitológicos- que se tallan en
los capiteles de la portada de San Martín de Artaiz, a saber: El perro galgo,
el león, el perro de aspecto fiero, las arpías, el sapo y la liebre macho o
matacán, muestren en alguna de sus partes este mismo tipo de textura o trazo
que vemos en la garra izquierda del animal derecho de la ménsula derecha que
sostiene el tímpano de la iglesia de Santa María de Baldós.
4ª.
Dado que no tenemos testimonios escritos que acrediten el origen de San Martín de
Artaiz, aunque sí reconozco un par de detalles que nos pueden situar en la
época de su construcción, uno relativo a la moda eclesiástica y otro al estilo
constructivo, amén, por supuesto, del programa teológico que nos puede orientar
a favor de un comitente eclesiástico de alto nivel, sí reconozco la importancia
de este pequeño detalle estilístico coincidente con la iglesia de Santa María
de Baldós dado que este sencillo rasgo pone en una misma óptica temporal y
artístico sendas iglesias.
5ª.
Como suelo decir en mis escritos, esperemos que en otros lugares podamos
encontrar este mismo punto de encuentro entre Montañana y Artaiz y que a medida
que se va investigando se vaya dando luz y abriendo caminos para conocer un
poco más de la iglesia de San Martín de Artaiz, que permanece aún en la neblina
del tiempo. Éste que ahora ofrezco se podría considerar de poca importancia,
pero creo que es un hilo del que tirar.
Por ahora es un detalle que he descubierto, que me permite afirmar que
posiblemente Santa María de Baldós y San Martín de Artaiz tienen a un maestro
tallista en común, pues el mismo rasgo estilístico se puede apreciar claramente
en ambos lugares, aunque sea en Artaiz donde su presencia es mayor.
Artaiz. Rasgo estilístico en el perro fiero.
Capitel interior del lado derecho.