PASEANDO
POR PAMPLONA CON JOSUNE IRIBARREN
Por
Simeón Hidalgo Valencia (03 de mayo de 2018)
“162.000 PASOS”,
“SINTIENDO NAVARRA” y ahora, la artista navarra, Josune Iribarren Esain, nos
invita a recorrer su ciudad natal, Pamplona, a través de esta nueva exposición
en solitario, de trece de sus obras pictóricas que muestran algunas de las
esculturas de nuestra ciudad.
“PASEANDO POR PAMPLONA”
Josune ha captado con sus ojos y sentimiento de artista la luz reflejada en sus
calles, parques, jardines y fuentes; las juguetonas notas musicales de geniales violines y gargantas prodigiosas;
el sosiego del silencio en humildes plazas catedralicias; el murmullo de aguas
corrientes donde dioses niños imperan, el fragor de la batalla en la que
Pamplona se defiende; el clamor rebelde de un pueblo que se opone a decretos
restrictivos; el grito de la mujer navarra por abrirse a la igualdad quitándose
la venda de sus cerrados ojos y ser la matriarca que amamanta en un recinto de
paz.
Partamos pues, y
recorramos Pamplona a través de los cuadros que hoy se exponen e inauguremos
con este paseo una nueva manera de ver la piedra y el bronce moldurado en
personajes reales, simbólicos o mitológicos y descubramos parte de la historia
de Pamplona.
Comencemos
el paseo desde los Jardines de la Media Luna, mientras resuenan en nuestros
oídos las afinadas notas que sólo el genio de Pablo Sarasate puede interpretar
tan maravillosamente, y con su música en nuestros oídos sigamos bordeando la ciudad antigua por el Paseo de
Ronda del Obispo Barbazán hasta llegar a la recoleta, silenciosa y mimosa Plaza
de San José, cabe la catedral de Santa María de Pamplona y allí descansemos un
momento en sus bancos.
Cerremos los ojos y abramos la mente escuchando la
música del agua de su fuente y, si es de noche, alumbrémonos con la luz que
esta fuente-farola desparrama y, si es un día caluroso, refresquemos nuestro
rostro y juguemos por un momento con el agua, como harían los niños en 1877
cuando esta fuente estaba en la Plaza de Santiago y como hicieron en la de San
José desde que aquí se colocó en 1952.
Frente a la catedral
parémonos a contemplar la fachada de la
misma y, mientras bajamos por la Calle Curia, admiremos las torres medievales
de las iglesias de San Cernín y San
Saturnino y pasemos por la Plaza del Castillo donde antaño, allá por 1798 se
podía contemplar a La Mariblanca, que visitaremos cuando lleguemos a La Taconera.
Dirijamos nuestros
pasos a la actual Calle San Ignacio, porque allí escucharemos el fragor de la
batalla que rompe la calma y la cadencia musical del agua y del violín, e
imaginar podemos a los ejércitos imperiales atacando la muralla del Castillo de
Pamplona. Uno de los soldados imperiales cae herido. Su nombre Ignacio de
Loyola. Es el 20 de Mayo de 1521. El grupo escultórico actual se realizó en
bronce en el año 2005 a partir del molde original de Joan Flotats y sustituyó a
la copia realizada por el escultor Aurelio Rebolé de la original en bronce,
colocada en el lugar natal de Ignacio de Loyola en Azpeitia.
Cerca estamos del Paseo
de Valencia o Paseo Sarasate, donde se yergue la voz y los hechos de las gentes
navarras, frente al intento de supresión del régimen fiscal navarro, por el
entonces ministro Germán Gamazo. La reacción popular en 1893-94 se plasmó en
manifestaciones y recogidas de firmas en defensa de lo pactado en 1841. Por
suscripción popular se levantó el denominado Monumento a los Fueros, como
símbolo de las libertades navarras.
Su diseño se debe a
Manuel Martínez de Ubago. Terminó su construcción en 1903. Como dato curioso es
que nunca se inauguró.
Vayamos
ahora a la Plaza del Consejo donde nos espera pacientemente el dios Neptuno
Niño con su tridente, reinando sobre la fuente diseñada por el pintor madrileño
Luis Paret y Alcázar a finales del siglo XVIII. Siglo de modernización en la
canalización del abastecimiento de agua a Pamplona desde el manantial de
Subiza. Junto a la fuente de las Recoletas, la de La Navarrería y la
desaparecida de La Beneficiencia o de La Abundancia con La Mariblanca
peregrina, formaba parte de los cuatro puntos con agua corriente pública en
Pamplona.
Sigamos hasta la
taconera y contemplemos lo que queda de la Fuente de La Beneficiencia o de La
Abundancia, que es la estatua popularmente conocida como La Mariblanca. Es una
escultura peregrina, pues de su primer emplazamiento en la Plaza del Castillo
en 1798 se la trasladó hacia 1909-10 a la actual Plaza de San Francisco, antes
llamada Plaza Nueva o Plaza de Las Escuelas. Allí estuvo hasta el año 1927, en
que se la trasladó a su actual ubicación en los Jardines de La Taconera.
Sin duda que La
Mariblanca se alegró, como hicieron
roncaleses, navarros y amantes de la ópera, cuando en el mismo espacio
ajardinado de Pamplona, en lo más alto de una fuente con estanque, como ella
estuvo en un principio, se colocara la escultura del tenor roncalés Julián
Gayarre nacido en 1844, mismo año que el pamplonés Pablo Sarasate, y fallecido
en Madrid en 1890.
Allá en lo alto, entona
los compases de la ópera “El pescador de perlas”.
Este
monumento-fuente-estanque se inauguró en 1950, siendo sus artífices el escultor
Fructuoso Orduna y el arquitecto Víctor Eúsa.
No
dejamos La Taconera sin contemplar los detalles de las bellas jardineras con
duendes y diablillos, que nuestra anfitriona en este paseo por Pamplona, no
quiere que dejemos de admirar. Al menos a ella, los duendes y diablillos le han
llamado la atención y le han susurrado al
oído que demos unos pasos más en este recorrer paseando sin prisas por
Pamplona y
nos lleguemos a la Plaza de la Paz, pues aunque ha callado para
siempre la voz de tan gran tenor, y apenas se escuchan las notas del violín de
Pablo Sarasate desde su lugar de La Media Luna, se empieza a oír con ritmo de
zortxiko el canto de los txistus y la Mujer Navarra baila y el irrintzi resuena
y reclama por abrirse a la igualdad quitándose la venda de sus cerrados ojos para ser, de nuevo, la matriarca que amamanta
en un recinto de paz.
Todo ello lo plasma
Josune con la fuerza del color, con sus texturas que salen del lienzo, con sus composiciones
que van más allá de la realidad, bellas y equilibradas, reflejo de su ser, que
a pinceladas y trazos de paleta compone con equilibrio.
Admiremos esta nueva
entrega, “paseando por Pamplona”.
La muestra se expone en el Nuevo Casino de Pamplona durante el mes de mayo.